Las elecciones regionales del 23N fueron un termómetro indiscutible del panorama político venezolano y han dejado en evidencia una serie de elementos para la discusión:
1) El Partido Socialista Unido de Venezuela se consolidó como primera fuerza política del país al conquistar 17 gobernaciones de 22, y 269 alcaldías de 335, un hecho sin precedentes en la historia contemporánea de Venezuela, ya que es toda una hazaña para una organización política con menos de un año de fundada.
2) Se logró una cifra récord de participación en elecciones regionales, que se situó en un 65%, lo cual revela un alto nivel de “politización” en la sociedad venezolana y eso se lo debemos al proceso de cambios que vive nuestro país.
3) Se pulverizó la “leyenda urbana” propalada por el oposicionismo de que “el CNE no es confiable”, ya que ganaron en 5 estados y se les reconoció la victoria de inmediato. A los escuálidos se les acabó el discurso del fraude electoral, de las captahuellas que “leen la mente” (¡!), de las supuestas inconsistencias del padrón electoral y de las máquinas de votación controladas por “un satélite ruso” (¿?). Vuelven a quedar en ridículo.
4) El sistema electoral de Venezuela se reafirmó como el más rápido, moderno y confiable del planeta, todo un ejemplo de calidad y profesionalismo para exportar.
5) El PSUV le sacó al partido más votado de la “oh-posición”, léase Un Nuevo Tiesto, casi 4 millones de votos de ventaja. El PSUV obtuvo 4.920.171 votos y la tolda de Burrosales sólo 1.158.412. En conjunto, el proceso revolucionario –más las organizaciones aliadas- le llevó la delantera al oposicionismo con aproximadamente un millón 300 mil sufragios más, ya que la “coalición” revolucionaria contabilizó 5.541.942 votos y la “oh-posición” sólo 4.342.109.
6) El oposicionismo ganó primordialmente en las zonas urbanas y en márgenes muy ajustados, sobre todo en aquellos lugares donde hay mayor penetración de los medios de comunicación privados como Globoterror: Miranda, Carabobo y el Este de Caracas, en el caso de la Alcaldía Mayor. Táchira y Zulia, por su localización fronteriza, están bombardeados día y noche por los transmisores de televisión de canales colombianos como RCN y Caracol, y por estaciones de radio, en onda media y FM, pertenecientes a las mismas cadenas. Ante la incompetencia de los políticos de la “oh-posición”, los medios deben seguir haciendo el “trabajo sucio”.
7) Sin embargo, en Nueva Esparta el contexto fue más complejo. Primero, el PSUV cometió un error garrafal al lanzar de candidato a quien había quedado de segundo en las primarias. Segundo, al ser Nueva Esparta una entidad netamente turística, ésta ha sido sometida a un proceso de transculturización y penetración extranjera muy severo, por parte de agentes encubiertos foráneos. Eso no puede obviarse.
8) El proceso revolucionario ha mostrado la variación lógica de votos –en sus filas- de actos comiciales distintos en su naturaleza; dependiendo del tipo de elección, sea presidencial, regional o parlamentaria, habrá un número determinado de sufragios y siempre la tendencia numérica irá en ascenso si está en el tapete la figura de Chávez. Por ejemplo, en las presidenciales de 2006 se alcanzaron 7 millones 300 mil votos, aproximadamente, cuando apenas en el ratificatorio de 2004 se habían cosechado unos 5 millones 800 mil; por el contrario, en el referéndum de un año después (2007) se bajó a 4 millones 300 mil; y en las elecciones del 23N se subió de nuevo a 5 millones 500 mil votos aproximadamente. La autocrítica revolucionaria sería: ¿por qué después de tantos años no se ha logrado que las masas “rojas, rojitas” tomen con ídem seriedad y compromiso otro tipo de elecciones tan trascendentales como las presidenciales? La falta de formación ideológica parece ser la respuesta.
9) La “oh-posición”, por el contrario, ha registrado prácticamente la misma cantidad de sufragios desde 2004 y el 23N perdió casi 300 mil votos con respecto al resultado del 2D. La barrera psicológica de los 4 millones de votos mantiene estancado al oposicionismo en un fenómeno preocupante. Si en años recientes ha crecido el padrón electoral y todos los días hay jóvenes que cumplen los 18 años, quienes por lo general se inscriben en el Registro Electoral Permanente de sus circunscripciones, ¿por qué el oposicionismo no levanta cabeza? ¿Adónde se van esos noveles votantes de la clase media y alta? ¿Ni siquiera Globoterror o el “affaire-RCT-fuiste” han logrado convencer a su propia juventud de votar contra Chávez? La “oh-posición” no crece y sólo se ha aprovechado de esos “15 minutos de fama” que le obsequian algunos de los militantes del proceso que no van a votar. Así de rudo.
10) Que Ledezma, Ratonsky y Burrosales -que deberían estar presos desde hace mucho- hayan recibido los votos de la “culta” y “democrática” masa opositora, los coloca como los paradigmas del “peor es nada” político. Sufragar por un delincuente por la simple motivación de “votar contra Chávez”, es el “non plus ultra” de la desesperación y la disociación psicótica. ¡Patético!
En relación con la propuesta de enmienda lanzada en días recientes, la cual se convierte en una jugada magistral de Chávez para neutralizar el “triunfalismo de caimanera” del oposicionismo vernacular, nos gustaría hacer las siguientes apreciaciones:
1) Según la extraña lógica del oposicionismo, reforma y enmienda es lo mismo (¡!). Bajo la argumentación de que la propuesta de postulación continua fue rechazada el 2D, olvidan los oposicionistas la definición de “reforma” y “enmienda”. Vamos a refrescarles la memoria. De acuerdo con el DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), reforma es: “(…) Acción y efecto de reformar o reformarse. Aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo (…)”. Si nos adentramos más en el significado, el verbo “reformar” dice: “(…) Volver a formar, rehacer. Modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo (…)”. Por su parte, enmienda es: “(…) Acción y efecto de enmendar. Propuesta de variante, adición o reemplazo de un proyecto […] En los escritos [jerga del Derecho], rectificación perceptible de errores materiales, la cual debe salvarse al final (…)”. Si buscamos el verbo “enmendar”, hallamos lo siguiente: “(…) Arreglar, quitar defectos […] Variar el rumbo o el fondeadero [jerga marina] según las necesidades (…)”. Evidentemente y a la luz de las definiciones suministradas con anterioridad, una reforma es una acción integral y de fondo para modificar algo, y una enmienda es una rectificación, adición o supresión que no afecta de manera extensiva la estructura de algo. Si no fuese así, la Constitución no estableciera la reforma y la enmienda como mecanismos distintos; el artículo 340 es diáfano y contundente: “La enmienda tiene por objeto la adición o modificación de uno o varios artículos de esta Constitución, sin alterar su estructura fundamental (…)”. Hasta un niño de kindergarten lo entendería: el 2D se frustró la aprobación de un cúmulo de 69 artículos a la Constitución de 1999, los cuales modificaban de manera considerable la Carta Magna. La propuesta de enmienda sólo busca la reformulación de un fragmento del artículo referente a la reelección del Presidente o Presidenta de la República (art. 230) y ni siquiera trastoca su concepción. En definitiva, quien sostenga la “pirotecnia discursiva” del supuesto paralelismo semántico entre reforma y enmienda, es un delirante analfabeta funcional.
2) La figura de la postulación continua existe en muchos países del mundo. En Europa, tomaremos el ejemplo de un modelo presidencialista: Francia. El artículo 6 de la Constitución Francesa demarca un período de 5 años para el Presidente de la República. El Presidente se puede postular cuantas veces desee y no por eso Francia deja de ser un modelo de democracia. Bajo esa premisa, François Miterrand gobernó 14 años y Jacques Chirac 12 [*]; el primero (socialista) no siguió un tercer mandato porque ya estaba gravemente enfermo y murió al poco tiempo de abandonar el cargo. El segundo (gaullista) declinó volver a postularse debido a los escándalos de corrupción que lo salpicaban desde hace años. Otro país donde existía la figura de la postulación continua, aunque los “pitiyanquis” no lo crean, era ¡Estados Unidos! Hasta la primera mitad del siglo XX, los presidentes del Imperio podían reelegirse cuantas veces los Colegios Electorales lo quisieran. Precisamente, la Vigésima Segunda Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, ratificada el 27 de febrero de 1951, finalmente limita el mandato presidencial a dos períodos consecutivos [**]. ¿Cómo la ven?
3) La postulación continua no violenta la alternabilidad y mucho menos la democracia como sistema, ya que al final quien decide si un presidente se queda o se va, es el pueblo.
4) El proyecto de país propulsado por el Gobierno Bolivariano, es un plan a largo plazo y que requiere de una coherencia estratégica. Es la antítesis de lo que fueron los “turnos-al-bate-de-5-años” de la infame Cuarta República, que sólo servían a la corrupción, al clientelismo y a la anarquía en políticas de Estado.
5) Los capitalistas se reeligen “ad infinitum” como presidentes de sus empresas explotadoras y nunca hemos visto a los obreros o empleados de una compañía votar por su junta directiva, verbigracia. Eladio Lárez es presidente de “RCT-fuiste” desde 1986 y aún nos preguntamos si él fue elegido en una votación directa, secreta y universal dentro de las instalaciones del canal de Bárcenas. ¿Quién ha ratificado a Eladio Lárez durante más de 20 años en su puesto de presidente del ex canal 2, los trabajadores o los accionistas? ¡Adivinen! Los que menos practican la democracia, son los que más hablan de ella.
6) Al igual que en la propuesta de Reforma de 2007, en la actual iniciativa de enmienda el “dolor de cabeza” del oposicionismo no es la postulación continua. ¡Para NADA! La verdadera pesadilla subyacente es: ¿quién derrota a Chávez? ¡He allí el papelón! El terror de la “oh-posición” es que de sus entrañas NUNCA salga una ficha que pueda revertir el resultado en las urnas y que –en consecuencia- Chávez pueda ser reelegido en reiteradas oportunidades. El miedo al veredicto del “hoi-poloi” ha encerrado de nuevo al oposicionismo en un callejón sin salida.
El actual panorama preelectoral se perfila muy interesante y combativo en el terreno de las ideas. La ineptitud de la derecha al asumir la bandera de la “inconstitucionalidad” en relación con la enmienda, esquivando así la discusión de fondo y el contraste ideológico, la encamina a una de sus derrotas más vergonzantes y humillantes. Palabra cierta.
ADÁN GONZÁLEZ
Tesista de Idiomas Modernos en la UCV
[*] Hasta el año 2000, el período presidencial en Francia era de 7 años. La reducción a 5 años fue sometida a referéndum el 24 de septiembre de 2000 y se admitió. La abstención fue de casi 70%.
[**] No es casual que la enmienda haya sido sancionada poco tiempo después del fin de la Segunda Guerra Mundial, con un complejo militar-industrial fortalecido y victorioso. Con la limitación a dos períodos presidenciales consecutivos, la oligarquía estadounidense se aseguraba de complacer tanto a republicanos como a demócratas. Un “favor político” que siempre será agradecido por ambas toldas.