Desideratum

Profesores Amnésicos

Quienes somos de origen campesino y de familias urbanas con muy modestos o escasos recursos económicos, conocemos muy bien las dificultades, amarguras y tristezas vividas en nuestro tránsito por los distintos niveles de la educación venezolana. Algunas veces no llegábamos a la clase porque sucedían cosas como estas: la única camisa o pantalón disponible se había terminado de romper, al cuaderno se le terminaron las páginas y mamá no tenía en ese momento para comprar otro nuevo, la imposibilidad económica de comprar un medicamento trajo como consecuencia que una gripe ligera se convirtiera en bronquitis e incluso la insuficiencia de alimentación balanceada originó una anemia que nos dejó postrados en cama; en fin, ligeras, medianas o graves, muchas razones fueron obstáculos en la vida escolar de los pobres en la llanura venezolana. Sin embargo, aquella conducta llanera que viene desde los milenios del tiempo hizo que los antepasados vencieran barreras y volcaran lo que se les oponía. Tal empeño logró que muchos de los profesionales de hoy día acumulemos en la experiencia las verdaderas vicisitudes de la vida y la conciencia de pertenecer una clase social que lucha, sobrevive y niega dejarse vencer; una conducta social que en el caso de Apure (para particularizar) muestra sus principios y convicciones en el gentilicio del trato, valores humanos y disposición al trabajo tesonero.

Tales argumentos vienen a nuestro discurso escrito por la enorme preocupación actual generada en las observaciones propias e informaciones recogidas dentro de las comunidades liceístas y universitarias, en ambos casos hay la existencia de colegas profesores, especialistas, maestros en ciencias (magíster scientarium) y doctores a quienes pareciera que una epidemia de amnesia colectiva les apolilló el cerebro. No entendemos el ¿Porqué? Un trato degradante, despectivo, ofensivo y hasta humillante hacia algunos jóvenes estudiantes que provienen de los sectores más desposeídos o populares, mientras que con el hijo del adinerado o del funcionario de alta o mediana jerarquía, la actitud es permisiva, lisonjera, alcahueta y hasta adulante. Conductas por cierto totalmente contrarias con la ética de un profesional de la docencia.

Un refrán popular dice que “entre bomberos no se pisan la manguera” pero para quienes militamos en la lucha revolucionaria (desde la perspectiva marxista) es inaceptable callar cuando vemos, oímos o palpamos una conducta que atenta contra los derechos del colectivo social, con mayor razón cuando se trata de los jóvenes, quienes tendrán la responsabilidad de sucedernos y formar a quienes luego ocuparán el lugar dejado por ellos, en esa cadena infinita que es la existencia humana. Es así como en mi condición de docente universitario manifiesto que una nueva “subespecie” de neo profesores, se han dado a la tarea de exigir en sus clases que los estudiantes realicen enormes erogaciones de recursos materiales y financieros para cumplir una u otra actividad académica. Colegas que apenas leen una revista de farándula exigen tomos completos para explicar un tema de fácil comprensión, otros quienes no aceptan un muchacho expositor en la clase si éste no lleva un fino traje de vestir e incluso un uniforme para todo los integrantes del equipo; están muchos que siendo profesores de materias en el área de las ciencias puras o aplicadas pereciera que su especialidad es la gastronomía o la culinaria, porque grupo que no lleve buen (y suficiente) refrigerio resulta reprobado, es decir, pareciera que los susodichos se olvidaron totalmente de sus tiempos de estudiantes o en contrario, están tan resentidos por sus propias penurias, que su frustración o sed de venganza social la descargan con los inocentes estudiantes bajo su tutoría semestral.

Admito que por razones humanas cualquiera puede cometer errores en el momento de su desempeño profesional, sin embargo, cuando la conducta se reitera sin ningún asomo de corregir y sin aceptar las modestas críticas de otros colegas, entonces es necesario atacar o enfrentar al culpable, aunque nos tilden de inconsecuentes con el gremio. Quien porque desea enriquecerse no está a gusto con su trabajo docente actual en liceos o universidades, o no tenga conciencia de clase para asumir los retos que tenemos por delante para contribuir y mejorar la academia, así como de empujar colectivamente la construcción de una sociedad socialista; mejor asuma su realidad y retírese a otra actividad que le permita lograr sus objetivos personales. Pero… sin que me quede nada por dentro, si van continuar con el desprecio hacia nuestros jóvenes campesinos o de los barrios populares, nos encontraran a muchos en la primera línea de defensa y el contraataque será más vehemente y apasionado, así como menos escrupuloso o metódico en la palabra. (18/06/09).

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Oscar Adolfo Alvarado

Licenciado. Vicepresidente del Consejo Legislativo del Estado Apure. Presidente de la Sociedad Bolivariana del Municipio Biruaca.

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