He escrito muchas cuartillas
sobre Luis en estos 19 largos e increíbles años, donde cambió
el país y cambió la historia. He trabajado sobre una biografía
que no logro terminar, aunque una primera versión está publicada en: http://www.analitica.com/bitblio/homez/default.asp. Es
que, entre más navego en su vida, en su contexto, en su tiempo, en
el MAS, su partido, en sus amigos y enemigos más riqueza encuentro
en su quehacer, en su atrevimiento y en su valentía.
Luis Hómez representó
un punto de inflexión en la política, especialmente en el Zulia, donde
demostró que si se puede hacer política como vocación social,
alejado de los negocios y sin hipotecarse a los espacios de poder. Pero
sobre todo, demostró que al Zulia cuando le ofrecen una alternativa
política creíble, comprometida con un cambio de verdad-verdad, como
decía su slogan, la gente rompe con su visión conservadora y tradicionalista
(muchas veces reaccionaria) del quehacer social.
Pero además, si aquello
no fuese suficiente para ganarse un espacio con derecho propio en la
historia política de la región y el país, Luis Hómez fue también
un político formado, graduado en el MIT en Cs. Políticas, con postgrado
en la Sorbona de París, que se estudió para ejercer la política,
su pasión y su vocación. Hablaba cuatro idiomas y “piquito” como
solía decir: español, inglés, francés, algo de alemán y de wayuaniki.
Fue profesor universitario de LUZ, donde dictó la cátedra de Ciencias
Políticas en la facultad de Ciencias Económicas y Sociales, como le
gustaba a nuestro querido decano Gastón Parra Luzardo que la llamáramos.
Tenía una pluma fresca
y agradable para los artículos de opinión que escribió a lo
largo de los 13 años que dedicó a la política activa, antes
de que el maligno se lo llevara. Escribía sabroso y provocaba leerlo.
Escribió usando el vos, cosa que nadie antes había hecho, por
lo menos en política. También escribió dos libros: Cómplices
y Testigos y El Pozo de la muerte, mezcla de ficción y crónica, donde
contó las peripecias que vivió para lograr desenmascarar a los jueces
corruptos y a los cuerpos policiales, que mataban impunemente. Evidenció
en ellos, talento para la escritura y una innata capacidad narrativa,
que mostraba día a día cuando le tocaba contar algún suceso o dar
a conocer algún detalle, de algún caso que estuviera investigando
o escribiendo. Aun hoy, da gusto leerlos.
Fue también un gran
músico, tocaba el piano y la guitarra. Adoraba la gaita. Logró
establecer con este sector una relación de equilibrio y respeto, también
sin antecedentes. Había logrado un milagro; unirlos.
Pero sobre todo, tenía
Luis una agradable sonrisa que matizaba permanentemente con una cantera
de chistes infinitos. Quien lo conoció, tuvo alguna vez que haber reído
con sus ocurrencias. Era un gran zuliano. Llego a encarnar la zulianidad,
como pocas personas lo han logrado.
Podría escribir cientos
de cuartillas más, pero debo terminar este artículo. Siempre le daré
gracias a la vida de haberlo conocido, de haber sido mi profesor y mi
compañero en los hermosos tiempos del MAS. El, por sí mismo,
justifica, la militancia de más de 20 años en un proyecto hermoso,
hoy desdibujado.
Finalizo entonces invitando a todos los zulianos a asistir este viernes, a las 5 de al tarde a un pequeño homenaje que se le hará en la Casa de la Diversidad cultural, ubicado en Santa Lucia. Allí un grupo de amigos y amigas, comandado por Atenógenes Urribarrí, celebraremos su memoria y la de Lydda Franco, quien también se nos fue un agosto, hace 5 años. Nos vemos por allá.