1. La alta clase política y empresarial, pagándole muy bien a los medios informativos (TV, radio, prensa), se han encargado de difundir que la crisis económica nos viene de afuera y, por tanto, ellos son buenos administradores del país. En México estamos hasta la coronilla (por no decir “hasta la madre”) con ese argumento con el que buscan engañar y verle la cara de tonto al pueblo. Repiten que la crisis viene de afuera cuando desde 1982, en particular desde hace ocho años de gobiernos panistas, la producción, el desempleo y los salarios de la mayoría de la población se han desplomado. Cuando desde hace más de 25 años la migración a los EEUU, la llamada delincuencia y la pobreza han crecido al triple entre 60 millones de trabajadores. Lo que debe decirse es que sobre nuestra profunda crisis ocasionada por la explotación y los malos gobiernos, ahora se agudiza con otra crisis. Como dicen popularmente por aquí: “llueve sobre mojado”.
2. Mientras
más repite la TV que “México no tiene ninguna culpa de la crisis porque viene de
afuera” el pueblo pobre ingenuamente acude más a su religión y a su Dios para
pedir que la crisis “que viene” no sea tan severa. ¡Qué maravilloso argumento de
los empresarios y del gobierno para que las fábricas y demás negocios despidan a
obreros, los obliguen a no pedir aumentos, les impidan movimientos de huelga y,
además, tengan todo el pretexto para pedir, tras falsear quiebras de empresa, el
pago del rescate millonario permanente! Las crisis, por el contrario, deben ser
aprovechadas para organizar el descontento de los trabajadores para enfrentar a
los gobiernos y los empresarios porque éstos y nadie más, son los culpables de
las continuas bancarrotas del sistema. Las crisis deberían ser un buen detonante
para la revolución social, pero desafortunamente la burguesía cuenta con mejores
elementos de control político, ideológico y militar
3. ¿Viene entonces la crisis del cielo o la envió Dios como castigo a la ya tan pecadora humanidad? ¿Viene de los EEUU a pesar de ser para sus admiradores y súbditos el modelo de democracia y libertad? ¿Por qué no se reconoce que las crisis son provocadas por el mismo sistema capitalista que en sus afanes de hacer más negocios, en su impulso de acumular más ganancias y capital explota más y más a los trabajadores y en la búsqueda de producir artículos para vender caro, llega un momento en que la gente se queda sin dinero para consumir? ¿Por qué se silencian las inversiones multimillonarias en dólares por los EEUU en la invasión a Afganistán, a Iraq, a Gaza, así como la batalla económica por el dominio mundial que sostiene los EEUU con otros países como China, Japón y Europa? En tanto los yanquis se proponían saquear el petróleo de esos países, las fuertes luchas defensivas de los pueblos han impedido a EEUU recuperar sus pérdidas.
4. En las crisis capitalistas (todas las veces) casi todos pierden pero hay unos pocos que sí ganan. Sólo pierden los pobres, las clases medias y algunos pequeños ricos que no pudieron competir o se equivocaron en los negocios. Pero pregúnteles a los fabricantes de armas para las guerras, a los compradores de negocios fracasados en quiebra, a los negociantes de petróleo a la baja, a los que monopolizan y embodegan productos para luego venderlos caros, a los hábiles dueños y jugadores de las bolsas de valores que en una jugada se embolsan cientos de millones, a los altos funcionarios políticos (con sus familiares y amigos) que se enteran antes de una devaluación o a los que reciben rescates muy arriba de su “pérdidas”. En las crisis económicas no “todos pierden”; no seamos tontos al creer en las palabras de los grandes capitalistas y los medios de información que están a su servicio. Las crisis sirven para apachurrar más a los débiles y para que los ricos sean más ricos.
5. No debe olvidarse que en el momento preciso en que la producción capitalista está en plena marcha, cuando se producen masas siempre crecientes de mercancía, cuando los precios suben y con ellos aumentan los beneficios de los capitalistas, cuando la desocupación se reduce y el salario se eleva un poco, precisamente es cuando estalla bruscamente la crisis. Entonces, como escribió Engels: “el comercio se paraliza, los mercados están sobresaturados de mercancías, los productos (o mercancías) se estancan en almacenes abarrotados sin encontrar salida. El dinero constante se hace invisible, el crédito desaparece, las fábricas se cierran, las masas obreras carecen de medios de vida, precisamente por haber producido demasiados medios de vida y todo son quiebras embargos y liquidaciones. La paralización dura años enteros, las fuerzas productivas y los productos se derrochan y destruyen en masa, hasta que por fin, a fuerza de depreciarse, las masas de mercancía acumuladas encuentran salida y la producción e intercambio van reanimándose”.
6. Aunque muchos no quieran aceptarlo o reconocerlo: los dos gobierno panistas de Fox y Calderón (tontos, locos, corruptos, ignorantes, o lo que se quiera) estrechamente aliados con el PRI, asestaron tremendos golpes al zapatismo del EZLN, al lópezobradorismo y a la gran lucha de Oaxaca. Después de la histórica marcha Chiapas/DF de febrero/marzo de 2001, Fox obligó al zapatismo a encerrarse en el estado de Chiapas buscando solucionar sus problemas locales, aislado de los pocos movimientos sociales del país. Por otra parte, López Obrador, después de haber sido despojado en la elección presidencial por Calderón, ahora éste entró por la puerta grande al PRD y está a punto de expulsarlo si no acepta las condiciones que le pondrá la socialdemocracia orteguista. En Oaxaca la represión brutal de mayo/diciembre de 2006, aunque siguen los esfuerzos por recuperar aquellas batallas, desbarató los avances que con enormes sacrificios se habían logrado. Si arrancáramos el gran optimismo que nubla nuestros análisis, reconoceremos la realidad.
7. A pesar de los terribles golpes que ha recibido la izquierda mexicana por parte de la burguesía, nuestra obligación como luchadores sociales es pararnos nuevamente para resistir y ganar batallas. No son batallas de dos o tres años, son de toda la vida. La crisis mundial del capitalismo puede convertirse en una gran coyuntura para profundizar la lucha de clases. Mientras la burguesía llama a su misma clase social opresora, a sus muchos seguidores y busca alianzas entre los oportunistas “para unirse y salvar al país de la crisis”, los trabajadores no podemos “tirar la toalla” y retirarnos derrotados y lamentándonos. Es necesario profundizar nuestras luchas y evitar deslumbrarnos en todo momento pensando en que la burguesía se cae por sus errores y algunos descalabros; no debemos caer en la peligrosa emotividad ante algunos actos exitosos que realizamos. Urge llamar a la unidad de clase para levantar en las fábricas, en los campos, en las universidades y en las calles las luchas sociales. Las crisis son recurrentes, sólo podrán desaparecer con el sistema de explotación.