Los espantavotos y un régimen simplificado de tributación para pequeños contribuyentes

Entre la legión de infiltrados en la administración pública y que nuestro admirado Luis Brito García ha denominado los matavotos, pero que nosotros preferimos llamarlos espantavotos, pues realmente lo que hacen es ahuyentarlos, están algunos funcionarios del SENIAT. Y no porque sea pública y notoria la militancia escuálida de un buen número de estos y estas fiscales que, como colectivo, realizan un trabajo tributario encomiable, batiendo cada año sus propios records, pero que paralelamente parecen trabajar para que sea otro gobierno distinto al bolivariano el que administre los cuantiosos recursos que recaudan. Las quejas de los pequeños comerciantes del mercado bolivariano de La Hoyada apuntan en esa dirección: multas de hasta 80.000 Bs. F acompañadas por un “nosotros cumplimos las órdenes que da tu presidente” no deja lugar a dudas sobre cuál es el interés político de estas acciones y que no pareciera ser otro que incitar al general Male Star. Ya en 1705, el general José de Ávalos y Mendoza, gobernador del Paraguay y uno de los pioneros de las revoluciones comuneras de ese siglo, “había sostenido la teoría de la supremacía del interés general sobre el meramente fiscal o estatal” y “desestimaba la pretensión de un privilegio porque no era la voluntad de Su Majestad aumentar sus marevedises reales con perjuicio notorio de sus vasallos y que era pervertir la forma distributiva de la justicia proceder de otra manera.” Con tal motivo, estamos recogiendo en la Asamblea Nacional la propuesta de sectores de la economía popular para desempolvar un proyecto de ley, elaborado en 2002, que simplifica el régimen tributario y que, por la crisis política y económica creada por los golpistas en ese período, había sido engavetado. Este sistema, que tiene unos diez años de aplicación en los países del cono sur, permite unificar impuestos como el IVA, el impuesto sobre la renta e, inclusive, la cotización para el seguro social, sin tener pendiendo sobre la cabeza del contribuyente la discrecionalidad del funcionario, limitando el espacio para la arbitrariedad. Es bueno que todos contribuyamos con la administración pública y que se fomente una cultura tributaria, sobre todo en los nuevos contribuyentes que todavía el INE ubica como economía informal, pero lo óptimo es que las cargas sean repartidas de la manera más justa y equilibrada, teniendo como máximo objetivo el bien común.

*Diputado de la Asamblea Nacional



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Oscar Pérez Cristancho*


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