En los últimos días hemos visto y tolerado, más de la cuenta, las arremetidas de los medios de comunicación en diversos temas para atacar la gestión revolucionaria y obviamente al Presidente Chávez. Los desaciertos de la oposición mediática van desde distintos flancos centro de su ataque, uno de esos frentes es la promulgación de las leyes habilitantes.
Esta supuesta defensa de una sociedad democrática que esgrimen los medios, tiene dos aristas fundamentales la desinformación y deformación de los contenidos de las leyes, por un lado, y por otro fomentar las condiciones para intentar una aventura sanguinaria e irresponsable como la denunciada en último tiempo.
La desinformación intencional de los medios, atenta contra el empoderamieno de nuestro pueblo de elementos que afianzan la democracia participativa y que están contenidos en leyes como por ejemplo la Ley Orgánica de Seguridad y Soberanía Agroalimentaria, que en su articulado consolida mandatos fundamentales de la Constitución de la Republica involucrando responsablemente a los ciudadanos y ciudadanas en materias que hasta ahora eran de competencia de las instituciones exclusivamente. Esto en miras de transferir dichas competencias a las organizaciones del Poder Popular, eliminando el burocratismo como practica y dando la posibilidad de defender los derechos como consumidores, tomando la ciudadanía el papel de garantes del abastecimiento, luchadores contra la inflación y acaparamiento, haciendo con ello un ejercicio de contraloría social en materia alimentaria.
Si este ejemplo no es una práctica democrática profunda, entonces ¿Qué es?
Ante esta andanada de mentiras lo que nos queda camaradas es divulgar, defender y empoderarnos de la aplicación de estas leyes que son un instrumento revolucionario y de referencia mundial.
Es por ello que contra el virus de la ignorancia mediática tenemos que fortalecer nuestra conciencia revolucionaria, informarnos es una obligación para poder ejercer nuestra soberanía que descansa indiscutiblemente en nosotros.
Este ejercicio soberano, impide que la ley del imperio imponga a través de sus trasnacionales el criterio de la regla de oro, que no es otra cosa que, el que tiene el oro hace las reglas, de allí, que la conducta y actitud del capitalista es de la prepotencia y de irrespeto a la autodeterminación de los pueblos.
En este orden entonces la defensa de las habilitantes no es otra cosa sino la defensa misma de la Revolución, del pueblo, del Presidente, es un asunto de Patria, del futuro de nuestros hijos e hijas……
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