No solté carcajadas porque había visita en mi casa y no sabía si las amigas y amigos de uno de mis hijos, se podrían incomodar si me preguntaban de qué me reía y me hubiese visto obligado a explicarles por qué. Veía televisión y me acordé de aquellos “cantos de ballena”, o del hospital que él personaje puso en servicio asegurando que prestaría servicios “las 24 horas del día y también en la noche…”, rememoraba las barrabasadas verbales del personaje público a quien dedico este artículo de opinión. Sucedió el Viernes 28 de Noviembre 2008 viendo la interpelación a un pintoresco integrante de la política venezolana, citado por la Asamblea Nacional para averiguar algunas de las irregularidades entre las tantas en que a todas luces ha incurrido este caballero, quien afirma ser maestro, vergüenza para el oficio de educador, pues es lo que menos ha hecho en su vida y confesó haber abandonado la actividad docente en 1979, para vivir de la política. El interpelado, aseguró haber beneficiado “cientas” de familias, “cientas…”, así se expresó cuando dijo “beneficie cientas de familias desde la gobernación del Zulia”. Se llevó más asesores que un equipo de beisbol, se hizo acompañar por catorce asesores, catorce ayudantes y… al principio de la interpelación, pretendió que sus acompañantes profundizaran en las respuestas, hasta que entendió, cuando sus neuronas se lo permitieron después de varias explicaciones, que era él, Don Manuel “beneficiencia” Rosales Guerrero, el interpelado, no sus asesores quienes podían responder, aprendiendo que en una interpelación ante el Poder Legislativo los asesores o ayudantes deben limitarse a decirle que decir, a asesorarlo, porque no pueden intervenir en lugar del interpelado compareciente. Este señor dijo cualquier cantidad de veces BENEFICIENCIA en lugar de BENEFICENCIA, razón que me motivó a desarrollar esta opinión, para vengarme del fastidio de tener que oírlo por interés periodístico esperando que la cosa se pusiese interesante, peeeeero en esa primera parte me quedé dormido después de la una de la tarde. Varias veces el muy “ilustrado” ex candidato presidencial, ex gobernador del Zulia y ahora electo como Alcalde de Maracaibo, hizo gala de su verbo y dijo que la Lotería del Zulia se dedicaba a obras de BENEFICIENCIA, seguramente porque en su sesera de “maestro” no le pasó nunca por la cabeza agarrar un diccionario, o “coger” un diccionario, como dicen en dialecto zuliano, tampoco hizo caso cuando alguien le decía “mirá Manuel, cojé el diccionario p´a que aprendáis…”. Si lo hubiera hecho, Manuel Rosales sabría que la palabra es BENEFICENCIA y significa “HACER EL BIEN”. Queda visto y oído que el término beneficiencia… sólo existe en el “burro ilustrado” que tienen por cultura general personajes de nuestra política vernácula a quienes nunca se les ocurre investigar en los diccionarios. A lo mejor luego de esta explicación, el hombre de la famosa frase “peras al horno” cuando quiso repetir la frase “no se le pueden pedir peras al olmo”, nos sorprenda lanzando un desgarrador grito de triunfo para preguntar ¿¿¿el laru…. qué…???, cuando alguien le recomiende el Pequeño Larousse ilustrado para que aprenda el significado de palabras que no conoce, entre ellas be-ne-fi-cen-cia. Sin embargo, en honor a la verdad dificulto que ese tipo de aprovechadores de nuestra politiquería de la clase de los que lo niegan todo con un caradurismo espectacular, haya tenido alguna vez en su poder un diccionario, menos entonces se le va a ocurrir consultarlo…
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