Realmente es vergonzosa la fiesta que han armado las empresas privadas de comunicación, a costa del tremendo esfuerzo de nuestros atletas en las Olimpíadas de Beijing. Vergonzosa porque, abiertamente, con sonrisa socarrona, sus “anclas” no disimulan la satisfacción cada vez que un criollo llega en quinto u octavo lugar, o cada vez que Estados Unidos obtiene alguna presea de oro. Vergonzoso porque se rebajan hasta el límite de lo absurdo, aupando a potencias extranjeras que nada tienen qué ver con Venezuela. Vergonzoso porque continúan utilizando las concesiones radioeléctricas para profundizar la campaña de desprestigio contra su propio país.
Pero es aún más vergonzoso escuchar a “expertos” en deporte, diciendo que los venezolanos no estaban preparados para esa competencia de “altísimo” nivel, como si los clasificados (pues no fueron escogidos a dedo) fuesen unos arribistas que no se ganaron un puesto en la gloriosa delegación que representó a VENEZUELA.
Hace unos días escuché una entrevista de dos de estos “anclas” a una comentarista de nombre Amalia Llorca, o algo así, a quien introdujeron como una “gran nadadora” venezolana, decir que el hecho de que un atleta nacional le ganara a un brasileño o a un colombiano, no significa que pueda competir con otro de las potencias europeas; que los nuestros no tenían “madurez”, que estaban desfasados hasta en la ropa que llevaban. Es decir que su descalificación no sólo fue para Venezuela sino para los países latinoamericanos. En verdad Llorca tiene una muy tímida y nada destellante trayectoria como “gran nadadora”, pero aún así eso la faculta para emitir juicios lastimeros sobre el desempeño de sus compatriotas (quiero decir, los venezolanos). Los opinadores de oficio, periodistas que a duras penas (con honrosas excepciones) tienen con qué narrar alguna competencia, no son capaces de elaborar frases inteligentes, terminando de politizar todo por querer restarle méritos al Presidente Chávez, fin último de sus ataques. O peor aún, establecer comparaciones entre lo que han ganado Estados Unidos y Venezuela en 100 años de Olimpíadas.
Es mezquino regatearle el indiscutible triunfo a nuestros atletas, pues casi todos han mejorado sus marcas y porque ello indica que Venezuela se perfila como un país que a la larga también será reconocido por nuevas gestas olímpicas. Bien por Michael Phelps y sus ocho medallas (Okay, bro…!), pero mejor por China con sus 45 de oro contra 27 de Bush…Perdón de EEUU.
Venezuela, con sus diez medallas olímpicas bien ganadas, nunca tuvo tradición deportiva porque los gobiernos adeco-copeyanos jamás invirtieron en la formación de atletas, pero en los últimos años se ha ganado un sitial indiscutible en competencias internacionales.
El logro de Dalia Contreras ahora quiere ser opacado, inventando mentiras. ¿Acaso nadie se acuerda de la inopia en la cual terminó Morochito Rodríguez?. Este boxeador venezolano, oriundo de un barrio muy humilde de Cumaná, ganó la única medalla de oro de Venezuela en las Olimpíadas de México’68. Fue recibido como un héroe, y luego se olvidaron de él…
Entonces, ¿Cuál es la moral de estos medios y sus “anclas” para criticar a nadie?. Sería bueno verlos alguna vez en algún estadio, abandonando la caminata a los 5 minutos para refrescarse con una “birrita” y alimentar su ya pronunciada panza. O allá en Beijing, enfrentado la verdadera competencia que han defendido nuestros atletas. ¡Honor a ellos y ellas!
Otra vergüenza más del periodismo apátrida venezolano, que no se merece ni oropel.
* Periodista