“El pueblo de ropas sencillas y el pueblo de los uniformes y las armas se
conjugaron aquellos días de abril para hacer justicia, y regresaron a sus
casas y cuarteles a descansar al fin, tras tres días de lucha incesante.
Antes de colocarla en sus mesas de noche, la observaron, le quitaron los
restos de polvo y sudor, sonrieron y volvieron a leer en su portada:
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”.
Así concluimos hace un año nuestro artículo titulado “Aquellos días de Abril” (http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=2751). Y es que ese abril de 2002 sigue latente y presente. Hace una semana un amigo del 23 de Enero nos relataba sus vivencias la noche del 13 A y nos decía “el Presidente surgió de la nubes, como un milagro”. En efecto, los acontecimientos se desarrollaron de manera tan vertiginosa que aquello a todos nos pareció un milagro. Pero no fue un milagro lo ocurrido, más bien se trató de la consecuencia lógica de la identificación que existe entre la mayoría del pueblo de Venezuela, los excluidos, con su gobierno y su Presidente.
Aquellos quienes escasamente podían juntar el dinero suficiente para alimentarse a diario, unían sus voces y sus fuerzas en las calles y los cuarteles para reinstaurar el orden constitucional. Los secuestradores de la esperanza no daban crédito a aquellas manifestaciones. El 13 en horas de la noche el breve dictador tenía la desfachatez de dirigirse a los medios internacionales haciendo alarde de la tranquilidad y el orden público que reinaban en la capital. Minutos después era detenido y puesto a la orden del tribunal correspondiente. Unos huyeron en aviones hacia el norte del continente, otros se escondían temiendo que el gobierno constitucional actuase con la misma represión con la actuó el fugaz gobierno de facto de la ultra derecha patronal.
El pueblo en la calle actuó, tal como lo ha explicado el Profesor Samuel Moncada, como la fuerza estabilizadora que en pocas horas derrotó las pretensiones cuasi consumadas de las fuerzas desestabilizadoras. El pueblo llano, sencillo, digno y grande fue el que logró lo que muchos consideraban imposible. ¿Qué hubiese pasado si el 13 A no se logra el objetivo de reinstaurar el gobierno constitucional? Entraríamos en el terreno de la especulación. No obstante, con seguridad los ciudadanos de todo el país hubiesen minado los débiles cimientos éticos y morales del gobierno de facto y un día antes o un día después lo hubiesen derrocado. Se planteaban en la breve clandestinidad huelgas de trabajadores, manifestaciones, protestas, romper el silencio mediático a través de los medios internacionales de comunicación y si era necesario, la legalidad se defendería con la vida misma. De nuevo, paradójicamente, las fuerzas estabilizadoras hubiesen actuado para volver a la normalidad desestabilizando la dictadura. De algo si podemos estar seguros, el personal de oficiales y tropa de la Fuerza Armada Nacional jamás hubiese arremetido contra el pueblo en las calles pues también son ellos pueblo llano, sencillo, digno y grande.
No iba a permitir el pueblo que se llevaran sus sueños impunemente, sumisamente. Lo que se exigía en las calles no era sólo “devolver a Chávez”, se trataba de retomar el hilo constitucional para que se llevasen a la práctica las disposiciones fundamentales de nuestra Carta Magna. Lo que esperaba ese pueblo es que el gobierno reinstaurado continuara dando respuestas, defendiera los intereses de la nación y facilitara la organización y auto sustentación de las comunidades organizadas. Lo que esperaba ese pueblo era una Misión Róbinson, Barrio Adentro, Ribas, Sucre, Vuelvan Caras, viviendas dignas, tierra para los pobres, una PDVSA de los venezolanos, organización popular, dignidad. Y el pueblo no se equivoca, el Gobierno Bolivariano después de los complicados obstáculos del resto de 2002, ha dado muestras irrefutables de su esencia, vocación popular, social y justa a través de sus medidas y misiones integrales.
Hoy, más que en 2001 ó 2002, el Gobierno Constitucional representa una amenaza para los sectores conservadores y los poderosos a quienes les conviene que la mayoría de los venezolanos se mantengan al margen de los beneficios sociales y económicos, sumidos en el abandono y la ignorancia. Hoy más que en 2002 debemos estar alerta ante cualquier intento de derrocar al gobierno por vías no constitucionales, con o sin apoyo de la potencia del norte. Hoy más que nunca debemos exigirle al Gobierno que continúe profundizando sus acciones en materia social, que impulse la organización de las comunidades, que genere oportunidades de estudio, empleo y capacitación, que se abra aún más a la participación ciudadana, que luche inclementemente contra la corrupción, que se ocupe de todos, dándole siempre prioridad a los más necesitados. Y hoy más que nunca el pueblo debe convertirse en el sustento del Gobierno Bolivariano, debe sumergirse en la democracia participativa y convertirse en protagonista de su propio futuro y su propia historia.