Durante las maniobras de la Otan en Alemania, en plena Guerra Fría, 1985, el piloto estadounidense de un A10 “Warthog” me dijo: “Si logro mantener en la mira cualquier tanque soviético durante un segundo, lo puedo abrir por la mitad como si fuera una lata de cerveza”. Algo de eso fue lo que pasó en ambas guerras del Golfo. El Ejército y la Infantería de Marina emplearon más de 1.900 tanques “Abrams” y varios centenares del modelo M1 y M60 durante la “Tormenta del Desierto” en la Primera Guerra del Golfo. Los proyectiles de los tanques estadounidenses estaban compuestos de explosivos de alto poder y Uranio Empobrecido. Los irakíes tenían tanques soviéticos T72.
Los “Abrams” tenían cañones de 120 milímetros y los M1 y M60 disparaban con los de 105 milímetros. Aparte de la moderna tecnología en la dirección de tiro, el alcance y el poder de penetración de los proyectiles con Uranio Empobrecido, hicieron la diferencia.
Un “dardo” de 120 milímetros pesa 10.7 libras; y el de 105 milímetros, 8.5 libras. El alcance de los T72 era inferior a los 2.000 metros. El de los tanques estadounidenses llegaba alrededor de los 3.000 metros de tiro efectivo. Se sabe de por lo menos un caso en el que el blindaje frontal de un T72 fue penetrado por el disparo de un “Abrams” a 3.500 metros. Se estima que el blanco de mayor distancia lo produjo un tanque británico “Challenger” que destruyó un tanque irakí a 5.100 metros de distancia utilizando un proyectil con uranio empobrecido.
Según los datos disponibles, las fuerzas terrestres de los Estados Unidos dispararon, como mínimo, 14.000 proyectiles en combate y en los entrenamientos previos a la guerra en Arabia Saudita. Los “Challenger” británicos, al parecer, dispararon unos 100 proyectiles del mismo tipo en combate. Aparte de los miles de proyectiles disparados por el Ejército y la Infantería de Marina, la Fuerza Aérea de Estados Unidos utilizó intensamente los veteranos aviones antitanques A10 “Warthog”. Los A10 dispararon unas 940.000 municiones de Uranio Empobrecido en situación de combate.
Su cañón rotativo de siete tubos dispara munición de 30 milímetros; unas 4.200 por minuto. El peso de cada una es de 272 gramos. La diferencia en el impacto y la capacidad de perforación la da la gran densidad del Uranio Empobrecido.
Por eso le llaman el “Asesino de Tanques”.
Lo que dejaron atrás Cuando se produce combustible nuclear destinado a bombas atómicas o a reactores nucleares, el residuo obtenido es el llamado “Depleted Uranium” o Uranio Empobrecido. Lo que se utiliza en el campo civil y militar nuclear es el Isótopo 235, que sí puede ser fisionado. El U235 se encuentra en muy bajas proporciones en la naturaleza.
La industria nuclear necesita aumentar esa proporción de Isótopo 235. En ese proceso se genera gran cantidad de desechos radioactivos del llamado "Depleted Uranium" (DU) o "Uranio Empobrecido", así llamado porque está compuesto principalmente por el otro isótopo de uranio no fisionable, el U238 y una mínima proporción del U235. El "Depleted Uranium" (DU) es, por lo tanto, altamente tóxico y ra diactivo; y es, como queda dicho, un derivado del proceso de enriquecimiento del uranio.
De acuerdo a International Action Center fundado por el exFiscal General de los Estados Unidos Ramsey Clark, se le llama "Empobrecido" porque su contenido del isótopo U235 es reducido de 0.7% a 0.2% durante el proceso de enriquecimiento del uranio.
El isótopo U238 constituye el 99% del contenido de ambos tipos de uranio. El Uranio Empobrecido es 60% tan radiactivo como el natural. Su vida media es de 4.500 millones de años. Deshacerse de material radioactivo y almacenarlo en forma segura es un dolor de cabeza para cualquier potencia. Greenpeace nos ha dado reiteradas muestras de lo que significa su traslado internacional. A comienzos de los años 70, Washington comenzó a buscar soluciones.
Como este tipo de uranio es extremadamente denso, y lo disponen en grandes cantidades, se comenzó a pensar en su capacidad de impacto si se utilizaba en municiones y, además, en la posibilidad de entregarlo gratis a los fabricantes de armamento. Hasta la década de los 80 se comprobó en diferentes polígonos la capacidad de este tipo de munición para perforar blindajes.
"Yuma", en el Estado de Arizona, "Aberdeen" en Maryland y "Jefferson" en Indiana, fueron algunos de los campos de experimentación que hoy conservan la marca radioactiva de los proyectiles utilizados. Al comienzo de la década de los 90, en la Primera Guerra del Golfo, lo que me dijo aquel piloto de la Otan se pudo comprobar en combate.
Este tipo de proyectil destruyó la tercera parte de los 3.700 tanques de Irak. Un ejemplo dramático: uno de estos proyectiles "impactó la torreta de un T72, salió por el lado opuesto, e hizo blanco y destruyó a un segundo T72" que resultó estar en la misma línea de tiro.
La zona de impacto. Cuando un proyectil de este tipo impacta en una superficie blindada, la energía cinética se transforma en calor, y hasta un 70% del mismo se oxida instantáneamente; es decir, se quema espontáneamente, lo que crea una importante dispersión de partículas radioactivas de alta toxicidad. Es como disparar un aerosol con partículas de menos de 5 micrones de diámetro. Se considera que partículas de un diámetro inferior a 10 micrones son perfectamente absorbibles por la respiración de un ser humano. En los polígonos de pruebas se evidenció que la mayor contaminación se registraba en un radio de entre 5 y 7 metros en torno al vehículo impactado. Sin embargo, como resultado de explosiones o incendios, los vientos pueden esparcirlas hasta 30 kilómetros de distancia. Como el poder radioactivo sigue intacto, pueden contaminar todo lo que toquen, no solamente a los combatientes, sino a todo ser viviente; además de territorios y fuentes de agua; y entre sus consecuencias están las mutaciones y malformaciones genéticas, como las que se registran en los niños irakíes.
El 25 de abril el Ministerio de Defensa británico anunció que los militares que regresen de Irak "tendrán la posibilidad de realizarse exámenes para verificar el nivel de uranio empobrecido en sus organismos." (AFP). Un tribunal británico de apelación de Leeds, reconoció que el soldado Shaun Rusling, veterano de la Primera Guerra del Golfo, sí se encuentra enfermo del denominado "Síndrome de la Guerra Golfo", causa vinculada a la contaminación ambiental en la zona; la misma por la cual aún luchan en EEUU veteranos como el exMarine Dan Fahey, quien lleva una década estudiando la repercusión del Uranio Empobrecido en la salud humana. Por su parte el G8, en su reunión del mismo mes (AFP), apenas hace una mención a la eliminación de residuos tóxicos vinculado a este tema e ignoraron olímpicamente el Protocolo de Kyoto.
No debemos olvidar que, además de las dos Guerras del Golfo, este tipo de armamento fue ampliamente utilizado en la Guerra de los Balcanes, en la exYugoeslavia y en el Medio Oriente. Según la BBC: "Washington no cree que el Uranio Empobrecido suponga un peligro, y rechazó un estudio de la ONU según el cual todavía hay contaminación en BosniaHerzegovina causada por las armas que fueron utilizadas en 1994 y 1995”. Respecto a los proyectiles disparados en las dos Guerras contra Irak, la misma fuente (BBC, 14 Abril 2003) afirma: "Estados Unidos dijo que se niega a remover los restos de esas municiones después de que finalice el conflicto..." y titula: "El Uranio Empobrecido se queda en Irak".
Artículo públicado en Últimas Noticias 12/05/03.