AMÉRICA. Los "arbolitos" nacen rápidamente en los hogares de Caracas. Normalmente es una rama de pino canadiense y en ocasiones caribe, o también los populares modelos en plástico que imitan a los árboles naturales. En el interior del país una rama seca puede cumplir el objetivo, bien adornado e iluminado con bolitas, así la recuerdo, cuando mis hermanas la preparaban en casa de mi mamá. A los niños de hoy, con apenas cuatro o cinco años les divierte preparar el arbolito y el nacimiento.
EL NACIMIENTO, tradición europea enriquecida con el sabor venezolano, es la mejor expresión de la Navidad Venezolana. Hacerlo reúne a la familia, a la comunidad, a los compañeros de trabajo, de escuela. El Nacimiento es más navidad, porque recuerda que en torno a un Bebé, conocido como el Niño Jesús, giraron las estrellas y luego el mundo cristiano.
EL CAPITALISMO DE MERCADO creó la figura de un gordo bonachón que una transnacional de refrescos vistió de rojo, con el nombre de San Nicolás o Santa Claus. El icono pegó a fuerza de repetición, películas repetitivas del gordito en su trineo volador. Hasta que lo metieron en las fiestas y en las escuelas, creando en nuestros infantes la confusión de no saber quién trae los regalos, si el gordo Claus o el Divino Niño Jesús. En todo el país el gordito rojo de barbas blancas aparece montado en edificios, árboles, en una muestra de transculturización de la sociedad.
ÁRBOLES ILUMINADOS. A la Alcaldía de Baruta le dio desde hace años por rodear de bombillos los árboles naturales en Navidad. Un crimen ecológico que ocasiona la pérdida de verdor de esos árboles, la alteración del proceso de fotosíntesis y el estrés de los pajaritos que hicieron sus nidos. El Ministerio del Ambiente, debe prohibir esa depravada costumbre o los ciudadanos obligar al Alcalde a dormir toda la noche con unos reflectores encendido en su cuarto. Siempre que llega Navidad no dejo de pensar en el Cuzco, Perú, un Nacimiento Viviente.
EUROPA. Los tranquilos ciudadanos europeos se vuelcan en las frías tardes en los bulevares preparados para acoger la Navidad. En Frankfurt, un paseo peatonal se llena de quioscos que venden todas las comidas navideñas que allá se puedan imaginar, además de las infaltables salchichas. Vino caliente, figuras de chocolate de trineos, renos, santas, campanas. Carruseles gigantes, árboles artificiales y mareas de personas oteando los puestos de ventas. Las líneas áreas adornan las cabinas con bolas verdes y rojas. Por allí apenas se sabe que quien nació en Navidad fue el Niño Jesús de Nazaret.
NUEVA YORK .La Quinta Avenida se llena de luces y contagia a todas las otras calles, el más espectacular derroche de energía que nunca antes haya registrado la historia. La ciudad parece una gigantesca linterna que borra todo rastro de la estrella de Belén y sus amigas. Los neoyorquinos tal vez sólo han visto estrellas en las películas que filman en el Central Park. Nada que hablar de Jesús a quien hasta robaron en Hollywood la originalidad de los milagros, atribuyéndole al gordo de las chimeneas el hacerlos en una calle de ciudad. Los creativos no se han atrevido a hacer un simpático Niño Jesús que lleve los regalos por todo el mundo. Lo mas cercano a un Niño Dios amigo son las parrandas y aguinaldo venezolanos "El niño Jesús nació caminando" "Niño chiquitico, niño parrandero, sigue con nosotros hasta el mes de enero". Con esas dos frases los dibujantes, cineastas tendrían para relanzar la imagen simpática del verdadero símbolo de la navidad. Atrévanse revolucionarios, anótalo Omar Cruz.
ÁFRICA Allí conviven las religiones musulmanas, cristianas y animistas. Las ciudades africanas parecen como Cuzco un gran nacimiento. En Addis Abebba, Etiopía, la gente va de un lado a otro con su trabajo diario. En los pueblos vecinos carretas tiradas por caballos trasportan a sencillos pobladores, los burritos llevan su carga de alimentos (uno recuerda con agrado "con mi burrito sabanero"). Con qué facilidad sonríen los etíopes, los africanos. Una risa alegre, contagiosa, sonrisas amplias, abiertas que hacen que el "jojojo" del mercadeado santa alias papa Noel, resulte chocante e hipócrita.
Cerca de Addis Abeba está una ciudad con el nombre de Nazaret (no es la de Israel, esta es en Etiopia, cuna de la Humanidad). En esta Nazaret, de un agradable clima frió, se encuentra la Aldea de Adama. Una humilde escuela con el nombre de Simón Bolívar nos recibe con mil niños cantando felices en lengua oromilla "bienvenidos, bienvenidos". En nombre de los niños de Venezuela llegan regalos útiles para sus homólogos etíopes y la promesa certera de juntos reconstruir un colegio bonito para que las risas africanas de Adama resuenen con más fuerza.
En África, Addis Abeba, ni en Nazaret, ni menos en la lejana Aldea de Adamas, ha llegado siquiera el nombre del gordo santa. Y que felices son, me recuerdan mi niñez cuando junto con mis hermanas y hermanas nos levantábamos tempranito el 25 de diciembre a buscar el regalito que nos dejaba nuestro niño Jesús, aliado secreto de mi mamá. Santa Clous Go home. Vivan los niños y niñas. Viva el niño Jesús.
VOY QUE CORTO.