El
fenómeno “Obama” realmente es impresionante. Ni un solo día pasa que alguien no me pregunta por Obama,
como si fuera el mesia o algun salvador que haya llegado para enterrar el
imperio racista y opresor para siempre. Provoca gritar obscenidades cada vez que se escucha una pregunta o
comentario sobre la “esperanza” y “cambio” que vendió la campaña más cara y
perfecta de la historia. ¿Qué pasó con todo lo que sabemos sobre la
manipulación mediática? ¿Las operaciones psicológicas? ¿Los intereses
imperiales? Sorprende escuchar voces del mundo aplaudir la elección de un
multi-millonario, oportunista, centro-demócrata, imperialista simplemente por
su color de piel
El
mundo estaba tan desesperado para un cambio en el país más poderoso que se dejó
engañar por los medios de comunicación, por los discursos empaquetados que
invocaban metáforos de esperanza y por la imagen de un hombre inteligente,
poético y moreno. Pero ya la vela se haya levantando, la euforia se esta
bajando y la resaca se intensifica
Con
el primer nombramiento a su nuevo gabinente, el presidente-electo Obama
confirma lo que la minoría no creyente sabíamos: su color de piel y su discurso
suave no significaba que no continuaría la misma política imperial y
capitalista que cualquier otro gobierno de Washington. Rahm Emanuel, su nuevo
jefe del gabinete, quien tendrá la principal influencia sobre la política de un
gobierno Obama, es un zionista, pro-Estado Israel, anti-palestino que aboga por
más fuerza militar y presencia de Estados Unidos en el Medio Oriente para
luchar contra el mundo musulman. Emanuel es pro-Guerra en Irak y apoya una
acción militar contra Irán. Clasifica a Venezuela como un país que apoya los
“estados terroristas” en el Medio Oriente (según Washington) y considera las
relaciones entre el país suramericano y sus aliados árabes como una amenaza a
la seguridad nacional de su país.
En
los próximos días, se conocerán otros miembros de su nuevo gabinente que vienen
de las antiguas administraciones de Bill Clinton, Jimmy Carter y hasta George
W. Bush, a quien pensaban esas voces celebratorias llenas de esperanza que era
la antítesis de Obama. En realidad, Bush es simplemente una ala extrema del
mismo gobierno, de los mismos intereses. Se ha hablado de Colin Powell como un
posible secretario de defensa o asesor de seguridad del presidente electo
Obama, o Richard Holbrooke en los mismos cargos. Ese duo fue responsable por la
primera Guerra contra Irak a comienzos de los noventa, y Powell tuvo un papel
principal en la segunda Guerra contra Irak en 2003 mientras que Holbrooke fue
arquitecto y ejecutor de los bombardeos contra Yugoslavia y otros países de
Europa Oriental. La misma política bélica, la misma visión imperialista. ¿Dónde
está el cambio?
La
“obamamania” es un gran show que se ha presentado al mundo. Es un producto que
se ha vendido a miles de millones de personas; un verdadero bestseller. Hasta la jihad en Irak – que aboga por la muerte
del imperio estadounidense – expresó en un comunicado su felicidad por la
elección de Obama y su esperanza de que todo cambiaría con el nuevo presidente
moreno de nombre árabe. No puede ser que los pueblos son tan ingenuos que
piensan que porque su nombre o su color de piel parece a los suyos tiene la
misma ideología o visión del mundo. Solo hay que recordar un nombre: Condoleezza
Rice. Como mujer, nunca tuve esperanza que Condoleezza lucharía por mi y las
mías, ni que transformaría la actitud patriarcal de Washington. Más bien era
obvio que solo perpetuaría lo mismo, debido a su propia ambición.
La fiebre Obama es alarmante, peligrosa y preocupante. Y puede matar si no se despiertan de la ilusión de que un nuevo día haya llegado en Estados Unidos. El cambio y la esperanza verdadera que existe en el mundo se encuentra en el vientre de América Latina, donde los pueblos en revolución se han levantado para liberarse de la dominación imperial y construir una nueva forma de sociedad colectiva, saludable y solidaria. No esperan que el norte se une al sur, hay que seguir adelante con la lucha por la humanidad sin falsas expectativas. Con Obama o sin Obama, ya Washington no es el líder mundial, son los pueblos del mundo que están asumiendo ese papel de liderazgo y que deben entonces dirigir sus sonrisas, su euforia y sus aplausos a ellos mismos.