Uno de los sitios en donde se hizo menos, aun en la constituyente, fue en la materia electoral. El viejo zorro Miquilena traidor, conjuntamente con otros elementos infiltrados que luego fungieron como Vice-Presidentes y Ministros, estaban claros desde un principio, que esto no era una revolución ni podía ni debía llegar a revolución; esto tenia que ser un cambio de hombres, cambio de agentes de dirección (AD-Copei), por otros (MVR y una derecha light, que por fin empieza a aparecer); ese era el plan del burro, aunque el que arriba lo arriaba quería una revolución; pero el burro (Que es el atraso y la costumbre), si el arriero es pirata, siempre termina imponiéndose.
En materia electoral, aun en la constituyente, no se “mató a la partidocracia”, como si lo ha hecho recientemente Ecuador, por nuevos actores, procedimientos y métodos de la sociedad civil organizada; ni se impuso un Tribunal Electoral Nacional sino que contradictoriamente, a pesar de habérsele dado carácter de poder autónomo a lo electoral, como lo planteó Bolívar en la Constitución Boliviana, se creo una sala electoral en el TSJ que subyuga y subordina al supuesto poder electoral “autónomo”, solo por el mero hecho de crear mas burocracia jurídica.
Resulta que ahora, ante tanta infiltración, desviación, corrupción y sobretodo conducta derechista, en la “revolución bonita”, una serie de compatriotas hemos montado tienda aparte, sin dejar de ser socialistas, bolivarianos y revolucionarios, por mas que Chávez hable paja de nosotros, a pesar que nosotros no hablamos de el, porque hasta ahora lo hemos considerado un mal necesario.
Esta tendencia nueva que insurge en el espectro ideológico nacional que es denominada de varias formas “alianza patriótica”, “chavismo disidente”, “socialismo revolucionario”, “izquierda radical” o revolucionaria, y nace de las filas del PSUV y/o del chavismo, amenaza con convertirse en una opción valida ante la desviación y posible traición que implica el llamado oficialismo; y por supuesto, como tendencia política desplazaría a la derecha opositora y a la derecha endógena.
Esto ha motivado que las derechas, tanto la endógena (PSUV oficialista) y la derecha exógena (Oposición, sobretodo la conformada por la vieja partidocracia cogollerica), hayan hecho un pacto no formal y secreto, pero que funciona tan eficazmente como los mejores pactos firmados con actas solemnes publicitadas; y su manifestación es en el CNE.
En el CNE, la derecha opositora e imperialista, sorpresivamente ha renunciado al petitorio de auditar todas las mesas (Conteo manual del físico de votos), y han permitido que el PSUV, nombre mayoritariamente los miembros de mesas, juntas regionales y municipales; y cuando vemos a los integrantes de esas juntas notaremos que son los chavistas más derechistas y anti-comunistas.
Esto no es un “descuido” de la derecha fascista, que son mucho más pilas y tenaces que los psuvistas; esto forma parte del pacto no expreso de las derechas con el fin de escalfar a la izquierda revolucionaria y disidente. Y agrego que este pacto no solo va en contra del chavismo disidente sino que ataca a una derecha renovadora y refrescante que también esta insurgiendo y molesta a la vieja partidocracia adeco-copeyana, ahora disfrazada de “nueva”.
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