El pasado miércoles 24 de marzo, se celebraron dos fechas catastróficas para la historia del mundo y específicamente para nuestramerica, una en 1976, el golpe de estado dado por el gorilismo Argentino, encabezado por el General Rafael Videla, que sumió a ese gran país suramericano en un régimen de terror de la ultraderecha y aun quedan 30.000 desaparecidos (Igual numero de desaparecidos y en fosas comunes tiene la “democracia” Colombiana) y 5 años después, en San Salvador, en la hermana Republica de El Salvador asistía a su cita con la historia, quien iba a ser nominado a premio nobel de la paz, monseñor Oscar Arnulfo Romero, santo ya canonizado por el pueblo de Nuestra América, como San Romero de América.
Ambos hechos tienen un autor común, aunque los autores materiales sean diferentes y bien lejanos el uno del otro, nada menos y nada más que el imperialismo yanqui, máximo representante del capitalismo, del cristianismo y de la raza blanca del norte.
Argentina, es el país, desde la óptica del desarrollo capitalista, mas avanzado de nuestra Abya Yala de habla hispana y su trasformación al socialismo, sobretodo al socialismo radical, que era la militancia de la casi totalidad de los 30.000 desaparecidos mas otros tantos 40.000 que sufrieron cárceles, torturas y persecuciones o fueron asesinados y enterrados (No desaparecidos), la hubiese convertido en una gran nación que creara un eje de desarrollo endógeno industrial, aparte de haber desarrollado una agroindustria de primera, a nivel mundial, que le serviría de contrapeso al imperialismo yanqui, aparte que hubiese creado un poderoso ejercito que le hubiere brindado apoyo a los revolucionarios del cono sur y Brasil, y en los 80 y 90, otra hubiese sido la historia de sur america.
En los 70 y 80, en las naciones Centro-Americana, comenzando por Nicaragua, que emulaba la lucha del espiritista trincadista Augusto Cesar Sandino, quien enfrentó con cojones a una invasión gringa para imponer a la dinastía de los Somoza y El Salvador emulaba a Farabundo Martí, General que luchó con Sandino y fue, al igual que el General de hombres libres, vil y cobardemente asesinado, en Guatemala surgía un reflujo de las masas en la lucha anti-imperialista y oscurantista, a raíz del golpe contra Arbenz en 1954; y sobretodo en el seno de la Iglesia cristiana católica insurgía una tendencia liberadora, que era la ley de compensación que actuaba, que destruía el opio cristiano y llamaba a los pueblos a la sublevación, desde la óptica cristiana, cuyo máximos exponentes fueron los 6 sacerdotes jesuitas de la Universidad Católica de El Salvador y la posteridad le adjudicaría esta cualidad a Oscar Arnulfo Romero, aunque no profeso esta doctrina en vida, el fue un pacifista neto, pero exigió, en el nombre de Dios que cesara la represión en contra del pueblo martirizado por un imperio y unos gorilas lacayos.
La mejor forma de celebrar el 24 de marzo, todos los años, es a través de foros y conversatorios, marchas y vigilias colectivas y masivas, con el fin de rememorar la historia trágica que el bendito capitalismo nos ha hecho vivir, llenas de homicidios sangre y desgracias, y transformar ese odio legitimo en la lucha por la comuna, único régimen que acabara de raíz con el sistema burgués porque iguala al hombre y acaba el “cuanto tienes cuanto vales”, que aun los “revolucionarios bolivarianos” tanto aprecian y practican. El 24 de marzo también se celebra denunciando y desenmascarando a la derecha endógena y al poder constituido dentro del PSU, que son troyanos infiltrados en el socialismo para implosionarlo.
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