T03 - Campo Antiguerrillero (Tercera Entrega)

Nota de Aporrea: La primera parte fue publicada en la Sección Artículos en fecha 15/04/04, la segunda el 19/04. Agradecemos a Rafael Gonto, quién amablemente nos está haciéndo llegar la transcripción de esta cruda edición de TO3. Sobre este caso también fue filmada una película documental, pero como fue costumbre de los voceros del puntofijismo, el caso fue silenciado por los medios de comunicación y los exhibidores del documental acosados por la policía. Exhortamos a los medios de comunicación alternativos a difundir y a estimular el debate de casos como este. Para dejar constáncia una vez más de la violación de los derechos humanos durante la IV República.
BALZÁN.¿Eran civiles o militares?
LABANA.Civiles nada más, todos eran civiles. Entonces llegó y me dijo: Bueno, ahí va otra mentira. Se te olvidaron los disparos, ¿verdad? Ah¡ como usted no me estaba preguntando nada de disparos, bueno, sí, es cierto, hizo como alrededor de dos o tres disparos y lo que pasa fue que me caí, más nada... ¿Bueno, y tú sabes quién fue que te detuvo a ti? Bueno, yo lo único que se de él es que es un tipo que me llega a mí como al hombro, es delgado y trigueño. Pero tú lo conocías, ¿verdad? No, yo no lo conocía. ¿Estás seguro de que tú no lo conocías? Plenamente seguro de que no lo conozco. Entonces en ese momento salió uno de ahí de una puerta, y entonces me di cuenta de que era el que me había detenido. Entonces le señalé al que me estaba interrogando, le señalé: ese fue el que me detuvo a mí. Entonces me dijo: Sí, sí, Julio ¿cómo estás? ¿Te das cuenta de todas las vueltas que tú has dado, hasta dónde has llegado tú, y todo esto te lo prometí yo, no? Entonces llegó y empezó a decirme: Mira, primero y principal, no le digas a éste esa mentira de que tú no me conoces a mí. Tú me conoces, a mí, y yo a ti te conozco muy bien. Para información tuya te voy a decir: Yo a ti te he seguido en dos oportunidades, en dos oportunidades anteriores tú te me has ido. Una vez fue por la esquina de Guanábano, más abajo, por ahí, te me escapaste, te metiste en una casa, no sé dónde, pero te metiste... y otra vez fue por ahí por la esquina de Abanico. ¿Tú te acuerdas de Marcos? Entonces yo le dije: No, no sé quién es ese señor. Me dijo: Bueno, Marcos es un, un... ¿cómo se llama.. ? un sargento de la marina que es desertor del porteñazo, que era el Presidente del FLN en oriente durante hace años, atrás, no? y es un experto en explosivos y todo eso... Él, Marcos, fue el que me presentó a ti. Entonces yo le dije: Bueno, yo no conozco a ese señor Marcos, es imposible que me lo haya presentado a usted porque yo no lo conozco. Bueno, yo te voy a aclarar esas cosas, ¿tú te acuerdas de Manolo? Yo le dije: no sé quién es Manolo. Manolo el que es muy amigo de Marcos. Yo le dije: No sé quién es. Pero lo cierto fue que Marcos te me presentó a ti y ustedes como que estaban hablando un problema de unos policías que habían asaltado allí en San José y que le habían quitado los pantalones y echaron a correr. Entonces llegué y le dije yo: No recuerdo nada de eso, porque es imposible. Mira, ¿tú sabes donde fue eso? Eso fue en la Universidad. Entonces yo le dije: Bueno, es imposible porque yo nunca he ido a la Universidad. ¿Tú eres universitario? Yo le dije: No, yo no soy universitario, yo lo único que tengo un Sexto Grado. Entonces me dijo: ¿Tú sabes por qué estás aquí? Tú estás aquí porque resulta que tú eras un entrenador, tú eras el que entrenaba a los tipos, llegabas y los entrenabas y le dabas instrucción militar, tú eras el llegabas y llevabas a la gente para todos los frentes, inclusive el Simón Bolívar. ¿Tú recuerdas a un muchacho llamado Pedro? ¿Pedro, uno que se la pasaba durmiendo en la federación, que no tenía dónde vivir? Bueno, ese te lo ibas a llevar tú. Un día yo te vi que tú le estabas dando instrucciones a él, le estabas dando instrucciones y le estabas diciendo cómo era que... toda una serie de cosas sobre las guerrillas. Entonces yo le dije: Bueno, yo no conozco ese Pedro, ni el Marcos, ni el Manolo ni a usted. Él llegó y dijo: Bueno, chico, vamos a vamos a... dijo el que me estaba interrogando primero: Bueno, vamos a, vamos a aclarar todas estas cosas aquí. Primero y principal esto es un imposible que se haya equivocado contigo. Tú eres realmente Julio. Tú ahorita estás en una situación mala, así es que tú lo que tienes que hacer ahora es hablar... Yo le dije: ¿Hablar qué? Pues hablar todo eso que te está preguntando él, para aclarar todo. Entonces yo le dije: Bueno, no sé. Entonces al ratico llegó y salió otro y me dijo: Bueno, chico, no hay más remedio con ese que aplicar la violencia. Entonces llegaron y me pararon y entonces el que me estaba interrogando primero dijo: Bueno, delen ahí unos golpes a ese a ver si se ablanda un poco... Entonces llegaron y empezaron a golpearme, y a golpearme, y a golpearme, principalmente por la espalda y por el estomago...

BALZÁN.¿Te golpearon con las manos?
LABANA.Sí, me empezaron a golpear con las manos. Entonces llegaron y empezaron ahí a hacer conjeturas... Bueno, chico, a éste no hay más remedio que matarlo, chico, porque es imposible, hay que matarlo... porque fíjate, míralo ahí, dice que no te conoce, ni nada, y en todo ese momento lo que estaban era dándome golpes. Entonces en una de esas le dijo uno: Pana, hazme el favor, le dijo, hazme el favor y tómale las huellas porque yo voy a averiguar ciertamente si éste es como se llama y si esa es realmente su cédula.

BALZÁN.¿Los que te golpearon eran tipos jóvenes?
LABANA.Sí, eran tipos jóvenes, y en una de esas llegó el que me había estado diciendo que me había conocido, el que me había detenido, se metió en una habitación, ahí dentro de las oficinas del SIFA.

BALZÁN.¿Cómo se llamaba?
LABANA.Bueno, no, hasta el presente yo no sabía cómo se llamaba, pero después que me tomaron las huellas, volvieron de nuevo todos los que estaban ahí, porque habían otros, varios, dentro de las oficinas ahí, salieron y entonces me dijeron: Mira, tú sabes quién soy yo? Yo le dije: No, no sé quién eres, lo único que te sé decir es que tú fuiste el que me detuviste y que por ti es que estoy aquí metido. Entonces me dijo: Mira, yo soy Tito. Yo dije: Bueno, no sé quién es... Entonces me dijo: Yo soy el tipo que llegó y tumbó todo Oriente, destrozó todo Oriente, y este que está aquí al lado mío este es Luisito. Bueno, a lo mejor ya tú debes haber oído hablar de él. Entonces el otro dijo: Sí, porque todavía estaba éste en libertad y ya estábamos nosotros en pleno apogeo. Entonces llegó y me dijo: Bueno, esa es más o menos una orientación que te voy a dar. Entonces llegó el tipo ese que se llamaba Luisito y dijo: Mira, chico, ¿tú sabes una cosa? Tú lo que tienes que hacer es hablar. Todo eso, todo el partido ya está destrozado y esto no sirve para nada, y están unos por aquí y otros por allá y hay peleas, inclusive se robaron un poco de plata. En eso entró un militar preguntando: ¿Este es el hombre? ¿Este es el hombre? Sí, este es el hombre. Este es el hombre. ¡Ajá! ¿y qué? ¿No ha dicho nada? Entonces él dijo: No; no, está duro. Él se atiene al precepto constitucional, dijo uno por allá, no quiere declarar nada. Entonces llegó y empezó a oprimirme la garganta y a agarrarme por la garganta, entonces mientras él me oprimía por la garganta otro me daba golpes por la espalda.

BALZÁN.¿Tú estabas atado?
LABANA.No, no estaba atado.

BALZÁN.¿Tú no tratabas de quitarte de encima los que te golpeaban?
LABANA.Sí, yo lo que trataba era de meter las manos para evitar los golpes que golpeaban, los golpes... no?... entonces llegó y sacó uno un rolo de goma y de lo entregó al Mayor, entonces el Mayor empezó a darme golpes por la cintura con el rolo, no? Entonces me dijo: ¿No vas a hablar? Entonces yo le hice señas de que me dolía la garganta. Entonces me dice: ¿Qué es lo que té pasa, por qué no contestas? Entonces me dice: Si no contestas, te voy a matar. Yo le hice señas de que no podía porque la garganta la tenía adolorida y estaba y me la sentía como ardiendo la garganta. Entonces él me dijo: Bueno, para los mudos aquí tenemos un papel y lápiz. Entonces llegó y cogió un papel y lápiz, entonces me dijo: ¿cómo te llamas tú? Entonces le escribí el nombre mío... después de escribirle ahí el nombre mío, llegó y me dijo: ¿qué es lo que tú quieres? ¿tú quieres que te maten? ¿o quieres seguir viviendo? Entonces yo llegué y le escribí ahí: mátenme. Todos ahí se asombraron y dijeron: ¡Ah! ¿éste quiere que lo maten? Bueno, vamos a matarlo. Sí, sí vamos a matarlo, ¡ah! si él quiere que lo maten vamos a matarlo, pues. Entonces me dijo: ¿Pero realmente tú quieres que te maten? Entonces yo puse al lado pues que sí. Entonces empezaron ahí a hacer conjeturas: No, no, este hombre me lo dejan tranquilo, porque si él quiere que lo maten, lo vamos a matar. Entonces empezaron a decir: Bueno, vamos a meterlo ahí al río para que se lo coman los peces todos los pies... No, vamos a llevarlo para donde están las hormigas y lo vamos a llenar de miel y llegamos y que las hormigas se lo vayan comiendo poco a poco, no? Entonces, en una de esas, todos se fueron ahí hacia fuera y me dejaron a mí solo ahí con un guardia... Bueno, cuando ellos se fueron yo me senté ahí en una silla y me puse a pensar: bueno, prácticamente el destino que yo mismo me había trazado, y todo ahí, fue que me mataran y que... nada más por el sólo hecho de ser inocente que querían hacer todo esto conmigo, querían que yo hablara de cosas que yo era... prácticamente las ignoraba y no sabía ni qué. Entonces me puse a pensar, ¡no hombre!, todo lo salvajes y lo malditos que son toda esa gente que llegan en esa forma tan así, matan a la gente, criminales que son y me dio una rabia que se me salieron las lágrimas ahí, y como estaba solo, me desahogué ahí solo, no? Entonces en una de esas pasó un guardia, supongo yo debió verme, entonces la ratico llegó y vino, vinieron todos de nuevo y llegó el Capitán, uno que le llamaban Capitán Rivas llegó y me dijo: ¡Coño! vale, ¿tú vas a dejar que te maten? Vas a dejar que te vayan a matar, vale, mira esta gente te va a matar... ¿Por qué no hablas todo lo que tú sabes y sales de esa vaina rápido? Porque fíjate esta gente te va a matar. Y entonces un Teniente dijo: Mira, este, le pidió prestada el arma a un guardia y le sacó un aparato ahí, entonces llegó y empezó a mostrarme unas balas largas, empezó a mostrármelas ahí y dijo: de éstas, de este tipo de balas, te vamos a meter a ti ochenta en el cuerpo. Y... bueno... Entonces llegó de nuevo el Mayor y dijo: No, no, ese no le vamos a dar una muerte así. Ese lo que le vamos a hacer es que lo vamos a enterrar, vamos a enterrarlo vivo, porque gente así hay que matarla lentamente... no? Si él quiere que lo maten, lo vamos a hacer, pero sufrir, pero sufrir, pero bastante tiempo sufrir, y después se le mata. Entonces llegaron y empezaron y bueno, ya estamos listos todos los que van a salir en la comisión, y todo, ahí, y empezaron a conversar y me sacaron. Entonces llegaron y a las puertas del cuartel llegaron y me dijeron: Bueno, despídete por última vez que esta es la última vez que vas a ver todo esto. Entonces llegué yo, traté de alzar la mano, como en saludo, porque yo prácticamente me sentía que yo mismo me había trazado eso... Entonces me montaron en una camioneta azul que tenían ellos ahí, me montaron, en la parte de atrás iban alrededor de cinco guardias y un teniente de apellido Contreras. Entonces me llevaron como alrededor de... serían unos cinco o seis kilómetros de ahí, de El Tocuyo, en la carretera vía hacia Barquisimeto, en un puente, en un puente donde hay unas casas en la parte de arriba, hay un pequeño cerro, unas casitas, unos ranchitos, ahí cruzamos a la derecha y cogimos el río, el río, no?, cogimos el río hacia arriba como un kilómetro, o casi un kilómetro, entonces después nos desviamos a la izquierda, entonces me mandaron a bajar de la camioneta.

BALZÁN.¿Qué te decían en el recorrido los guardias, los militares que te llevaban?
LABANA.No, los guardias no me decían nada, porque todos estaban en silencio. Nadie hablaba y yo también estaba callado, pensando principalmente en lo que me iba a pasar, y tratando de ver cómo solucionaba yo mis problemas ahí, y ya lo veía prácticamente sin solución. ¿Si no quisieron oír que yo era inocente, entonces qué me iba a pasar? Entonces llegaron y me entregaron un pico y una pala, me la eché al hombro y empezaron a caminar. Entonces cuando ya habíamos caminado un poco todos los guardias y yo, llegaron y cuatro guardias se fueron hacia un monte ahí, se fueron hacia un sector y entonces me dejaron a mí y al Teniente y a otro guardia y íbamos caminando ahí. El Teniente iba cantando ahí y burlándose: A éste lo vamos a matar y no se va a dar cuenta ni como va a ser... y empezó ahí cantando y tarareando las canciones ahí... y a éste lo vamos a matar por güevón... y a éste lo vamos a matar por güevón... porque no quiere hablar y dale y dale y seguían cantando todo eso, no?... y el otro le decía: bueno, a éste sí es verdad que lo vamos a freír... ¿lo vamos a freír aquí?... no, más adelante que es dónde está el sartén... y empezaron ahí a burlarse y todo eso... entonces cuando llegamos a un sitio donde hay una cantidad inmensa de tierra, entonces de un lado vi como un hoyo en la misma arena, había como un hueco ahí, pero se veía que estaba tapado ahí... entonces llegó el guardia y dijo: bueno, aquí es donde lo vamos a enterrar, ¿no? Entonces le dijo: no, a mí no me parece muy bueno este sitio porque resulta que ahí abajo hay como dos más. Oye, pero entonces lo podemos llevar para arriba... No, no, no, ya eso de allá arriba está lleno ya... Vamos a meterlo aquí porque los otros están bien abajo. Yo llegué y me paré ahí, entonces me dijeron: Bueno, abre ahí, empieza a echar pico ahí y pala. Entonces empecé a echar pico y a picar y a picar... Entonces él dijo: Bueno, tienes que abrir ese hueco pero bien grande, porque si no cuando llueva se van a salir los huesos... Entonces en una de esas el Teniente dijo: Tú vas a quedar como ese chivo que está ahí... estaba un chivo muerto... Entonces el Teniente seguía cantando: éste lo vamos a joder... porque lo vamos a matar... éste es un güevón... no quiere hablar... cantando ahí... Y después que yo había cavado bastante, entonces llegó...

BALZÁN.¿Los guardias observaban atentamente el momento en que tú excavabas?
LABANA.Bueno, no, exactamente, no... yo estaba ahí cavando, ya llevaba bastante rato cuando aparecieron los otros guardias y uno de ellos, llamado Rodríguez, llegó y dijo rápido... llegó y se quitó el arma que tenía encima, un fusil, llegó y se lo entregó a otro y dijo: No, no, a éste lo voy a ayudar yo, porque a gente como esta como tú sabes que hay que ayudarla, se va a morir y no vaya a halarle los pies a uno. Y entonces llegó y me quitó la pala y empezó a sacar tierra de ahí y arena... Después otro llegó y dijo: No, yo también lo voy a ayudar... Entonces llegó uno llamado Toro Sanoja, Cabo Toro Sanoja, y empezó también a cavar, a cavar, a cavar... y otro de apellido Gómez también empezó a agarrar ahí... todos se turnaban ahí, no? y uno de apellido Bolívar...

BALZÁN.¿Nadie protestaba la ayuda que te estaban prestando?
LABANA.No, nadie, nadie... Me parecía que estaban preparados. Todos más bien empezaban era como a jugarse y a burlarse... A mí más bien me parecía que esa era gente criminales que estaban acostumbrados a eso, por la forma en que se burlaban y todo eso... Entonces, en una de esas llegaron y dejaron todo y volví yo otra vez a agarrar el pico y seguí picando... Entonces uno dijo: Bueno, yo creo que ya está bien, ya está bien hondo... Entonces yo también digo: Bueno, yo también creo que está bien...

BALZÁN.¿Aproximadamente qué profundidad tenía el hueco que habías cavado?
LABANA.Bueno, tenía alrededor de cómo un metro.

BALZÁN.¿Había pasado mucho tiempo?
LABANA.Era como alrededor de las 12 y media ó una... y habíamos estado ahí como desde las once y media.

BALZÁN.¿No se preocupaban de personas que hubiesen circulado por esa zona los efectivos que te estaban cuidando?
LABANA.No, no, ninguno... todos estaban pendientes era del hueco y de que me iban a meter ahí.

BALZÁN.¿Un paraje solitario por completo?
LABANA.Sí, solo, solo...

BALZÁN.¿Tú reconocerías ese sitio si lo volvieras a ver?
LABANA.Sí, como no, es difícil olvidar el sitio donde le ha sucedido algo tan desagradable a uno.

BALZÁN.¿Qué ocurrió después, cuando el hueco tenía ya esa profundidad de un metro?
LABANA.Bueno, cuando tenía toda esa profundidad empezaron a... me metieron, no?... para mejor decir yo me metí, no? este... llegué y en una de esas que estaba dentro, tiré la pala afuera y agarré la camisa que me la había quitado y me acosté ahí...

BALZÁN.¿Te acostaste en el hueco?
LABANA.Me acosté en el hueco, porque ya me estaba dando demasiada rabia ver las burlas de todos, me estaba dando demasiada rabia, entonces llegué y boté las palas afuera y agarré mi camisa y metí adentro... Uno dijo: No, no, no, todavía le falta un poquito... No, no, está bien... y empezaron ahí las discusiones, no? Entonces llegaron y uno dijo: Bueno, nosotros a todos los muertos llegamos y le concedemos su última voluntad e inclusive podemos traerte hasta Marilyn Monroe, o a la Brigitte Bardot, si tú quieres.

BALZÁN.¿Eso te lo decía quién?
LABANA.Eso me lo decía principalmente el Cabo Toro Sanoja... Entonces llegó y vio la correa mía y dijo: No, pásame la correa que me hace falta una... Entonces yo llegué y me quité la correa y se la di... En otra vez llegó y me dijo de los zapatos, pero entonces dijeron: No, no, esos zapatos no sirven, están rotos, no me sirven... Entonces llegaron y empezaron: Bueno, bueno, vámonos vamos a terminar esto de una vez, vamos a ver si te entierras ahí... Y empezaron a echarme tierra y a echarme piedras, empezaron a echarme piedra y a echarme tierra... del montón de piedra ahí empezaron a echarme tierra y piedra, tierra y piedra... principalmente me empezaron a echar fue por las piernas y por el estómago... entonces me taparon todo hasta la garganta...

BALZÁN.¿Cuántas personas te echaban tierra encima?
LABANA.Bueno, se turnaban todos para echarme tierra...

BALZÁN.¿Se burlaban mientras te echaban la tierra...?
LABANA.Sí.

BALZÁN.¿Qué decían?
LABANA.Bueno, principalmente lo que decían era: Bueno, este carajo no va a aparecer más nunca en el mapa... ¡Ah! ¡vaina! esto le pasa por estar de metido en peos y vainas... esto le pasa por estar metido en... ¡coños! y vainas, no, oh! Esto le pasa por estar metido en las FALN... Entonces en una de esas uno dijo: Bueno, con esto voy a aprovechar de vengarme la muerte de mi hermano, porque ustedes me mataron a mí un hermano, no joda, y de esto me voy a vengar yo... uno de apellido Bolívar... Entonces, dando vueltas ahí, siguieron turnándose y echándome tierra hasta que llegaron hasta el cuello. Entonces ahí el Teniente llegó y dijo: No, para ahí un momentico. Entonces empezó a preguntar: ¿Qué y no vas a hablar? No le contesté. ¿Qué no vas a hablar? No le contesté tampoco. Entonces llegó y dijo: Bueno, vamos a terminar esto... Entonces llegaron y empezaron a echarme tierra en la cara, empezaron a echarme tierra y tierra y tierra en la cara, como unos tres o cuatro palazos me echaron y yo traté de aguantar la respiración hasta donde pude, pero entonces ya las manos, que las tenía en el pecho, traté de hacer fuerzas para sacarlas hasta que las saqué y empecé a quitarme toda la tierra que tenía en la cara porque ya no aguantaba la respiración y oí que dijeron: ¡Para!

BALZÁN.¿Te molestaba la tierra en la cara?
LABANA.Sí, me molestaba porque se me había metido en la narices, en la boca, no?... la mantenía cerrada, pero en una de esas que traté de respirar por la boca llegué y se me metió por la boca también... Llegué y empecé a sacudirme las narices, a sacarme la arena que se me había metido por las narices y la de la boca, a escupir todo... entonces cuando ya empecé a respirar, porque sentí un peso en el pecho, con toda la tierra y las piedras que me habían puesto ahí, ya estaba... no podía respirar bien, entonces empezaron otra vez a echarme tierra, empezaron otra vez a echarme tierra, a echarme tierra...

BALZÁN.Ya tú te sentías, perdón, cerca de la muerte, ¿verdad?
LABANA.Sí, ya yo me sentía... ya yo sentía que no podía respirar bien... me sentía como desesperado de la misma forma de respirar... todo... no? y lo que trataba era de quitarme la tierra, y no sabía ni como hacer... y todo, todo... no hallaba ni que hacer...

BALZÁN.¿Estabas desesperado cada vez que te caía una palada de tierra en la cara?
LABANA.Sí, porque cada vez que tocaba respirar llegaba y me caía una palada y yo volvía a quitármela con las manos... Hasta que en una de esas llegaron y...

BALZÁN.¿Todos los guardias perdón se habían congregado alrededor del hueco?
LABANA.Sí, y el que estaba echando esas últimas paladas era el guardia este Bolívar. En una de esas dejaron que yo respirara y que me quitara todo de la cara y entonces el Teniente dijo: Bueno, vamos a terminar esto de una vez. Entonces llegó y después de sacar la pistola llegó y me la puso en la frente... Dijo: Bueno, voy a contar hasta cinco para que hables. Mira, ¿vas a hablar? Contéstame: ¿vas a hablar? Y yo, preocupado más que todo por mi respiración, porque no podía respirar y estaba agotado y sentía todo el peso que tenía en todo el cuerpo, no podía mover las piernas, nada...

BALZÁN.¿Te sentías con el pecho oprimido?
LABANA....el pecho oprimido, me sentía que todo se me iba... entonces empezó a contar: uno..., dos..., tres..., cuatro... empezó a contar cuatro y medio, cuatro y tres cuartos, cuatro y falta un poquitico... y ¿no vas a hablar? Y entonces llegó y... y yo respirando y respirando... hasta que llegó y dijo: Bueno, vamos allá de una vez, y llego el Bolívar y dijo: Bueno, sí me voy a vengar, yo voy a vengar a mi hermano, pues... y empezó a echarme y a echarme y a echarme... hasta que se me nubló todo, estaba desesperado... yo recuerdo que creo yo que pegué un grito: ¡ayyyyyyy! Porque ya la garganta no la aguantaba... Entonces hice un movimiento ahí como para tratar de respirar y se me fue todo y perdí el conocimiento. Después cuando lo recuperé yo lo que me vi era que tenía... con una mano, me tenía agarrado uno por una mano, otro por la otra mano y dándome golpes en la espalda.


Esta historia continuará...


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Freddy Balzán


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