Crítica y contrarrevolución

El Partido Socialista Unido de Venezuela se encuentra en una coyuntura que requiere, de manera obligatoria, que prevalezca el pensamiento crítico. Es hora de debatir, discrepar, expresar argumentos un tanto irreverentes, libres de adulancias o, para citar al propio Presidente Chávez, tremolar ideas subversivas.

Lo peligroso de este asunto es que un sector por demás influyente resultó derrotado en las elecciones del 23-N y en este momento sufre de una hipersensibildad que lo hace considerar las críticas justas y pertinentes como irrespetos imperdonables.

Durante mucho tiempo han estado acostumbrados a figurar en el entorno más próximo al poder, percibidos por la base popular como extensiones del líder máximo y, por lo tanto, a salvo de cualquier señalamiento que ponga de relieve una conducta poco ética o, peor aún, francamente impropia del cogollo socialista.

Así pues, los que pretendemos esbozar alguna inconformidad corremos el peligro de ser tildados por los responsables de la derrota y sus asociados como contrarrevolucionarios, pitiyanquis y enemigos de la causa. Quien se meta a redentor puede terminar crucificado.

Con todo y eso habrá que asumir la ingrata tarea de lanzar la primera piedra arriesgándonos a morir lapidados.

Se cometieron errores de los que no está exento el camarada presidente, quien lleva la voz cantante y prácticamente única en el gobierno, el partido y en cualquier otro sitio donde se encuentre, sin interlocutores que se atrevan a llevarle la contraria o a decirle francamente que a veces se equivoca. De hecho, hay quienes piensan, yo entre ellos, que el estilo de gobernar a través de Aló Presidente no le conviene a un país donde las críticas contra la corrupción, el nepotismo y la imposición de pseudos-dirigentes son temas inmencionables en público y en privado.

La campaña electoral fue una rebatiña de millones que en buena parte se quedaron en manos de los repartidores, creando disgusto en las bases del PSUV.
A todas estas el socialismo, aún en su fase embrionaria, no se materializa en la práctica, mientras el derroche y la ineptitud constituyen la regla y no las excepciones.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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