Es lógico y natural que en el seno de nuestro pueblo, del movimiento socialista y revolucionario bolivariano; a nivel de la calle, centros de trabajo, comunidades, campos, cuarteles, milicias populares, se esté debatiendo sobre los resultados electorales del pasado 23 de noviembre. Hecho saludable y positivo que debe continuar y profundizarse.
El tema es vasto y complejo, tanto por la extensión de Venezuela y la especificidad política de cada Estado y cada municipio, sin embargó hay aspectos comunes a todo el proceso que nos permiten analizar éste para entender los avances y las victorias obtenidas como también los fracasos.
Desde nuestro punto de vista como nunca antes las elecciones del 23 de noviembre activaron la lucha de clases en Venezuela, esa confrontación fue tan evidente que marcó la dinámica política durante todo el proceso y las fuerzas contendoras pudieron desarrollar sus estrategias; unas, las bolivarianas, potenciando los logros y avances del proceso de cambio que se vive en el país desde 1999, con el añadido de la presencia activa y dinámica del presidente Chávez en cada estado y de un partido revolucionario, el PSUV, que se estaba estrenando masivamente en estas lides, lo que suponía inexperiencia y falta de garra en algunos casos y carencia real de organización en otros.
Por su parte, las fuerzas de la derecha, de la contrarrevolución oligárquica, jugaron a varios escenarios políticos, desde el golpista –plan que fuera oportunamente debelado y donde están involucrados desde el grupo 2D, la oligarquía mediática en pleno y la constelación de partiduchos, grupúsculos e individualidades– hasta la participación masiva propiamente dicha en el proceso electoral. Estrategia que se basó, en el caso de Caracas –comunidades de Catia, Antímano, etc.– en la penetración de muchas de esas comunidades y el financiamiento –con dinero aportado por el gobierno norteamericano– de proyectos y programas de “democracia capitalista”, profundamente anti-socialistas y anti chavistas, logrando o neutralizar o ganar para ellos sectores populares de esos municipios.
Tiene mucha razón la compatriota Eva Golinger cuando señala esa penetración: “No son sólo los 4.7 millones de dólares invertidos durante el 2008 por la Agencia Internacional del Desarrollo de Estados Unidos (USAID) y la National Endowment for Democracy (NED), y sus agencias afiliadas, en la campaña opositora para las elecciones regionales del pasado 23 de noviembre, sino también son los más de 50 millones de dólares otorgados y utilizados, junto a una asesoría experta del Norte, desde el año 2000 para construir una base sólida de la oposición venezolana que a partir del 2004 comenzó a enfocar sus objetivos en la penetración de las comunidades afines al chavismo y los sectores estudiantiles”.
Pero, evidentemente, para que las fuerzas de la contrarrevolución pudieran hacer ese trabajo de zapa, era necesario la debilidad ideológica, el bajo nivel cultural, el descontento, la frustración y el pesimismo de muchos sectores populares que no sintieron el beneficio de los gobiernos locales como el del alcalde Rangel Ávalos, que durante 8 años dejó perder enormes oportunidades de consolidar el poder popular en Petare. Un balance de su gestión en ese sentido arroja saldos negativos y de eso se aprovecharon los enemigos.
Pero no fueron sólo los desaciertos políticos del gobierno municipal de Rangel en el Municipio Sucre, a ello se debe agregar la muy deficiente gestión del Alcalde Mayor, Juan Barreto en prácticamente toda el área metropolitana, desde la no disolución de la Policía Metropolitana que venía de una estela de sangre, crímenes y corrupción hasta gobernar con factores enemigos del proceso, pasando por los enfrentamientos casi públicos con el alcalde Bernal, en Caracas.
Esa fue la debilidad que captó el adversario y allí trabajó incansablemente sobre los sectores más atrasados políticamente, más desclasados y más vulnerables, porque, con todo y ese trabajo, el pueblo consciente del municipio Sucre votó por los candidatos revolucionarios, el negro Aristóbulo y Jessy Chacón. Allí están los números. La efectividad de las políticas del enemigo estuvo en los que no votaron o la minoría que votó por ellos. Sólo en el municipio Sucre se abstuvieron –sobre todo en las zonas populares– 172.588 votantes, es decir, el 39,18%, cifra suficiente para que ganaran los dos magníficos candidatos de la revolución. Pero funcionó, además, la compra del voto-conciencia de sectores pauperizados, algunos buhoneros, desclasados, delincuentes, quienes sufragaron por la opción de la derecha fascista una vez que tuvieron el dinero depositado.
Precisamente por carecer de una conciencia de patria y de clase sólida, nada les interesa el mañana de un país soberano e independiente o beneficios como la pensión de los adultos mayores, la eliminación del analfabetismo en el país, las infinitas posibilidades de estudiar lo que se desee y obtener becas, las Misiones que generan conocimientos y oficios, en fin, muchísimos beneficios en la redistribución de la riqueza petrolera que hace el gobierno revolucionario.
El voto oligárquico fue masivo, entubado por candidatos irrelevantes o desconocidos como Ledesma, Ocaris o Stalin. Esta vez el marketing no era la venta del candidato, ¡esos eran los candidatos de la oligarquía y del imperialismo! y por ellos debían votar para cerrarle el paso al chavismo representando en Istúriz, Chacón y Jorge Rodríguez. Una línea única. Funcionó el votó clasista, burgués, oligarca, por la defensa de sus intereses, los candidatos son simples monigotes para ser manejados para los planes contrarrevolucionarios por el embajador y el gobierno norteamericano. ¿Alguien puede creer, por ejemplo, que el viejo Ledesma tiene garra y carisma para gobernar, después de su trayectoria entreguista, traidora del pueblo, represiva cuando gobernó Caracas a nombre de AD? ¿A quiénes puso en lugares relevantes de la nueva administración? A dos fascistas convictos y confesos, golpistas hasta los tuétanos como Leopoldo López y el pseudo periodista Xnnnnnnn Xbbbbbb. Ya ese solo hecho habla de lo negativo que le viene al pueblo de Caracas y Petare y como va a crecer pronto la conflictividad artificial y los enfrentamientos con el pueblo, con los consejos comunales.
Además, la burguesía, la oligarquía y la sempiterna traidora clase media de los municipios El Hatillo, Baruta y Chacao votó en masa por sus “candidatos”, conscientes de que al hacerlo podían inclinar la balanza a su favor en la Alcaldía Mayor, en el Municipio Sucre y en el estado Miranda, como en efecto ocurrió.
En cuanto a Miranda, a la luz de los hechos se está demostrando que la elección de Diosdado Cabello como candidato fue un craso error, su negativo y errático gobierno, su carencia de visión estratégica y de políticas comunicacionales, produjo un efecto adverso en un electorado que, en la mejor tradición electoralista cuatorepublicana, le cobró a la revolución, que no al deficiente gobernante Cabello, su gestión con el llamado ‘voto castigo’. No desmontó el aparato golpista y burocrático sembrado en la Gobernación por el golpista corrupto Enrique Mendoza, que conspiró durante 4 años contra Chávez. Se le agrega la despiadada y sistemática campaña de Luis Tascón, enteramente al servicio de la derecha, contra Diosdado con acusaciones no soportadas de que éste era corrupto.
En Caracas no pudieron ganar los contrarrevolucionarios pese a la cuestionable gestión de Freddy Bernal en muchos sentidos: se lo comió la basura, el hampa desbordada, los huecos de las calles, problemas estratégicos de la ciudad junto al problema de la economía informal que al final fue en general resuelta. Por supuesto que hubo logros y embellecimiento, pero… el aparato de la derecha en la Alcaldía siguió, en general, intacto, conspirando, obstruyendo, saboteando. ¡Ojo Jorge Rodríguez, cúrate en salud!
¿Qué ocurrió en Caracas que la derecha no pudo repetir lo del Este y Petare?
Porque el voto caraqueño fue un voto consciente, clasista, patriota, revolucionario, socialista, chavista. Pese a sufrir las consecuencias de los problemas que acogotan la ciudad, el caraqueño, el ciudadano pobre, el de los barrios, el trabajador explotado, la mujer luchadora, ese y esa que ha recibido los beneficios de Barrio Adentro, de las Misiones, que ha mejorado su standard de vida, no cambió su revolución por un derechista del pasado como Ledesma y menos por un muchacho inexperto como Stalin, de la estirpe reaccionaria y burguesa de Goicochea, estudiante fascista o de Dixon Moreno, aberrado sexual enconchado de por vida en una embajada. El caraqueño percibió que ese joven, ilustre desconocido, era sólo un vulgar instrumento de la derecha golpista.
Por otra parte ese fue un voto de confianza hacia Chávez, pues en medio de la terrible crisis capitalista, de la baja sensible de los precios del petróleo, las inversiones gubernamentales en las Misiones y planes sociales continúan.
¿Dónde ganó la derecha en Caracas?
En parroquias como El Recreo, San Pedro, Altagracia, Santa Teresa, El Paraíso, Candelaria, San Bernardino. En aquellas parroquias de la clase media en sus diversas expresiones económicas, saturadas muchas de descendientes de emigrantes europeos la mayoría franquistas, fascistas de España, Portugal, Italia, Israel, con consolidadas posiciones económicas y propietarios todos de empresas y servicios. Es decir, esas son las parroquias más conservadoras y reaccionarias, las de más recursos e infraestructura pero las menos patriotas y venezolanistas.
La importancia estratégica del triunfo del PSUV en Caracas y en la mayoría de las alcaldías de Miranda, incluyendo Los Teques, la capital, cura con creces la desgarradura de la pérdida de la Alcaldía Mayor y de la Gobernación de Miranda –de nuevo en manos del fascismo y de un siniestro personaje como lo es Carriles Radonski, el asaltante de la Embajada de Cuba en abril de 2002–. Sin dudas que el triunfo de Jorge Rodríguez en Caracas es el triunfo del socialismo, del poder popular, de la organización de las masas caraqueñas organizadas para profundizar la revolución social y cultural, la revolución bolivariana. Las derrotas cercanas nos obligan a reflexionar y a profundizar en las causas de esos fracasos, ser justos y ponderados en la crítica, pero severos y contundentes al hacerla; ser críticos y auto críticos, esa es la máxima de un buen revolucionario. Igualmente nos obligan a prepararnos para las luchas que vienen, pues los derechistas ganadores no vienen a gobernar sino a tratar de subvertir el proceso y derrocar a Chávez, preparémonos.
humbertocaracola@gmail.com