De manera casi constante, los medios de comunicación escuálidos, esos que se han denominado Jineteras del Apocalipsis, nos presentan micros de dolor; micros que desgarran el alma, micros sacados de la vida misma, como diría un celebre locutor de Radio Rumbos en la década de los sesenta, en torno a la pobrecita situación en que se encuentran miles de ex trabajadores de la industria petrolera.
En ellos nos pintan las penurias que han pasado con los colegios de sus hijos; las dificultades que atraviesan con sus viviendas que no son de ellos sino de la industria y hasta de sus necesidades económicas.
En voces de connotados políticos, incluso oficialistas; a veces se refieren a ellos como engañados por parte de la dirigencia de la Gentuza sin Petróleo y expresan… ¡cómo es posible que los hayan manipulado de esa manera!
En doce meses transcurridos desde ese paro infame, no hemos presenciado entre nuestros conocidos, ni allegados despedidos de la industria petrolera por su participación en el saboteo, un solo signo de arrepentimiento; todo lo contrario, mantienen posiciones de odio; de revanchismo y de ser posible, si en sus manos estuviera, hasta repetirían sus fechorías conspiradoras y saboteadoras, de eso, no tenemos la menor duda. No podemos aceptar que fueron manipulados. Aquí no hubo eso. Ellos actuaron con pleno conocimiento de sus acciones; midiendo todas las consecuencias. Ellos se regocijaban en ver a sus hermanos venezolanos pasando penurias en largas colas de gasolineras; en los expendios de gas; haciendo colas en bancos para sacar el dinero que tenía secuestrado la banca golpista y depredadora. Se regocijaban de los muertos de la plaza “Rancia” de la matazón que propiciaron con la traída de Gouveia; de cada barco que se sumaba a la conspiración; de cada pozo petrolero que se iba cerrando; de la caída de la producción petrolera; de la escasez de alimentos; porque su consigna así lo exigía: ¡NI UN PASO ATRÁS!
A estos señores, que uno no puede ni siquiera llamar compatriotas, se les olvida que ellos sí le negaron la educación a nuestros muchachos; les negaron el derecho a la vida cuando cerraban avenidas impidiendo el paso de ambulancias con enfermos; le negaron al venezolano el derecho a viajar y compartir las navidades con sus seres queridos; le negaron al hermano el derecho a alimentarse, divertirse y hasta soñar con la llegada de un Niño Dios.
Como Venezolano, que sí puede exhibir su gentilicio, sólo esperamos que la justicia llegue pronto; que se nos permita en juicios populares formular cargos en contra de todos estos ex trabajadores golpistas apátridas por los gravísimos daños que le infringieron a nuestra economía y que se nos permita, no sólo confiscarle sus prestaciones sociales que no se la merecen; sino también, convertirnos en sus querellantes y exigirles indemnizaciones por los graves daños a los intereses de la Nación Venezolana y de cada venezolano que así se sienta afectado y juzgarlos tal cual se merecen: como traidores a la patria.
(*)Médico
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