Un voto para la historia

Desde 1958 he votado en variadas elecciones nacionales.

En algunas ocasiones sentí que mi voto era un triste acto simbólico, sin fuerza alguna para cambiar situaciones de facto predeterminadas por triquiñuelas electorales que arreglaban los resultados de la votación antes del acto comicial.

Otras veces me abstuve, o acudí a votar con la convicción de ir contra la corriente; eran actos de conciencia para no hacerle el juego a la conchupancia, lo que me permitía sentir que no le había fallado a la patria. También en oportunidades, voté equivocado, empatucado en combinaciones para apoyar al menos malo.

Esta vez, sin embargo, estamos frente a una elección distinta y mucho más trascendente que cualquiera en las últimas décadas. La considero la elección más importante de mi vida y le he dedicado muchas reflexiones pues no se trata de una escogencia fácil.

La historia política de Venezuela bien podría dividirse en antes y después del 15 de febrero de 2009. Estamos ante la disyuntiva de consagrar en el texto constitucional la posibilidad de reelegir de manera ininterrumpida y sin límite de postulaciones a los mismos funcionarios en los mismos cargos de elección popular directa.

Naturalmente, votaré por el SÍ. Lo haré condicionado por la necesidad de reelegir al presidente Chávez y ligando que nadie diferente de él se beneficie de esta enmienda constitucional.

Esta vez, estoy en buena compañía. Me acompaña el sentimiento de vastos sectores nacionales que desean darle a Chávez la oportunidad de culminar la obra revolucionaria que nos acercará al socialismo y que sólo el comandante luce en capacidad de culminar con éxito.

El triunfo del SÍ permitirá que se estabilicen las instituciones creadas durante los 10 años de este gobierno, en especial las misiones que han sido factores decisivos para la erradicación de la pobreza crítica.

En caso contrario, la extrema derecha intentaría torpedear el resto del mandato presidencial con maniobras desestabilizadoras. Volveríamos al período 20012004, con paros, guarimbas y pronunciamientos por goteo.

De hecho, ya están calentando la calle. Siguen el mismo libreto que culminó con el golpe de Carmona.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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