Son nuestras las banderas que luchan contra la corrupción y la ineficiencia. Son nuestras las banderas que claman por construir una sociedad mas justa, de iguales, en donde todos los venezolanos tengamos los mismos derechos y deberes. Son nuestras las banderas que claman por el socialismo, único modelo económico y espiritual capaz de construir una sociedad ideal y humanista y de salvar la tierra. Entonces, ¿Por qué le permitimos al ladrón burgués, a la canalla apátrida que se apropie y mancille nuestras banderas? Acaso, ¿No somos capaces de defender nuestras ideas y nuestra verdad? ¿Por qué le dejamos al Comandante Chávez también toda esta tarea? Existen muchas razones que explican porque suceden estas cosas, entre ellas: la falta de un Partido efectivo, nuestras fallas comunicacionales, el libertinaje de los medios privados de comunicación unido a las fallas en la contraloría y la justicia venezolana, etc.
El pueblo clama por justicia y ejemplar castigo al corrupto burgués que se encubre en nuestras filas y afuera también. Al pueblo le gustaría ver pagando condenas a Ravell, Zuloaga, Mezerhane, Montoya, Radonsky, Pérez Vivas, Leopoldo López y a su tocayo Castillo junto a los oportunistas encubiertos como Acosta Carles, Manuit, Chacon, Parada, entre otros. Al pueblo le duele la traición como el mismo hecho de corrupción; le duele que lo tomen por pendejo.
La canalla burguesa adeco-copeyana y sus reciclados en algo siempre le fueron sinceros al pueblo. Le decían que "en Venezuela no existen razones para no robar" que ellos siempre fueron más justos y eficientes porque "robaban y dejaban robar". Pero la revolución socialista es antes que un modelo económico, verdadera moral, ética y amor por la humanidad. Ellos forman los pilares fundamentales sobre las cuales se erigen los valores Socialistas. El capitalismo, es su antitesis, por tanto su naturaleza es inmoral, antiética e inhumana.
Estos valores deben ser encarnados en la vanguardia revolucionaria para que sean asimilados correctamente por el pueblo. Si un dirigente político, ministro, gerente, director, etc., no refleja esas cualidades el pueblo inmediatamente los rechazará y pondrán entre dudas nuestras ideas. Aunque fuesen buenos oradores, los tacharán de demagogos. La revolución es sólo obra de revolucionarios que trabajan junto al pueblo. No basta con hablar o escribir de revolución, o con aprenderse de memoria un "catecismo revolucionario" para repetirlo en los mítines frente al pueblo. Es necesario que el pueblo vea reflejado en ellos nuestros valores. Es allí por donde ataca la canalla. Esos agentes del imperio buscan desprestigiar la revolución para desmoralizar y desmovilizar al pueblo.
Con nuestras banderas la canalla burguesa se limpia el trasero. Hoy se disfrazan ante el pueblo de “puritanos, humanistas y honestos”, como tratando de encubrir sus verdaderos rostros de hienas sedientas de venganza y dinero.
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