Carta abierta a su Eminencia Cardenal Castillo Lara

Respetado Cardenal, seguimos los venezolanos extrañados una transmisión violenta este domingo 11 de enero, no anunciada en los canales privados, de su vehemente discurso con motivo de la culminación del año jubilar Coromotano. Nada más que el tinte político exacerbado de sus palabras volvió Cardenal a fustigar la fe de los católicos.

Usted dijo que en Venezuela se estaba tratando de implantar un sistema anacrónico, guiado por la violencia, usted recorrió las estadísticas de asesinatos en este gobierno. Me recordó el tinte de sus discurso las acciones desestabilizadores de la Jerarquía en Cuba, ejemplo de ello Monseñor Eduardo Boza Masvidal, o la misma lacaya Conferencia Episcopal Cubana que llegó afirmar que: "Entre Norteamericanos y soviéticos, no quedamos con los norteamericanos" (Carta Pastoral, Ni Traidores ni patrias. Cuba 24/09/59) Usted leyó un discurso que parecía preparado por Monseñor Porras o por la miserabilísima Coordinadora Democrática. Mientras el país lo escuchaba, le cuento qué pasaba: Pues centenares de venezolanos apagaron los televisores, otros lo cacerolearon al mejor estilo de los reaccionarios, otros como yo, católicos amantísimos de la Iglesia, les causó repugnancia su servil actuación.

Parecía que el pueblo que usted decía representar en su discurso no se llamaba Venezuela, sino oposición.

Perfecto habló de la división.¿Pero por qué estamos divididos?Acertadamente habló de la profanación de la imagen de la virgen. ¿Pero por qué profanan la imagen de la virgen e irrespetan la Iglesia?...Cardenal irrespetan la Iglesia porque los odian, no a la Iglesia sino a la jerarquía, que no apoya espiritualmente al pueblo humilde de Venezuela, no por cristianos sino por burgueses. Lo mismo sucedió en Nicaragua, en Cuba, en Chile con Allende.

Usted olvidó decir que la pobreza que usted fustigó cuyo mejor poema son los cordones de miseria a lo largo del país, y de los senos con el cáncer del hambre de los cerros de Caracas, empezaron precisamente con la democracia que usted defiende, ese sistema excluyente. Es acertado Cardenal hablar de división, pero también decir que hay desigualdad, entre los majestuosos almuerzos de un sector burgués que corresponde a las tres arepas con margarina que comen en los barrios día a día durante una semana. También es bueno recordar las cifras mortuorias, sin embargo, es prudente señalar como este sistema fue atrincherando a la población en situaciones esencialmente inhumanas que lo arrastraron a la pérdida de valores, y la indigencia. ¿O acaso Venezuela cuenta con el nivel de vida de Suiza, aún con todas nuestras señoriales reservas petroleras? Ahora, de cuál sistema anacrónico, habla usted. Desde que llegó este sistema participativo contemplado en la Constitución, ustedes han dicho que viene el coco, que viene el comunismo, ya llevamos cinco años y no veo el comunismo. Si precisamente lo personajes más radicales de lo que el Presidente llama la revolución, le critican las numerosas medida neolibares que ha tomado. Usted mejor que yo saben que Hugo Chávez lo que es realmente es un nacionalista.¿Puede ser pecado eso? Lo que en Venezuela se propone es un modelo alternativo al capitalismo, que el Santo Padre ha llamado "salvaje"; esto sin plantear el retorno al socialismo o al sistema que implantó la URSS.

Su eminencia, hay una diferencia abismal entre poder y autoridad .Las últimas y vergonzosas actuaciones del Colegio de Obispos, los ha destinado al más tristísimo lugar de incredibilidad, arrollándolos a ser un poder sin autoridad.

El poder depende de las prebendas, de los privilegios que se tiene al hablar y ser enfocados por las cadena comunicacionales del país, en cambio, la autoridad, compuesta de escasas ocho letras, es una virtud que la concede el pueblo, es un respeto que nace de las ejemplares actuaciones de quien ostenta el privilegio de la autoridad.

En meses pasados ya usted, con vehemencia fustigó la irreverencia de algunos ciudadanos durante el sepelio del Cardenal Velasco, cosa con la cual estoy de acuerdo porque los muertos se respetan, pero valdría la imprudentísima pregunta ¿Por qué se llegó a eso?... Llegamos a eso porque la Iglesia ha perdido en Venezuela su rol de orientadora, para convertirse en una suerte de mano que bendice olas desestabilizadoras, y cruzadas que atentan abiertamente contra los poderes constituidos.

Cabe preguntar, su Eminencia, dónde estarían ahora representativos miembros de la Iglesia como Fray Bartolomé de las Casas, Fray Pedro de Córdova, el Valiente Padre Montesinos, defensor de los indios o el Padre Francisco de Vitoria fundador del derecho internacional.¿De que lado estarían?.Sin duda alguna no estarían contra quienes ya desde la colonia han saqueado este país, despojando a los indios de sus tierra y condenándolos a la indigencia, que seguramente usted habrá visto desde su Mercedes Benz, varias veces en las ciudades de Venezuela.

El neoliberalismo, el libre mercado, el ALCA, nos conducen a eso que Ernesto Sábato llama el descarnamiento latinoamericano. Le invito impertinentemente su Eminencia, a que cada vez que mire a los indígenas, a los indigentes, recuerde que el silencio de algunos clérigos, la inmovilidad de algunos líderes, y en fin la sumisión de un pueblo abstraído en el oscurantismo, los condenaron a ser excluidos.

Yo no pudiera estar en esa cera, en ese pulpito arrogante y deshumanizado desde el cual usted habla, los cristianos nos toca llevar a la práctica la justicia social, expuesta fielmente por ese brillante dominico E. Welty, que no es otra cosa que dar a cada quien lo suyo. ¿Qué es lo suyo del pobre, Eminencia? ¿Lo suyo del pobre es la exclusión? Ciertamente acierta usted en decir que hay división, y la hay porque existe injusticia, acierta usted en decir que hay profanación, y la hay porque existe traición a la voz predicada en Puebla y Medellín, acierta usted en decir que la Iglesia no puede callar, pero creo que calló en la masacre generalizada de los pobres que se hizo en diciembre pasado, mientras en sus recepciones en la noche de navidad usted brindaba con quienes paralizaban las fabricas y asesinaban al pueblo.

Sus repentinos signos de moralidad, distan de su silencio en el conocidísimo caso de la barragana del señor Lusinchi, ante el cual sólo se escuchó la voz critica del beatísimo Monseñor Roa. Su escándalo por la división dista del silencio de usted y el colegio de Obispos mantuvo cuando desde los medios de comunicación se arremetía con adjetivos e improperios contra la "chusma chavista".Su repentina condena contra la utilización de la virgen en actos políticos, llega realmente tardías ante el silencio de por más de un año que usted y la CEV, mantuvo ante la virgen puesta en Altamira utilizada como icono de del odio hacia un sector del país.

Su Eminencia Cardenal Castillo Lara, escribo como un católico más, pero "Unum constituit multitudenem" (Uno es parte integrante de la multitud), como reza Santo Tomás, en la suma teológica. Es bueno hacer memoria su eminencia. Es bueno criticar los hechos tangibles, pero también hacer el esfuerzo por recordar las consecuencias. Pidiendo su cardenalicia bendición, me despido hondamente confiado. Atentamente


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Leocenis García, rebelión.org


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