La ideología
neoliberal, que es la visión capitalista del mundo de acuerdo al gusto
del último cuarto del siglo xx y de la primera década del siglo xxi,
tiene todavía una amplia validez en las universidades, en las principales
revistas económicas y en los grandes medios de comunicación. El nuevo
kit ideológico para la próxima etapa capitalista todavía no se
ha desarrollado a escala de masas. La manera de pensar definida antes
del estallido de la crisis continúa siendo de recibo.
Los gobiernos
de derecha como la (casi) totalidad de los de la izquierda socioliberal
utilizan aún la ideología neoliberal con la que, avergonzados o no,
se conforman.3 A pesar de que está totalmente desgastada,
todavía domina la escena en los países industrializados del Norte,
pero también en Europa oriental ( incluso en la Federación de Rusia)
y en los países del Tercer Mundo. Muchos países del Sur que habían
adoptado un discurso socializante, incluso «marxista-leninista», versión
Moscú o versión Pekín, en los años sesenta y setenta del siglo pasado,
se han adherido al neoliberalismo con el fervor de los nuevos conversos.
Pero, atención,
existe una mutación del razonamiento entre los productores de ideología
y los que redactan los discursos de los jefes de Estado en los países
más industrializados. La crisis que estalló en el mismo corazón del
sistema ha hecho surgir, en los más fieles servidores del mismo, una
especie de crisálida. La larva neoliberal quiere mutarse en libélula
capitalista. Quiere desembarazarse de su traje gris arruinado por la
crisis desencadenada en 2007, para lograr la apariencia multicolor de
una refundación capitalista basada en una sutil dosificación de la
libertad de acción de los capitalistas, por una parte, y el sentido
de responsabilidad y del interés general garantizado por una sabia
regulación a cargo del Estado, por la otra. Como la crisis tiene múltiples
dimensiones, con una fuerte incidencia ecológica, y no sólo económica
y financiera, desde Barack Obama hasta Nicolas Sarkozy, pasando por
Gordon Brown, nos hablan también de «capitalismo verde».
Antes de analizar
los fundamentos ideológicos de las políticas capitalistas en curso
desde los años setenta y ochenta, es útil recordar que se pusieron
en práctica otras políticas, netamente alejadas del laissez-faire,
durante décadas en el siglo pasado en los países capitalistas.
Ciertamente,
la mayor parte de éstas se acomodaban al mantenimiento del capitalismo,
pero cortaban con las que habían precedido al crash de Wall
Street de 1929, así como a las que comenzaron a ponerse en práctica
en Chile a partir de 1973, en Gran Bretaña a partir de 1979, en Estados
Unidos a partir de 1980, y que terminaron por imponerse en casi todos
los países.
(Continúa en la parte 3ª:
«El eclipse liberal desde los años 1930 hasta los años 1970», por Eric Toussaint).
[1] La primera parte de esta serie «Una mirada al retrovisor para comprender el presente» se publicó el 3 de junio de 2009 en el sitio www.cadtm.org con el título «Adam Smith está más próximo de Karl Marx que de los neoliberales que actualmente lo ensalzan», http://www.cadtm.org/spip.php?article4461
[2] La crisis económica y financiera estalló en 2007 en Estados Unidos en el sector del crédito hipotecario y en el inmobiliario por la explosión de una burbuja especulativa. Desde el comienzo, afectó a importantísimas instituciones financieras tanto en Estados Unidos como en Alemania, Gran Bretaña, Suiza y también en otros países de Europa. En forma simultánea, en 2007 se estaba desarrollando una grave crisis alimentaria que afectaba, principalmente, a las poblaciones de los países en desarrollo (entre fines de 2006 y 2009, el número de personas que pasan hambre aumentó de 850 millones a 1.000 millones). Desde el año 2008, esta crisis capitalista pluridimensional abarcó todo el mundo.
[3] Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos desde 1987 hasta 2006, explica en sus memorias hasta qué punto estima a los laboristas Tony Blair y Gordon Brown por su adhesión a la ofensiva neoliberal: «Al mando de 1997 en adelante, Tony Blair y Gordon Brown, cabezas de un Partido Laborista rejuvenecido y más centrista, aceptaron los cambios estructurales profundamente importantes de Thatcher en los mercados británicos laboral y de productos. En verdad, Brown, Chancellor of the Exchequer durante una cantidad récord de años, parecía deleitarse en el notable aumento de la flexibilidad económica de Gan Bretaña. (Brown me animó a hacer proselitismo entre nuestros colegas del G7 sobre la importancia de la flexibilidad para la estabilidad económica). Lo que quedara de socialismo en la Gran Bretaña del siglo xxi estaba muy rebajado. [...] El éxito del país con el impulso hacia el libre mercado de Thatcher y el «Nuevo Laborismo» sugiere que sus reformas favorables al PIB tienen visos de persistir a lo largo de la siguiente generación.
»La evolución de Gran Bretaña desde la economía anquilosada de los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial a una de las economías más abiertas del mundo queda reflejada en el periplo intelectual de Gordon Brown, que me describió su educación en un e-mail en el 2007: “Llegué a la economía ante todo a causa de la preocupación por la justicia social que mi padre me inculcó. [...] En los 80, vi que necesitábamos una economía más flexible para crear empleo. Mi perspectiva de una globalización inclusiva es que debemos combinar estabilidad, libre comercio, mercados abiertos y flexibilidad con inversión en la formación de personas para los empleos del futuro, sobre todo por medio de la educación. Espero que en Gran Bretaña nos hayamos preparado lo mejor posible para el desafío económico global, apuntalando nuestras políticas de estabilidad mediante el compromiso con el libre comercio, y no el proteccionismo...”.». Alan Greenspan, La era de las turbulencias. Aventuras en un nuevo mundo, Ediciones B, S.A., Barcelona, 2008, pp. 318, 319.