Los sectores más conservadores de las burguesías latinoamericanas, apoyados por las transnacionales y sus grandes medios de comunicación, en un acto desesperado de intransigencia contra los cambios que estamos viviendo, emiten sus últimos estertores y tratan de aferrarse al poder que ostentaron, con el que amasaron multimillonarias fortunas a costa del saqueo y la explotación, plagando de hambre y pobreza a nuestros pueblos.
Ahora, cuando los humildes asumen la soberanísima determinación de constituirse en constructores y protagonistas de su esperanza, en una lucha libertaria para implementar nuevos modelos de gobierno que garanticen una vida digna a través de la igualdad, equidad e inclusión en un ambiente de justicia social que permita satisfacer sus necesidades humanas, en el hermano país hondureño esta oligarquía neoliberal apela a métodos primitivos, trogloditas y antidemocráticos para preservar sus intereses, empleando como cascarón de proa y tontos útiles a instituciones gubernamentales, tales como el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Público y la Fuerza Armada Nacional, que de la manera más ruin y cobarde le dan un infeliz zarpazo al gobierno del presidente constitucional Manuel Zelaya, por haber cometido la digna y corajuda osadía de consultarle al pueblo si quería ir o no a un proceso constituyente.
En medio del desarrollo de los acontecimientos es imperioso hacer las siguientes consideraciones: a. Pese a las severas y enérgicas condenas de la comunidad internacional que se han levantado como un coro, es vital evaluar con objetividad cuántos de estos gobiernos e instituciones lo hacen con el corazón y por convicción y cuántos lo asumen como un mero acto formal apegado a las relaciones internacionales con fundamento en la doctrina, pero en su interior, seguramente, no ven con malos ojos el artero golpe de Estado y tal vez estén alentando y apoyando por cualquier vía al gobierno de facto. No cabe la menor duda de que se observa una diferencia abismal entre los pronunciamientos y acciones de los gobiernos miembros del Alba y el resto. Bajo la rectoría del presidente Chávez, la alianza bolivariana ha asumido como bautizo de fuego la vanguardia en la lucha para que se retome más temprano que tarde el hilo constitucional en Honduras.
b. Si bien es cierto que la presión internacional se constituye en un catalizador para acelerar el proceso de retoma del poder por parte del presidente Manuel Zelaya, también es verdad que las pretensiones de la oligarquía hondureña que vio amenazada sus intereses seguirán intactas. Por lo tanto, no representan un escarmiento para ella las acciones penales de las que serían objeto los autores materiales del golpe de Estado, como son los magistrados, diputados, fiscales del Ministerio Público y miembros de la Fuerza Armada; lo cual hace necesario ver a posteriori, con sumo cuidado, la implementación de otros métodos en los que no sería descartable el magnicidio.
c. Queda ratificado que
el mejor antídoto para contener las pretensiones felonas de la derecha
es la conciencia de los pueblos y su capacidad de movilización. Por
consiguiente, los enemigos de los procesos de liberación que se gestan
a lo largo y ancho de América Latina deben asumir, de una vez por
todas, que la única vía democrática y civilizada que existe para
alcanzar el poder político es a través del voto y no distorsionando el
digno papel que tienen las Fuerzas Armadas, cuyos miembros, por haber
sido utilizados como incautos, a la postre siempre llevan la peor
parte.