Es lamentable que gente, compatriotas, de luchas y compromiso, quienes han dado batallas desde entonces, irrumpan con ese desafinado No al proyecto de Ley Orgánica de Cultura. UN lamentable No ha hecho su aparición inoportuna, desatinada. El detener la moción tuvo su momento histórico. Ahora de lo que se trata es de legislar. Legislar en el estricto sentido de hacer y elaborar el instrumento jurídico. Estudiar, analizar, discutir y crear las propuestas y reelaborar las mociones existentes. Ese ha sido el camino. El ciclo se reitera y así se ha venido actuando. El camino no es fácil y tiene sus veredas ásperas. Se trata del debate de las ideas. Parir ideas, hacer mociones, producir la norma.
Semana tras semana, en distintos escenarios y variados contextos, el trabajo se realiza: bien sea en la Cátedra Permanente de Legislación Cultural, en la Red Urbana Socio-Cultural, en la Biblioteca Nacional y sus trabajadores, en la Asamblea Permanente, en el Doctorado de la UPEL, con los docentes, con los estudiantes y activadores de la Misión Cultura, con los colectivos y grupos culturales, en las parroquias, en, por lo menos, diez estados y ahora dos veces a la semana en la Subcomisión de Cultura y Patrimonio Histórico, que preside del diputado Cristóbal Jiménez, en todos esos espacios, agrupaciones y colectivos se viene trabajando un borrador que día a día se enriquece, cambiar, mejora. Decir que no se ha abierto el diálogo, que no se han realizado las consultas, sería un despropósito. Es cierto que se requiere más calle y más amplia consulta porque esta no es una ley para trabajadores culturales exclusivamente. Lo cultural es un asunto estratégico y vital para la vida cotidiana de los pueblos y concretamente de las comunidades y familias étnicas vecinales.
Convocamos a nuestros camaradas a incorporarse a la labor. Sabemos de sus propuestas y de su valioso aporte. Es esta la oportunidad histórica para elaborar una normativa cultural revolucionaria. Limitarse al No constituye un camino poco expedito. La pelea es adentro. Se han alcanzado aportes. Todavía hay mucho por hacer pero empeñados andamos en hacer la tarea, realizar el trabajo constituye un deber revolucionario. El proceso bolivariano requiere de nuestros modestos esfuerzos. Reiteramos la proposición: incorporarse. Los invitamos a la sabia reflexión. La cultura, en muchos aspectos, no ha encontrado el camino de la revolución y ésta, la revolución, también y en demasiadas casos, no ha encontrado el camino de la cultura. En este momento histórico un ámbito, la legislación cultural, surge con toda la posibilidad de hacer los aportes y de alcanzar una realización: una Ley Orgánica. En materia de legislación cultural la deuda se viene haciendo inmensa. El aporte de los trabajadores y trabajadoras culturales y de las creadores y creadores, en este momento histórico, se torna de una importancia supina. Aquí todos somos necesarios.