“…Obligados
por la ley del rendimiento, que exige ganar como sea , genera ansiedad
y angustia, muchos jugadores se convierten en farmacias que corren,
lanzan y batean. Y el mismo sistema que lo condena a eso,
también los condenan por eso cuando se destapa el asunto…”
“… El placer de derribar dioses es directamente proporcional a la
necesidad de tenerlos…
Eduardo Galeano
En el sistema
social dominante, donde el triunfo parece ser hoy día la clave de la
felicidad, tener éxito, ser el primero, batir record, sin que importe
el precio que haya que pagar por ello, todos queremos ganar, porque
esa parece la divisa del hombre actual. La actividad deportiva no escapa
a esa obsesión, el triunfo a toda costa ha logrado pervertir y deshumanizar
al deporte, colocando a los atletas en una cruel encrucijada: O bien
sucumbir ante el dopaje para mejorar su rendimiento o resignarse a que
los contrincantes que recurren a estos procedimientos les derroten.
Esto sucede
ante la mirada esquiva de quienes han hecho del deporte un espectáculo
y goza de la complacencia de la prensa sensacionalista, quien utiliza
los casos de dopaje, particularmente si se trata de grandes “estrellas”
como mecanismo para publicitarse y destruir algunas reputaciones “muy
hinchadas”. Cabría preguntarse entonces: ¿estamos ante la aceptación
de las drogas en el deporte?; ¿vivimos un deporte totalmente anabolizado?;
¿es “normal” usarlas?; ¿presenciamos el auge de una gran industria
que estimula su consumo?; ¿será extraño el deportista que no incurra
en este fraude?; ¿ hasta donde llega el grado de complicidad social
y moral con la adquisición de triunfos y record sobre la base del fraude
y el engaño?. ¿Estamos en un callejón sin salida?
El dopaje es un problema ético, que como cualquier otra práctica engañosa que busca alterar el potencial humano de manera artificial, ha degenerado la naturaleza del deporte, limitando la posibilidad de manifestación de las verdaderas capacidades humanas en todo su esplendor. Este fraude desconoce y viola las reglas del deporte limpio, corrompe moralmente al deportista y pone en peligro su bienestar físico, psicológico y social. Sus efectos van mas allá de las consecuencias señaladas para quienes lo practican, extendiéndose a los niños y jóvenes deportistas que se encuentran en etapas de formación y preparación. Esta perversión es reflejo de sociedades guiadas por hábitos y costumbres que degradan la condición humana, tales como los derivados del modelo capitalista, que promueve la maximización del rendimiento, sin importar la destrucción del recurso (en este caso, los deportistas), ya que por ser una pieza transable del mercado, puede ser reemplazado por otro con relativa facilidad.
Se destapa
la caja de Pandora: el fantasma del
dopaje muestra su rosto en el béisbol de los
Estados Unidos
El aumento
acelerado de este mal en la “Gran Carpa” esta asociado a la excesiva
mercantilización y a la profesionalización de este deporte, lo que
convierte la obtención de ganancias monetarias en la finalidad de esta
actividad. Otro elemento que ha contribuido a su auge, son las bonificaciones
por rendimiento y record que se implantan en la temporada regular. La
larga tradición del béisbol de Grandes Ligas de los Estados Unidos
de Norte América y la buena imagen de la que estas ligas han gozado
en el tiempo, se tambalean ante la opinión pública por la avalancha
de revelaciones sobre el uso de esteroides de reconocidos jugadores,
afectando no sólo el prestigio de las estrellas del béisbol y todo
el show-business que gira en su alrededor.
La cadena de
escándalos, pone bajo la lupa a una industria farmacéutica que no
acepta regulaciones y que ha hecho un negocio enorme de los llamados
"suplementos", meros eufemismos para el dopaje. Incluso se
está produciendo una competencia en el campo científico, por un lado
para descubrir sustancias que permitan elevar los rendimientos y alcanzar
mayores resultados deportivos, y por otra parte para diseñar las tecnologías
que permitan descubrirlas, llevando holgada ventaja las sustancias
prohibidas.
En el caso
del béisbol de grandes ligas, el laureado jonronero Mark McGwire introdujo
la controversia en agosto de 1998, pero actualmente son 89 los jugadores
y 30 los clubes implicados. Otro grandeliga que contribuyó en este
destape fue José Canseco con sus libros Juiced: Wild Times, Rampant
'Roids, Smash Hits, y How Baseball Got Big. Por otro lado,
está el informe del ex senador George Mitchell, que conmueve estos
días a EUA: Mitchell entrevistó a más de 700 personas, 60 de ellos
ex jugadores, trabajó 18 meses con un presupuesto de 20 millones de
dólares y elaboró un informe devastador de 115.000 páginas. Roger
Clemens, Ken Caminito, José Canseco, Jason Giambi, Juan González,
Mo Vaughn, Miguel Tejada y varios más son las "vacas sagradas"
afectadas en su informe.
Aunado a eso,
lo ocurrido con Álex Rodríguez, toletero de los Yankees de Nueva York,
quien admitió que usó anabólicos entre el 2001 y el 2003; y el dominicano
Miguel Tejada, de los Astros de Houston, quien se declaró culpable
de mentir ante el Congreso tras ocultar que otros beisbolistas habían
utilizado esteroides, representan “una muerte lenta y dolorosa”
del deporte de la pelota chica, en opinión de Fay Vincent, ex comisionado
de las ligas mayores.
Las llamadas
Grandes Ligas se mantienen y manejan fuera del deporte organizado a
nivel mundial y viven su propio show dentro de los Estados Unidos, es
decir son un escenario aparte. Pero la política antidopaje de “La
Gran Carpa” que prohíbe el uso de esteroides sin receta médica desde
el 1991, no dictaba sanciones contra dicha violación. Es en el 2004,
como consecuencia del escándalo de los ex laboratorios BALCO del año
anterior, cuando deciden establecer pruebas obligatorias antidopaje
al azar, con castigos para los casos positivos. Se ha dicho que el béisbol
de Grandes Ligas, bajo el liderato del Comisionado Selig, se ha comprometido
a la eliminación del uso de sustancias para mejorar el rendimiento
en el deporte, sin embargo, la actuación de este personaje y del sindicato
en cuanto a la política antidopaje dentro del béisbol profesional
llegó después que el Congreso de Estados Unidos los amenazó con tomar
acciones legales y por ley si no establecían una política más estricta
y punitiva contra el consumo de substancias prohibidas. El escándalo
implicó un total de 89 jugadores, incluyendo 31 all-stars y siete Jugadores
Más Valiosos, entre los que se destaca el siete veces Cy Young, Roger
Clemens.
A pesar de
todo el espacio mediático que estos hechos han acaparado y de la aparente
condena a la actuación de los involucrados, a partir de ahora se dudará
de muchas de las hazañas logradas en las Grandes Ligas. Siempre se
tendrá que considerar la sombra del dopaje, existirá la incertidumbre
y la gente se preguntará: ¿acaso alguien está libre del uso de anabólicos?
(*)Rector de la Universidad Iberoamericana del Deporte