Puede estar en cualquier lugar, a cualquier hora del día o de la noche,
puede vivir en la oficina, la casa, el taller, pero sobre todo, es un
diente en la carga burocrática. A veces cuando se convierte en jefe
castiga y saca a relucir su raigambre stalinista y nunca su infancia
adeca.
Me refiero al Cromangon, ese ser extraño desarraigado de
su pueblo, con ínfulas de importante pero acosado por un pasado que no
logra borrar de su espíritu «REVOLUCIONARIO». El Cromagnon no piensa y
cuando lo hace piensa en otra cosa, pregunta a cada instante como se
llama aquel aparatito y aunque no conoce ni siquiera su nombre, puede
disertar durante horas del valor de lo que acaba de descubrir, aunque
sea la soga de un ahorcado y cuando pregunta la hora, lo hace así: «qué
hora tiene secretario» y se le debe contestar «la que usted diga jefe»,
cualquier otra respuesta resulta tamaña molestia que agarra El
Cromagnon.
El Cromagnon es un atacón empedernido, pero si pierde la pieza porque ya no le quedan dientes, se molesta con la víctima.
El
Cromagnon aisla a sus empleados, les impide hacer llamadas fuera de la
oficina, difícil hacerlas dentro o a menos que sea a grito limpio.
El Cromagnon grita al humilde y calla frente al poderoso.
El Cromagnon discute temas poco trascendentes y lo hace y los quiere hacer ver, como fundamentales de la vida republicana.
El Cromagnon da clases de honestidad aunque pide algún amigo una casita para después "entregarla".
El Cromagnon golpea al artista cuando este se expresa.
EL Cromagnon desconoce un favor.
El Cromagnon no crítica al poder, porque su sueño es ser parte del mismo «mande quien mande».
Con el Cromagnon no se discute, se asume e inclusive en su familia le tienen algo de miedo a su violento carácter.
Siempre se rodea de críticos que critican a otros pero avalan sus torpezas e incapacidades.
Así
las cosas ocurren y a veces, mas de una, debemos entender que estos
seres son, no un olvido de la evolución y sí una «necesidad» para
demostrar como no se deben hacer las cosas.
Todos hemos vivido
el infiernillo que provocan estos seres enquistados en la
administración pública y también hemos vivido el acto dramático de como
estos sujetos paralizan la maquinaria del Estado, añorando el pasado
stalinista.
Claro a veces por razones de consanguinidad y de
ruego el Cromagnon llega alto y combatirlo se convierte en una odisea,
asesta golpes arteros y ofensivos, se rodea de equipitos de minúscula
cultura, acusa de contrarrevolucionario a cualquiera que diga que la
tierra es redonda, porque el afirma que es plana.
Combatir a
estos seres hace de nosotros seres sobrenaturales, debemos convertirnos
en autenticos Tío Conejo, para combatir al poderoso y torpe Tío Tigre.
A estos seres nos toca enfrentarlos con paciencia amparados en la
ley en la justicia y en la dignidad republicana, denunciar sus
arbitrariedades, entender que ya no le quedan dientes para morder
fuerte y que su sueño de ser el papaupa se acaba frente a la imagen de
la legalidad y la movilización. Debemos enfrentarlos para que tiemble
como mandinga ante la cruz.
Debemos denunciar al cromagnon, es
una piedra en el camino de la libertad y la democracia plena que
aspiramos en nuestra revolución.
yurivalecillo@hotmail.com