El 23 de enero de 1958 y las recientes médidas económicas

La semana que recién termina, se cumplió un aniversario más de aquella gesta emancipadora librada por el pueblo bolivariano, para deshacerse del dictador Marcos Pérez Jiménez y su camarilla burguesa. Como es ya tradición, en esta Revolución Bolivariana, tanto el factor patriótico-revolucionario-socialista, como la representación de los intereses imperiales en nuestra Patria, valga decir, el oposicionismo apátrida, expresado en los viejos partidos burgueses: AD, Copei, sus derivados: Primero Justicia, MAS, BR, Podemos, UNT, sus organizaciones particulares: Súmate, RCTV, Globovisión, El Nacional, El Universal, Fedecámaras, CTV, Iglesia Católica, Consejos Universitarios y algunas FCU y asociaciones profesorales de la UCV, UC, LUZ, ULA, UDO, entre otros, salieron a marchar y medir sus fuerzas en las calles de Caracas. También, como es tradición la Marea Roja inundó las calles de Caracas, mientras la escuálida marcha opositora se caracterizaba por la ausencia de alegrías y pomposidad, miles de compatriotas opositores caminaban como “zombis” movidos por la campaña mediática, sin anidar razones lógicas que justificaran su presencia en las calles de la capital. En contraposición, la alegría desbordaba el rojo revolucionario.

Del análisis de las justificaciones, dadas por diversidad de camaradas, sobre las razones por las cuales se animaron a marchar con las columnas patrióticas revolucionarias, éstas se centraron en la supuesta “traición” realizada por los firmantes del Pacto de Punto Fijo, concretado en New York, léase: AD, Copei y URD, a los cuales se uniría la burguesía directamente, en la figura de Eugenio Mendoza. No obstante, no somos partícipes de dichos puntos de vista, nos acercamos más a la reflexión que nos convoca el camarada J. R. Núñez Tenorio en su libro de lectura obligada: EN DEFENSA DE LA REBELIÓN, leámosle: “La autocrítica del movimiento revolucionario después del 23 de enero tiene que levantar tanto los elementos positivos como los negativos de aquella gesta…La participación política de las masas del pueblo, en particular las de Caracas, a través de tres días consecutivos, preparado previamente por miles de acciones relámpagos que la pequeña pero organizada izquierda de aquella época realizó en barrios, centros obreros y públicos (mercados, iglesias, etc.), es un elemento relevante del 23 de enero. Constituye una experiencia histórica del vínculo entre vanguardia y retaguardia para un objetivo político concreto: el derrocamiento de la camarilla Pérez Jiménez-Vallenilla-Estrada…Pero las fuerzas revolucionarias cometieron serios errores -especialmente después del 23 de enero. En primer lugar, cayeron en un tacticismo a ultranza, olvidando los objetivos estratégicos. Al día siguiente de derrocada la dictadura, el cuadro político del país era cualitativamente distinto, y, por lo tanto, tenía que cambiar la línea táctica de las fuerzas revolucionarias. No fue así. En la práctica, a lo largo del año 58, la izquierda revolucionaria desarrolló una táctica reformista, políticamente sometida al seguidismo burgués e ideológicamente trabajando con esquemas mecánicos marxistas. Estos errores de tacticismo y seguidismo reformista burgués obstaculizaron en la práctica que el propio movimiento popular y sus cuerpos unitarios avanzaran en la conquista de mayores posiciones de poder en medio de aquella crisis…La base de los errores tacticistas fue, evidentemente, la formación empirista de las fuerzas revolucionarias, incapaces el 58 de llegar a aplicar –aunque fuese mecánicamente- las conocidas Tesis de Abril de Lenin…”.

En aras de ser lo más pedagógico posible, ¿qué eran las Tesis Leninistas de Abril?, no eran otra cosa que unos lineamientos programáticos para encauzar la llamada Revolución de Febrero que había derrocado al Zar y su feroz régimen antipopular, mediante la cual, en apenas un mes ya Rusia se encauzaba a ser una República, de qué tipo?, estaba por verse. Los oprimidos de siempre, por primera vez, se sentían dueños de sus destinos. Cada plaza, local comercial o fábrica, era un escenario propicio para el debate de ideas; la Democracia se ejercitaba, como nunca antes, en toda Rusia. Por un lado, el Gobierno oficial, de la burguesía, no tuvo otro remedio que aceptar al social-revolucionario Kerenski en su seno para darle un barniz “revolucionario” y tratar de obtener así una base social. Por la otra, los soviets o los Consejos de obreros, soldados y campesinos que habían surgido durante las jornadas revolucionarias de febrero y constituían un poder real, en la ciudad y en el campo, en cuya composición predominaban los social-revolucionarios y los mencheviques frente a los bolcheviques que todavía eran minoría. Derrocado el Zar, cabía preguntarse si los soviets debían disolverse, pasar a ser apéndices del gobierno provisional o tomar ellos, todo el poder, lo que llevaba directamente a establecer cuál era el carácter de la Revolución. Esas eran las discusiones en marzo de 1917, antes de la llegada de Lenin, quien se encontraba en exilio. El gobierno provisional, surgido de la Revolución, estaba en una situación delicada. Para mantenerse tenía que hacer concesiones, y apoyarse en la muleta de los dirigentes obreros reformistas. Las posturas de la burguesía rusa a favor de la continuación de la guerra imperialista se disfrazaron de ideas "defensistas": "para defender la revolución es necesario defender Rusia contra el agresor alemán". Estas ideas calaron hondamente, sobre todo, entre los dirigentes mencheviques, que descartaban totalmente la perspectiva del Socialismo.

Lenin desde el exilio hacia oír su voz de rechazo, el 6 de marzo telegrafía: "Nuestra táctica: desconfianza absoluta, negar todo apoyo al Gobierno provisional...; no hay más garantía que armar al proletariado". En todos sus mensajes, Lenin es tajante. Prefiere estar solo que seguir esa táctica, confundiendo la guerra imperialista con una guerra defensiva. No es hasta abril cuando Lenin consigue un medio de llegar a Rusia: el famoso tren blindado. Llegado en Rusia, no pierde el tiempo, de inmediato reúne su partido y enuncia sus Tesis, las cuales se resumen en las siguientes enunciaciones:

-La guerra es imperialista, de rapiña. Es imposible acabar con ella, con una paz democrática, sin derrocar el capital.

-La tarea de la revolución es ahora poner el poder en manos del proletariado y los campesinos pobres. Ningún apoyo al gobierno burgués. No a la república parlamentaria. Volver a ella desde los soviets es un paso atrás.

-Los bolcheviques están en minoría. Deben, por tanto, desarrollar una paciente labor de esclarecimiento y propaganda.

-Nacionalización de todas las tierras del país y su puesta en manos de los soviets locales de braceros y campesinos. Nacionalización de la banca bajo control obrero.

-Celebrar inmediatamente un congreso del Partido. Construir una Internacional revolucionaria, rompiendo con la II Internacional.

En contraposición, el informe que había presentado Stalin el 29 de marzo era bien distinto: "El poder está compartido por dos órganos. El Soviet ha asumido la iniciativa de las transformaciones revolucionarias. El soviet... es un órgano destinado a controlar el gobierno. Este, por su parte, ha abrazado en la práctica la misión de consolidar las conquistas del pueblo". Para Stalin los obreros y soldados hacen la revolución y los burgueses la consolidan. En los debates Lenin pregunta: ¿por qué no se ha tomado el poder? La respuesta que obtiene de Kámenev es que la revolución burguesa aún no ha acabado. Lenin contesta que, la única razón es que el proletariado no está aún lo bastante consciente y subraya: “la fuerza física está en manos del proletariado”. Lenin tuvo que combatir contra aquellos que aplicaban las fórmulas teóricas sin más. "El marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción", repetía continuamente frente a los que insistían en que lo principal era establecer una República (burguesa) parlamentaria, para después luchar por el socialismo -"consolidar primero las libertades, la democracia", se diría ahora. Lenin, entonces, fue acusado de...¡trotskista!. Es de justicia destacar, que las Tesis de Abril actualizaron y legitimaron la Teoría de la Revolución Permanente de Marx, retomada por Trotsky. Lenin escribió, además, cinco cartas al partido que se publicaron con el título de "Cartas desde lejos", donde se abrazó a la Teoría de la Revolución Permanente, proponiéndole al partido que el proletariado tome el poder y empiece a poner en práctica su Programa Socialista. En la primera carta, Lenin acusó a mencheviques y socialistas revolucionarios de conciliadores con el gobierno provisional, que querían continuar la guerra para satisfacer las "aspiraciones monárquicas e imperialistas" de los partidos y las clases que los componían. Aunque todavía no mencionaba la fórmula de poder, Lenin se refería aquí a "la transición de la primera etapa de la revolución a la segunda".

Núñez Tenorio, en el libro antes mencionado, nos explica las tesis de Lenin: “Lenin precisó claramente tres etapas: 1) la etapa democrática (anteriormente sostenida por la burguesía), dirigida contra las relaciones feudales y semifeudales de producción; 2) la etapa de transición entre la revolución democrática y la revolución socialista, que hace el puente entre la primera y la tercera etapa; 3) la etapa socialista propiamente dicha, que destruye el capitalismo e instaura las nuevas relaciones de producción. Realizar nosotros la revolución nacional-democrática, liberarnos del vasallaje neocolonial yanqui, significa entrar ya en la etapa de transición existente entre la revolución neodemocrática y la revolución socialista…La liberación nacional es socialista (anticapitalista) y no burguesa (antifeudal) no solo por los rasgos propios, históricos, inherentes al desarrollo de América Latina, sino también por el carácter mundial del capitalismo imperialista…El capitalismo imperialista mundial es una moneda donde una cara (la metrópoli desarrollada) no puede existir sin la otra (las neocolonias). Por eso, liberarse del neocolonialismo es romper las cadenas del capitalismo imperialista mundial, por lo cual este combate adquiere necesaria y objetivamente un carácter socialista. Cuando la neocolonia capitalista rompe la dominación imperial de manera revolucionaria su camino inevitable es la construcción de la sociedad socialista. El ejemplo de Cuba es muy elocuente al respecto. Lo anterior podría cotejarse de “izquierdismo”, en el sentido que estamos propugnando la célebre revolución permanente…”.

Apartarse de las ideas leninistas, para arroparse de las propuestas hechas por Stalin en su informe del 29 de marzo, conceptualizadas a concebir la Revolución por etapas, o hacer la revolución por reformas, en estrecha alianza con la burguesía, conllevó a que factores revolucionarios involucrados en los hechos del 23 de enero de 1958, se manifestaran de acuerdo con el gobierno provisional de Larrazábal, propiciando la “unidad nacional”, tal como lo exponía el PCV en el XV Pleno del C.C., abril de 1958: “…defensa de las conquistas del 23 de enero…conformar una política unitaria de todos los partidos políticos y de los sectores democráticos; ella permitiría, mediante la colaboración de las distintas clases y sectores, lograr importantes conquistas democráticas y progresistas…una vez reorganizadas las masas, se haría posible el paso…a la revolución…”, planteamiento que hacían los camaradas del PCV, en momentos que su militancia se incrementaba exponencialmente, así como su influencia sobre los sectores revolucionarios. Si vamos hablar de traiciones, comencemos por esta, ya reconocida por estos camaradas en su XXV Pleno del C.C. en informe a los delegados y delegadas: “Si la dirección de nuestro partido hubiera poseído la noción de carácter ininterrumpido de todo proceso revolucionario en auge, si no hubiera estado anclado en las concepciones etapistas de la revolución, el PCV no habría cometido el más grave de sus errores políticos, como fue la profunda desviación derechista…vivida…después del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez…”. Betancourt, Caldera, Villalba y Mendoza, estaban preclaros cuando firmaron el Pacto de Punto Fijo, en New York, que el gobierno emergente debería tener una clara orientación democrática, pero de contenido burgués, valga decir, los problemas (lucha de clases) se arreglan en el juego electoral entre los principales partidos (AD y Copei), libertad para organizar partidos que se hagan partícipes de ese juego, absoluta y brutal represión contra todo aquello que ponga en peligro la estabilidad del sistema político naciente, el Estado y sus instituciones en sintonía con el resguardo de los intereses del imperio y de la burguesía “nacional”, la cual se nutrirá de créditos blandos y sin garantías de retorno.

Esta analogía histórica, nos permite explicar hechos que vienen ocurriendo, en esta década de Revolución Bolivariana. A su interior, se mueven fuerzas “restauradoras”, como las llama el camarada Aponte en sus Granos de Maíz, que propugnan las ideas etapistas de nuestra Revolución. Desde que el Comandante Presidente, Hugo Chávez, proclamara el carácter Socialista de la Revolución Bolivariana, hemos contados varios intentos de desviar su rumbo ininterrumpido Socialista, hacia los canales del liberalismo burgués, devolvernos a los días posteriores al 23 de enero de 1958, después de la caída de Pérez Jiménez. En el 2004, durante el proceso previo al referendo y después de su realización, el gobierno insistió en llamar al diálogo y la negociación al empresariado y a los sectores de la oposición. En el espíritu de reconciliación nacional, se realizaron, ese año, cinco encuentros presidenciales con empresarios, el más importante fue el realizado en el Caracas Hilton, que contó con la asistencia de representantes de las cámaras de la Construcción, de Farmacias, Industriales, Farmacéutica, Automotriz, entre otras. Estaba también el presidente de Coposa, Nelson Quijada, el presidente de Mitsubishi en Venezuela, así como José Agustín Campos, presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos (Confagan); se encontraban también, Edgar Anzola, directivo de Empresas Polar y Hugo Hernández Raffali, expresidente de la Cámara Petrolera, y quien fuera director externo de PDVSA durante el sabotaje a dicha empresa. En dicho encuentro, Chávez les ofreció a los empresarios zulianos créditos por 29 mil millones de bolívares, como parte de un total de 180 mil millones de bolívares. A lo que habría que agregarle, otras concesiones ofrecidas por el gobierno como el pago a los exportadores de 190 millardos de bolívares por concepto de reintegro del IVA (Draw Back); de estos ya se han pagado 75 millardos, así como la reducción en un 50% de las retenciones del IVA a los grandes contribuyentes, léase, los grandes capitalistas nacionales y transnacionales, como por ejemplo, Polar, Mavesa, Alfonso Rivas, Regional, Ford, General Motors, empresas petroleras privadas transnacionales, es decir, a los más poderosos golpistas y explotadores. Otra de las concesiones del gobierno, en aquel entonces, a la oligarquía económica fue la derogación de la Ley del Impuesto a los Activos Empresariales, lo cual significa, que los empresarios se ahorraron de pagar al fisco la bicoca de 150 millardos de bolívares. Por otra parte, el gobierno creó un Fondo de Garantías por 52 millones de dólares para respaldar a los empresarios que soliciten préstamos ante la banca privada. En 2008, un nuevo intento por parte de los “restauradores” se concreta en otro encuentro bajo el lema “Reimpulso productivo. La inversión es Venezuela” y frente a más de 500 empresarios, el Comandante Presidente, Hugo Chávez llamó a constituir una gran “Alianza Estratégica Nacional Productiva”. Esa vez, no se dirigía apenas a los medianos y pequeños empresarios, sino a pesos pesados del sector privado, como Lorenzo Mendoza, de Empresas Polar; Oswaldo Cisneros, de la Organización Cisneros; Juan Carlos Escotet de Banesco, Michel Goguikian del Banco de Venezuela; Pablo Baraybar de Cavidea; Omar Camero de Televen; Luis Van Dam, presidente de Industrias Metalúrgicas Van Dam y contratista de la transnacional Odebrecht, entre otros personajes del jet set empresarial del país. Más recientemente, de nuevo el Gobierno Revolucionario busca acercamiento con la burguesía, enemiga acérrima de la Revolución Bolivariana, las medidas cambiarias que liberalizan el Control de Cambio, avanzando hacia un sistema dual; según nuestro Comandante Presidente, "son medidas que van en corto y mediano plazo a potenciar la economía nacional; van a impulsar la productividad nacional, porque nosotros hemos estado vendiendo los dólares muy baratos", valga decir, potenciar la burguesía exportadora e industrial. Dónde quedan las Fábricas Socialistas?, fue la pregunta que quedó en el aire ante dichas medidas. De nuevo se reencauza la propuesta etapista de nuestra Revolución, como era de esperarse José Vicente en su Programa de tv, esperaría al Comandante Presidente, para animarlo a propulsar el diálogo con la burguesía, buscar espacios de paz y armonía, poco le faltó por proponerle un ministro burgués al Gabinete Revolucionario, el contra espíritu del 23 de enero sigue vivito y coleando y si nos descuidamos, se nos implanta en nuestra Revolución Bolivariana. Marchas y contramarchas de las que sólo la claridad política que pueda alcanzar el pueblo bolivariano nos puede salvar que se desvíe como lo hizo en 1958. Sólo el pueblo, salva al pueblo!!!


Caracas, 23 de enero de 2010

henryesc@yahoo.es





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Henry Escalante


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