¿Es verdad que San Martín pensaba igual que Bolívar? (IV)

La Logia de Lautaro impartía afanosamente las últimas instrucciones, razón por la cual O’Higgins al conocerlas y encontrarse maltrecho solicita angustiosamente la cooperación de San Martín, pero la respuesta que recibe de éste es: “Mi amado amigo: Todos los hermanos hemos acordado que la posición de Concepción es cerrada y sumamente expuesta, en atención a que la mayor parte de la provincia no nos es muy adicta. Por otra parte, pudiéndonos dar la mano éste y ese ejército, seremos siempre no solamente superiores, sino que podremos caer sobre el enemigo y decidir en un día la suerte de Lima”. (11 de diciembre de 1817).

Pero para mala fortuna un acontecimiento inesperado sorprende al general San Martín, los españoles se han recobrado en la provincia de Concepción con extraordinaria rapidez y fueron oportunamente reforzados por las fuerzas de Osorio, quienes han contraatacado el 25 de noviembre de 1817 y donde O’Higgins fue abatido ante las fortificaciones de Talcahuano.

Ante esta inesperada acción, San Martín, se ve forzado a enfrentarse al problema propiamente militar de la guerra de Chile; aplaza la campaña peruana y detiene sus planes monarquistas para combatir a los obstinados españoles, con los cuales ansiaba negociar lo más pronto posible. La derrota que infligió Osorio al propio San Martín en Cancha Rayada fue apenas consecuencia de las obvias dificultades encontradas por éste en el proceso, necesariamente lento, de cambiar su estrategia inicial que perseguía finalidades políticas en el Perú, por otra parte, en la cual la guerra de Chile se convertía en el problema central a resolver. En su nuevo estado de animo, San Martín se reveló en todo su autentico valor, y en Maipo, el 5 de abril de 1818, obtuvo una victoria de consecuencias continentales sobre los ejércitos realistas de Osorio.

Debo advertir, sin embargo, que esta victoria la alcanzaba San Martín en la defensiva, cuando desesperadamente trataba de salvar a Santiago de la reconquista. Puede asegurarse que en Maipo triunfaba el táctico, pero quedaba maltrecho el estratega; el virrey del Perú, por medio de la expedición de Osorio, había logrado aplazar una vez mas los planes de San Martín, y ya los hermanos Carrera, sus adversarios americanos, habían sembrado la semilla de una revolución popular que no tardaría en darle, en las provincias del Plata, golpes mortales a la causa monarquista, de la cual San Martín era su mas enconado líder en el Sur.

Estos sucesos, marcan un nuevo rumbo en la mente del general y se convence en la necesidad de regresar a Buenos Aires, para buscar un restricto respaldo a sus proyectos, pues los resultados de lo últimos tiempos los colocaban en un segundo plano dentro de las preocupaciones de los gobernantes del Plata. Esta decisión encontró muchos contratiempos y descontento de la clase dominante chilena, insatisfecha con la influencia que, en los asuntos internos del país, había obligado a O’Higgins a tolerar a los argentinos y especialmente a San Martín.

Comprendiendo lo que sucedía a su alrededor y tomando en cuenta como el tranquilo y total dominio alcanzado sobre la situación política por los patricios chilenos dependía de las bayonetas del Ejército de los Andes, San Martín no dejó de apreciar objetivamente la importancia que para sus proyectos tendría el darle una oportunidad a la clase conservadora de Chile y de como cambiarían las cosas al definitivo abandono de la campaña del Perú par abrir paso a todas las divivisiones sociales que comenzaban a quebrantar la estructura sistemática política del naciente Estado del Sur.

San Martín sale silenciosamente de Santiago el 13 de abril, con sus fuerzas argentinas comenzando de nuevo el difícil ascenso de los Andes, para caer a la provincia de Mendoza nuevamente, donde acampó sus tropas para él continuar su marcha rumbo a Buenos Aires.

Pero para su sorpresa, allí en la Argentina todo ha cambiado a esa situación que había dejado en el año14, cuando los azares de la guerra le alejaron del Plata para colocarlo en los caminos de las grandes campañas libertadoras del mundo americano. El poder militar y político de la “Provincia Metrópoli” estaba prácticamente derrotado, porque en Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero y La Rioja, habían nacido grupos de nuevos caudillos, a cuya cabeza figuraban Ramírez, Bustos, López y Quiroga, quienes enarbolaban la bandera del Federalismo y se sostenían con las multitudes heterogéneas de indios y mestizos de las terribles y temidas “montoneras”, ahora preparadas para resistir con la fuerza cualquier nuevo intento de intervención, por parte de los “porteños” , en los asuntos que consideraban privativos de las provincias.

San Martín analiza con detenimiento esta grave situación y días después renuncia por el momento a obtener cooperación e Buenos Aires para su empresa peruana y se contenta con la promesa de un empréstito para sostener sus tropas en Mendoza a donde regresa a fines de julio, sin otra esperanza que un cambio de acciones en Chile.

Por fortuna para el general, en la nación chilena los acontecimientos no tardaron en tomar un curso favorable a sus planes. El frecuente uso dictatorial de las facultades extraordinarias, al cual se vio obligado O’Higgins para llevar adelante la empresa de disputar el dominio del Pacífico a la escuadra española, aumentó el descontento interno y pronto apreciaron de nuevo, en la clase conservadora, las ventajas de la proyectada expedición al Perú. “Al concebir el plan del ejército expedicionario a las ordenes de San Martín-dice Zenteno-, el gobierno de Chile no sólo cometió una hazaña heroica y digna de la gratitud de America; dio también un paso profundamente político para salvar la situación. Si no hubiera estado el Perú en poder de los españoles el año 20, no se sabe lo que hubiera sido de Chile, y es difícil calcular los resultados del descontento de la ambición”.

(Continuará….)


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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