Anoche el presidente Chávez se conectó con La Hojilla para en un paraje informar en 2009 fueron importados 90 millones de pares de zapatos. Siendo que no soy ducho en los menesteres económicos (como no sea cero mata cero), el dato me vino a esclarecer de forma transparente la devaluación y sus bondades estratégicas: que se desmontó una bomba de tiempo que en la distancia hacía insostenible a la revolución.
El dato quiere decir que, en promedio, cada venezolano mandó a comprar al exterior 3,2 pares de zapatos. Pagados, eso sí, a precio de dólar Cantv, a unos carajos que los ingresaban al país luego de haberlos comprado afuera con dólares que obtenían de Cadivi a 2, 15. Una auténtica golilla que quién no. No se ha profundizado en la divulgación de las estadísticas de exportación, pero seguro que hasta las cajas de clips las estábamos trayendo del extranjero.
Con la dinámica a 2, 15, el Gobierno estaba trabajando con singular efectividad para que sus adversarios acumularan las calorías que les permiten reírse de las leyes y del país. En la otra esquina, pues los empresarios nacionalistas que sí fabrican sus zapatos en Venezuela se los tenían que comer. Supongo que a eso es lo que llaman el aparato productivo nacional.
Entonces la Revolución Bolivariana estaba conspirando contra sí misma, lo que en contraste informa la grandeza de su desempeño, porque hay que haberle echado un camión de bolas para engordar a sus enemigos de semejante manera y al mismo tiempo mantener la robustez que todavía mantiene. Es decir, pues, el Gobierno acaba de extirparse un cáncer antes de que le hiciera metástasis.
Ahora bien, 3, 2 pares de zapato en promedio debería estar en Guinnes, y eso que no estamos contando las cholas nacionales que también adquirimos. Pataenelsuelo sí que no somos, a juzgar por este chistosito dato.
Indeseable como cualquier cáncer, la devaluación arrastra sus dolores post operatorios, como ese combate contra le feroz especulación, monstruo de mil colmillos que mucho se me antoja requerirá de que hoy o mañana se rigorice la ley.
Repito que el dato me desbordó, porque también sirvió para recordarme que no compro unos pisos desde 2005, lo que me exhibe como un tacaño enfermo, será. Pero los acabo de supervisar y están en estupendas condiciones, amén de que me encariñado con ellos y me cuesta andar sin ellos, de hecho. Reviso en mi pieza y tengo otros que van para los diez años, sin cambio de suela. No me parezco al país, por lo visto.
Quitando a los acomplejados que han salido a comprar pantallas de plasmas y ipod, no veo que el ajuste haya resultado un descalabro de las proporciones que a veces figuramos en la intimidad. Lunes, martes y miércoles mi empanada ha seguido costando los 5 bolivitas de diciembre, lo mismo que el cafecito. Estoy esperando nada más que la doña se atreva para echarle encima al Indepabis.
A quienes sí he visto con caras desencajadas son a los periodistas mejor rankeados en las agencias de publicidad. Ellos la única cuenta que sacan es que ahora también habrá en doble de bolívares en las arcas del Gobierno, para más señas con un precio del barril al doble de lo estimado en el presupuesto nacional...
Esa desventaja se la van a intentar quitar de encima sacándole la chicha al coco de la especulación. Todos los días se dedicarán a gritar que ya no se puede ni comer en este país de obesos (yo soy uno ex de ellos). Lo dirán en un close up luego de que hayan cumplido con su compromiso comercial con la casa atunera, porque así de patéticos son ellos.
En lo que sí me afecta a mí la situación es con el blackberry que iba a comprar, aprovechando que me anoté en la onda del twitter. Como presumo que me lo querrán vender al doble, de una vez les pinto una paloma.
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