Se hace necesario, en cualquier sociedad, mostrar con claridad los caminos y las orientaciones que sus gobernantes y gobiernos, han estimado como el camino idóneo para su transformación y desarrollo. En el caso del estado Portuguesa eso no ha sido una novedad; desde los proyectos de modernización de la administración públicas en 1996, hasta los esfuerzos por insertar una cultura política con visión desarrollista del la Escuela de Gobierno a comienzos del año 2000; el interés político en la región ha estado circunscrito a brindarle al colectivo un sistema de gobierno del cual se encuentren identificados y por el cual apuesten su confianza y, obviamente, su preferencia electoral. En el ahora histórico la figura del comandante Wilmar Castro Soteldo, presenta a la sociedad portugueseña su “Plan estadal de desarrollo”, 2009-2012 en su primera etapa. Es un plan ambicioso descrito a largo plazo y el cual es menester explicar y remarcar su mapa estratégico desde un punto de vista serio, técnico, pero en lenguaje cotidiano. Porque el asunto es que lo entendamos todos, no un grupo de eruditos planificadores.
El diagnóstico previo a la elaboración del plan revela una realidad que no ameritaba mucho estudio sociológico-politológico especializado para determinar que la Portuguesa del siglo XXI está cargada de un enfoque mercantilista-capitalista obsceno; de un individualismo ideológico multiplicado en escuelas y hogares con valores preponderantes hacia el capital y no hacia lo humano; de una burocracia descentralizada para beneficio de grupos y sectores locales que asumieron el compromiso de cambio como un carnet o consigna, y no como modo de vida; de una sociedad cuya viabilidad para la participación está obstruida por el burocratismo y la demagogia; de una sociedad en la cual la agricultura ha sido tomada como excusa para mantener a grupos de pequeños y grandes productores que se comportan como los más viles explotadores industriales de la Inglaterra de finales del siglo XIX. En fin, una sociedad herida, consumida en sus necesidades y sin doliente. Esa sociedad, a pesar de los obstáculos, no dejó de confiar en el proyecto bolivariano y hoy se proyecta hacia un enfoque social, participativo popular y humanista, donde la visión integral dialéctica y el apego a principios de diversidad local y cogestión pública, están por encima del interés capital y de los grupos de poder. Esta nueva sociedad que nace parte luego de diez años de experiencia del chavismo en Venezuela, en el “punto del no retorno”, expresado por el comandante Chávez, y que tiene que ver con el camino hacia una cultura que estimule el diálogo y los poderes creadores del pueblo.
El “Plan estadal de desarrollo”, 2009-2012, se sustenta en cuatro escenarios de la política nacional que estimulan la transformación de la sociedad hacia un Estado distinto al capitalista-burgués. Nos referimos a un Estado no de transición, sino a un nuevo Estado: el Estado Socialista. En el pasado se pensaba que alcanzar el socialismo era una etapa de transición hacia una nivel mayor ideal llamado comunismo; pero la experiencia China nos devela que el comunismo en condiciones feudales y mercantilistas tenía su razón de ser radicar e impositiva; pero en el actual orden mundial, donde prevalece el capitalismo de Estado y las ideas reguladoras del mercado para producir mayor beneficio y menores garantías humanas, el comunismo pasó a integrar una estrategia en la necesidad de socializar el Estado para hacerlo menos dependiente del capital y más recurrente a la inversión social. Es decir, que el Socialismo del siglo XXI, no es más que la conjugación de un socialismo-comunismo que busca contrarrestar los daños causados por el capitalismo de Estado en sociedades “clonadas” de modelos desarrollistas totalmente distintos a la idiosincrasia y a las necesidades locales de nuestros pueblos latinoamericanos.
Los cuatro escenarios son: el enraizamiento del pensamiento de Simón Rodríguez, de Ezequiel Zamora y de Simón Bolívar, entendiendo su pensamiento como la combinación de la teoría-praxis, es decir, que si bien Zamora no produjo grandes tratados y discursos, sus acciones hablaron y se tornaron pensamiento; por otro lado, las ideas plasmadas en el Plan Simón Bolívar, 2007-2013; la activación de los cinco ejes de equilibrio hacia la transición revolucionaria, resumido en lo económico, lo social, lo político, lo territorial, y lo internacional; y los cinco motores que lejos de haberse fundido, se tornaron, a través de la sinergia, en el impulso a los cambios trascendentales que en razón de reforma y enmienda se irán dando en los próximos años. Nos referimos a los motores constituyentes de la reforma constitucional, la ley habilitante, moral y luces, geometría del poder popular, y explosión del poder comunal.
La razón de ser del “Plan estadal de desarrollo”, es crear las condiciones de liderazgo colectivo necesarias para que insurja un nuevo sujeto histórico, capaz de acelerar la transformación estructural del estado Portuguesa para alcanzar los preceptos establecidos en el proyecto de país consagrado en la Constitución de 1999.
Para hacer posible este objetivo del plan estadal, se hace necesario que tenga soporte en el poder comunal, específicamente en redes de organización institucional que permita crear la viabilidad adecuada para la participación ciudadana y la consolidación del cambio de empresas productivas capitalistas, por empresas sociales de producción.
El plan no establece la eliminación de la inversión privada ni del capital; sólo cambia sus fines y razones. Si antes el propósito era acumular riqueza y establecer monopolios comerciales que encarecían la vida del ciudadano común, hoy se pauta crear conciencia de responsabilidad social, para que la inversión no sólo se traduzca en riqueza material acumulada, sino en riqueza material redistribuida e invertida en la sociedad; así como en diversificar la producción y comercialización de bienes y servicios, para que los productores menos favorecidos o en crecimiento, tengan la posibilidad de participar en el mercado y obtener su ganancia.
En una palabra, la transición consiste en crear las condiciones para que el colectivo construya su poder comunal, subsistiendo con los valores capitalistas, lo que hace evidente que no se trata de suprimir totalmente algunos elementos del modo de producción tradicional, sino de involucrarlo con nuevos valores que lo humanicen y lo hagan coexistir con formulas más independientes y ambiciosas que llevaría adelante las ciudades comunales una vez establecidas y administradas por su propios habitantes.
En lo que respecta a la frase “crear condiciones de liderazgo”, no se trata de asumir condiciones de lucha política en las diferentes comunidades, sino de motivar en ese entorno colectivo que cada ciudadano ocupe su lugar y asuma su condición de identidad transformadora. El liderazgo al que se hace alusión, es un liderazgo colectivo, comunal. Para que este liderazgo de cada persona insurja tiene que haber una estructura que lo sustente y lo potencialice. Esa estructura la ha denominado el “Plan estadal de desarrollo”, como ejes del nuevo enfoque de Gobierno Regional. Son siete ejes fundamentales que se resumen así: 1.- Consolidar la conciencia del deber social; 2.- Proponer modelos alternativos de producción pero que respete la vida humana y la naturaleza; 3.- Promover y refundar valores éticos en la acción de Gobierno; 4.- Fortalecer la planificación como vía expedita para organizar a las comunidades; 5.- Consolidar el poder comunal creando redes de atención al colectivo; 6.- Reivindicar la concepción transformadora del poder constituyente; y 7.- Promover la articulación de los planes y programas de las distintas instancias del poder popular.
Estas líneas maestras, parafraseadas en razón del sentido exacto que persiguen, abren el camino a lo que el profesor Nelson Escobar ha llamado “proceso transformador”. El asunto no es proponer cambios al libre albedrío o porque se le ocurrió a alguien que se tenían que cambiar las cosas; todo ha sido el producto del espiral dialéctico de las necesidades de un pueblo. Desde aquel 27 de noviembre del 1989, pasando por el 04 de febrero y 27 de noviembre de 1992, hasta las elecciones de 1998; ha habido un movimiento en ese espiral dialéctico.
Desde el comienzo el presidente Chávez tuvo conciencia de ese movimiento, lo que no tuvo a su favor fueron los personeros que le acompañaron en aquellos primeros días de gestión revolucionaria; sólo en fechas recientes se ha podido consolidar un equipo convencido de que se está ante un cambio de época que ve en el socialismo una vía idónea para la consolidación de una organización política de la sociedad que le garantice libertad, independencia, dignidad por sobre todas las cosas. Es en razón de este precepto renovador y transformador que hoy se adhieren a la propuesta bolivariana muchos que estuvimos aislados en trincheras particulares esperando el “punto de no retorno” al cual ha llegado la sociedad y sus instituciones. Contribuir significa potencializar la estructura del poder comunal y modelar un sujeto histórico real, humano, perfecto.
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