En la práctica, la aplicación y detección de subversión e injerencia no es tan sencilla. Por supuesto que un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente y apoyado por una mayoría de su pueblo ejecutado por un gobierno extranjero es un acto claro de injerencia. Sanciones, bloqueos, sabotajes y declaraciones hostiles de un gobierno contra otro también constituyen injerencia, tanto como una invasión militar de grandes o pequeñas proporciones.
Pero la subversión es más silenciosa, discreta, escondida y ejecutada por una amplia red de actores – personas, instituciones, empresas, agencias gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y fuerzas armadas. Es una red tan grande, con brazos que se extienden por todos lados como una gigantesca telaraña, que se hace difícil saber dónde comienza y dónde termina; ¿quién está involucrado conscientemente y quién simplemente se quedó atrapado en la red?
Este no es un libro de conspiraciones. Pero tampoco aceptamos que sean coincidencias las conexiones entre entidades y actores que se encuentran dentro de los mismos círculos, promoviendo acciones parecidas y buscando lograr un mismo fin. Las personas, agencias, organizaciones, instituciones, empresas y estrategias incluidas en este libro tienen relaciones estrechas y lejanas, pero todas tienen una relación importante en el contexto de la dominación sobre países y pueblos soberanos que no se dejan subordinar a los intereses de Estados Unidos, sus aliados y las multinacionales que hoy en día controlan la economía mundial.
El enfoque principal de este libro es Venezuela, debido a las grandes agresiones que han sido ejecutadas en su contra desde la llegada al poder del Presidente Hugo Chávez y el comienzo de la Revolución Bolivariana, una revolución socialista que ha sido la inspiración y esperanza de millones de personas alrededor del globo que luchan por un mundo mejor. Además de Venezuela, las revoluciones socialistas han vuelto en otros países latinoamericanos, como Bolivia, Ecuador y Nicaragua, materializando a nivel continental lo que Cuba comenzó en 1959 con su gran Revolución.
Estados Unidos de Norteamérica ha perdido el dominio sobre su patio trasero. Las Américas ya no son suyas para explotar, saquear y utilizar para sus fines egoístas y consumistas. Esta realidad ha sido causa de una serie de injerencias en la región por parte de Estados Unidos y sus aliados, que buscan desestabilizar estas revoluciones y nuevos gobiernos socialistas, y volver el poder a la mano de Washington. Venezuela, particularmente, ha sido víctima de golpes de Estado, sabotajes económicos, guerras mediáticas, operaciones psicológicas, espionaje, infiltraciones y penetraciones dentro de los sectores revolucionarios, intervenciones electorales, intentos de magnicidio, incursión de paramilitares y otras actividades subversivas ejecutadas con la asesoría, financiamiento y dirección del Gobierno estadounidense, sólo durante los últimos ocho años.
Venezuela es el caso ejemplar de la aplicación de los mecanismos de injerencia y subversión, no sólo porque ha sido víctima de casi todos sino también por lo que representa – lo que tiene – el país. Venezuela es uno de los más grandes productores y exportadores de petróleo en el mundo, y es el país con las mayores reservas petroleras a nivel mundial. Esto ha transformado a Venezuela en no solamente el blanco del imperialismo estadounidense que busca reconquistar su patio trasero, sino también de las grandes transnacionales, organizaciones, agencias, individuos, instituciones e intereses financieros que controlan la economía mundial. Las mayores reservas del petróleo del mundo en un país con una Revolución socialista durante el Siglo XXI, cuando la energía vale más que el oro, atrae una combinación mortal: la batalla de las ideas junto a la batalla del dominio económico mundial.
Por eso, la familia más rica y poderosa del planeta, los Rockefeller, tienen tanto que ver con la injerencia y subversión en Venezuela como Manuel Rosales, dirigente de la oposición contra el Presidente Chávez y la Revolución Bolivariana. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos está involucrada en esta red de sabotaje, agresión y violencia contra Venezuela igual que un pequeño grupo desconocido de Belgrado, llamado Otpor. ¿Cuál es la conexión entre los Bilderberg, el grupo de empresarios, políticos y gobernantes más poderosos del mundo y los canales de televisión privados en Venezuela? ¿O entre estudiantes venezolanos, militares estadounidenes, la OTAN y el multimillonario George Soros? ¿Qué relación existe entre los movimientos separatistas de Santa Cruz en Bolivia, o del estado Zulia en Venezuela, o Guayaquil en Ecuador, y jóvenes en Ucrania y Georgia? ¿Sabías que los arquitectos de la Guerra contra Irak son miembros de un think tank (centro de estudios) que ha preparado un plan parecido contra Venezuela? Las respuestas a estas interrogantes y muchas otras se encuentran en las siguientes páginas.
En las juntas directivas de grandes multinacionales, como Chevron Corporation, Exxon Mobil, Carlyle Group, Verizon, Halliburton, Blackwater y otras, se encuentran los mismos nombres que los directores, asesores y miembros de instituciones supuestamente independientes como Human Rights Watch, Ford Foundation, Rand Corporation, Transparencia Internacional, International Crisis Group, Freedom House, National Endowment for Democracy, Cato Institute, American Enterprise Institute, entre otras. Entre esas empresas e instituciones, se encuentran también altos funcionarios de la CIA, el Departamento de Estado, el Pentágono y hasta de la Casa Blanca. Y personalidades de esas grandes multinacionales, instituciones supuestamente independientes de gran influencia, y agencias estatales de seguridad, defensa y política internacional también figuran en las listas de las tres organizaciones más poderosas del mundo: Grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral y el Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores “CFR”), las que se reúnen con frecuencia para tomar decisiones sobre el futuro de nuestros pueblos.
Desde sus altos puestos, utilizan las Organizaciones no Gubernamentales (ONG), como Súmate en Venezuela, o partidos políticos que ellos mismos financian y asesoran a través de sus aliados como el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI), la NED, la Fundación Konrad Adenaeur de Alemania o la Fundación FAES de España, para ejecutar sus planes subversivos. En caso de que no funcionen, una injerencia de mayor nivel, como la Guerra Climática o Biológica, o la Guerra Preventiva, es aplicada para lograr el objetivo, como el caso de Irak.
La Telaraña Imperial: Una Enciclopedia de Injerencia y Subversión no pretende ser un sabelotodo del intervencionismo. Hay muchos actores, entidades, agencias, organizaciones, instituciones y estrategias que no están incluidos en estas páginas. Por eso reiteramos que el enfoque principal de esta primera edición es Venezuela, aunque no nos limitamos sólo a cubrir la injerencia y subversión que afecta a este país. Los actores y entidades principalmente destacados en este libro son transnacionales, como el Banco Mundial, la Mossad y el Complejo Militar Industrial. La manera en que afectan y atacan a Venezuela sucede de forma igual o parecida a Bolivia, a Ecuador, a los países africanos y árabes, y hasta a Rusia.
No hay una entrada – persona, institución, empresa, agencia, ONG, think tank, estrategia – que sea más importante que la otra. No hay un ente que por sí solo represente el centro de esta red, todos están relacionados y pegados al deseo de lograr la dominación mundial del mercado libre y el sistema capitalista-consumista. Esta es la Telaraña Imperial; conócela bien, porque si no podrías quedar atrapado por inadvertencia en su red mortal.