Resulta insólito, increíble y, absolutamente, dantesco que los colectivos culturales luego de participar en el análisis, artículo por artículo, capítulo tras capitulo, del proyecto de Ley Orgánica de Cultura, en no menos de 28 reuniones, semana tras semana, en la más reciente versión, octubre 2009, del mencionado proyecto, no aparezcan ningunas de las proposiciones presentadas por los distintos participantes. Apenas se acicalo el proyecto, quedándose en la forma, exclusivamente, en la forma y en la triste conducta lisonjera.
Resulta verdaderamente lamentable abrir la consulta para hacerse oídos sordos. Hablar hasta los codos de participación y no pararle un centímetro a las mociones serias, las proposiciones coherentes y las propuestas sentidas y consensuadas por los colectivos culturales. El llamado poder popular lo mandaron al mismísimo carrizo. Y apenas le otorgaron intervenciones de un minuto. “Un minuto para el poder popular”, decía la diputada presidenta de la comisión.
Se quiere legislar generalidades. Sin riesgo. Sin crear ni reconocer la instancia del poder popular cultural. Las ausencias de ese proyecto no pueden soslayarse. Propusimos un capítulo para definir el paradigma cultural de la República y determinar las líneas estratégicas sobre políticas públicas culturales y nada. Sordera total. Lo significativo era trasladar una unidad normativa de un lado para el otro. Los trabajadores y trabajadoras culturales de las bibliotecas propusieron la creación de un capítulo que contemplara la creación del Sistema Nacional Público de Redes de Bibliotecas y nada. Oídos sordos y lisonjearías. Se propuso incorporar dos temas a la exposición de motivos: cultura y constitución y cultura y revolución y tampoco le pararon. Se propuso el capítulo de las microlocalidades y las localidades para municipalizar y parroquializar al instrumento jurídico y nada. Tapones en los oídos.
En materia de organización de los poderes públicos, la moción sería la creación de un capítulo para las comunas culturales como instancias de participación comunitaria para la planificación cultural y ejercer el control social de la gestión pública cultural y nada grandes cantidades de sordera. Se propuso la incorporación de la caracterización étnica de la nación venezolana y nada. Sordos, ciegos y mucha buchipluma. Se propuso incorporar la definición de los son los trabajadores y trabajadoras culturales y nada. Nuevamente oídos sordos. Se propuso que el órgano rector se limitara a la instrumentación y administración de la gestión pública cultural y que resultaba insólito que tal ente: tuviera a su cargo la creación, diseño, formulación, ejecución, evaluación y control de las políticas públicas culturales y nada. Mayúscula sordera.
Se propuso eliminar todos esos ordinales sobre educación y cultura y elaborar un solo artículo que estableciera la necesaria e histórica relación entre ambos campos y nada. Mutis. Se propuso que se caracterizara a las culturales populares y nada. Más generalidades e impresiones. Sordera total. Se propuso que se uniera en un solo capítulo sobre la identidad y la diversidad cultural y tampoco nada. Sobre las zonas especiales se propuso que hiciera referencia a bienes y manifestaciones culturales y no zonas y nada. Se propuso que el instituto para los artesanos y artesanas se llamara instituto para el fomento y protección al desarrollo artesanal y nada. Tapones en los oídos. Se propuso la incorporación de las empresas sociales de producción cultural y las empresas populares típicas al capítulo sobre la economía social y endógena de la cultura y nada. Se propuso la incorporación de la definición de protección y defensa del patrimonio cultural y menos se nos escuchó.
28 semanas de trabajo, análisis y discusión y el resultado es nada. Ningún cambio significativo. Apenas tres logros se alcanzaron: la creación de sendos institutos para las culturas populares y la artesanía y el fondo de previsión y protección social de los trabajadores y trabajadoras culturales. Ese número de reuniones constituye el 54 por ciento del total de semanas que tiene un año. Lo que se hizo fue el ejercicio olímpico de la sordera. Ninguno de los colectivos culturales nos hacemos responsables de lo que allí se apruebe. Nuestro aporte fue serio, responsable, revolucionario, constante y lleno de sapiencia. Nos queda “el valioso tiempo de la madurez”, del poema de Mario de Andrade: Conté mis años y descubrí, /que tengo menos tiempo / para vivir de aquí en adelante, / que el que viví hasta ahora… Me siento como aquel chico / que gano un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado / pero cuando percibió que quedaban pocas, / comenzó a saborearlas profundamente/ Ya no tengo tiempo / para reuniones interminables, / donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, / sabiendo que no se va a lograr nada… ya no tengo tiempo / para lidiar con mediocridades. / No quiero estar en reuniones / donde desfilen egos inflados. / No tolero a maniobreros y ventajeros… Mi tiempo es escaso como para discutir títulos / Quiero la esencia, / mi alma tiene prisa…sin muchas golosinas en el paquete.
efrainvalen@cantv.net