Se trata de diálogos polémicos, de luchas contrahegemónicas, no de las conversaciones delimitadas en un mismo espacio ideológico dominado por un cánon o por una codificación. El pluralismo ideológico y político, cuando asume la multiplicidad y la diversidad, conduce a un campos de tensiones, fuerzas y acentos socio-ideológicos, no a consensos, armonias o esencias platónicas. El proyecto neoliberal/neoconservador redujo la cuestión democrática a un asunto de gobernabilidad, una combinación óptima de eficacia, buén gobierno, estabilidad y legitimidad procedimental Sin embargo, los movimientos antineoliberales, las movilizaciones nacional-populares de izquierdas, colocaron en agenda a la democracia participativa, a la ampliación de derechos desde una variedad de interpretaciones, algunas posliberales, posmodernas, subalternas, y hasta descolonizadoras. No es casual que se hable de una revolución democrática, cultural y descolonizadora en la Bolivia de Evo. La derecha neoliberal tensó la democracia liberal-representativa hacia el campo de valores del liberalismo económico, construyendo la tesis de la democracia gobernable; es decir, una nueva figura de la democracia restringida, de la democracia policial. La izquierdas contrahegemónicas recolocaron los fines sustantivos de la democracia en el campo de nuevos modelos de socialismo o alternativas al capitalismo. El asunto del demos, aquí, es de poder popular, no las reglas de procedimiento, orden y represión. Para algunos, la democracia es un medio de regulación y legitimación del capitalismo, para otros, la democracia es socialización del poder. Lo que esta claro es que la democracia liberal-representativa venezolana se sella en el mito político que que se impone en el pacto de Nueva York, aquel betancourismo ya no solo anticomunista, sino pro-capitalista y pro-norteamericano. No es casual que algunos académicos recurran a barnizar su obsesivo-compulsivo antichavismo con un revival de Betancourismo. Frente a las retóricas sobre el Padre Bolivar o el Padre Fidel, recurren a la contracara del Padre Betancourt: ¿Dijo usted democracia?. Hoy sabemos lo que de aquel Padre pudimos recibir, y de su hijo prodigo, Carlos Andres Perez, el orgulloso policia, verdaderos expertos en suspensión de garantías constitucionales. Democracia gobernable, democracias en suspenso. Recordemos el 27-F, destemplados columnistas, asesores neoliberales y gestores de policias locales. Desde otro punto de vista, la democracia nos deja a todos en falta. Para comprenderla, tenemos que aceptar que hay un más allá, un resto o plus ingobernable, irreductible, que muestra la majestad del diferendo, del disenso, del desacuerdo. Pues, democracia cuartorepublicana fue que cuando en la calle se expresaron cuerpos en disenso (no palabras bobaliconas en las pantallas de TV), simplemente sacaban, como los fachos, pistolas y peinillas. Prohibido olvidar. ¡Democracia de pistolas y peinillas = democracia gobernable! Es el disenso y la posibilidad de revertir permanente las situaciones estrategicas de poder, lo que caracteriza a la democracia sustantiva. Sustancia que es devenir, cambio, inestabilidad, juego abierto, poderes diferenciales. El liberalismo democrático quizo reglamentar en sus detalles este devenir, sacrificando la política en el altar de la policia. Inventó procedimientos, órdenes y represiones. Pero, todo procedimiento democrático nace y se hace desde el poder constituyente, donde la barra de la represión polícial se hace trizas, la voz del pueblo habla claro, y el cuerpo hace gala de espacios de libertad. Dominan la escena los juegos de reglas. Son tiempos instituyentes. Regla de juego de la democracia liberal es su estricto acatamiento del capitalismo como sistema económico. ¡Oh, cuidado se pasan, y plantean el socialismo! Juego de reglas es pensar y actuar más allá del Capital como metabolismo social y del capitalismo como formato institucional. En tiempos de Imperio, de hegemonia financiera, de predominio de las corporaciones transnacionales, de guerras infinitas, cualquier revival keynesiano es un simple aggiornamiento temporal, un anzuelo del proyecto de profundización del capitalismo global; espejismo para estirar los ultimos suspiros del sistema moderno-colonial del Capital. Sabemos que la crisis mundial generará turbulencias sociales y políticas, lo que Castells ha denominado el paso en acto del Estado militar-policial sub-urbano, quién ya muestra sus dientes contra las clases trabajadoras, los sectores medios empobrecidos, y sobre todo, contra los precarizados y supernumerarios cuyo nicho social se estructura con base a la inmigración. El racismo oculto se vuelve signo de identificación política para la derecha global. El colonialismo y la colonialidad del poder reaparecen. La intensificación de la explotación del trabajo, precarización, desprotección y extensión de las jornadas laborales están a la orden del día. Una oleada neoconservadora contra los movimientos de género y las luchas anti-patriarcales hacen gala del modelo de normalización de costumbres morales y sexuales. Un fascistización de la juventud, transformada en segmento diversificado de competitivos y voraces consumidores, no oculta los polos de identificación con el mercado y la autoridad. La alternativa a la democracia participativa no parece ser la democracia representativa y el pluralismo liberal, sino el fascismo, el racismo, el eurocentrismo explícito, una nueva contra-ofensiva del capitalismo global para recolonizar los espacios de disenso, y poner fín a la revolución democrática. Pues hay quienes quieren obligarnos a decir NO a idea de revolución democrática, NO a la idea de descolonización, NO a la tesis de otro mundo es posible. Pues, como dirían los nostálgicos de Punto Fijo, de gobernabilidad si sabía nuestro policía Carlos Andres Perez. Así se cumpliría la afirmación de Ranciere, unos justificando el espacio de la política, otros imaginando el ¡día después!, para actuar como super-policias, como en abril del 2002. Paradigma a seguir según estos, la agresión nazi-sionista sobre el pueblo palestino en Gaza. Pero de la desparición de la política en manos de la policia, estimados y estimadas, nadie sale indemne.