Como apuntó con frase memorable el embajador Roy Chaderton, “en Honduras le abrieron la jaula a los gorilas”.
A partir de entonces los políticos más monos de Caracas, de seguro primates de la misma especie, apoyaron el golpe de Estado contra el Presidente José Manuel Zelaya.
Como venezolano sentí vergüenza al constatar que, según lo revela el diario La Jornada en un reportaje de Arturo Cano “…Radio América recomienda a los automovilistas evitar una carretera. ‘No hay manera de cruzar por ahí’, dicen los locutores, sin mencionar que el motivo es un bloqueo de los apoyadores de Zelaya. La misma estación dedica 30 segundos a informar la postura del Departamento de Estado de Estados Unidos y cuatro veces más a las declaraciones de un dirigente opositor a Hugo Chávez, quien condena la ‘injerencia’ del presidente venezolano en los asuntos del país centroamericano.”
Las palabras de apoyo de los subversivos criollos eran parte de las noticias selectas que se podían escuchar a través de las emisoras hondureñas que no fueron silenciadas por la represión.
Seguramente Antonio Ledezma, Timoteo Zambrano o los “embajadores” Alcalay, Gerbasi y Pineda habrán ganado puntos como apologistas de un golpe entre cuyas causas aparentes figuraban las buenas relaciones entre los mandatarios de Honduras y Venezuela.
A todas éstas la SIP y el CNP, supuestos defensores o adalides de la libertad de prensa no han dicho ni esta boca es mía para solidarizarse con los medios hondureños sometidos a la censura y a una feroz represión.
Cuando se les dificultó sacar del aire una emisora o un canal de televisión interrumpieron el servicio eléctrico para asegurar que el apagón noticioso fuera total en la región. Con ello, además, eliminaban el acceso a Internet y el intercambio informativo mediante computadoras.
Los celulares se convirtieron en herramientas más temidas que los fusiles o las pistolas y la posesión de un BlackBerry fue equivalente a portar una metralleta.
Por fortuna las interrogantes actuales las despejará en breve el pueblo hondureño. Entonces los golpistas endógenos se quedarán engorilados y con los crespos hechos.
