18 de abril 2009. - El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó el pasado jueves por teléfono al presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, desde México, para evitar el descarrilamiento de la agenda diseñada para la Cumbre de las Américas, que se inauguró ayer en Trinidad y Tobago.
El consejero asignado para la reunión cumbre, Jeffrey Davidow, confirmó lo anterior en una reunión para la prensa estadunidense, en el hotel Marriot.
En su declaración, embargada hasta ayer, dijo que Lula y Obama hablaron sobre cómo "mantener un enfoque positivo" en la agenda de la reunión de los 34 mandatarios del hemisferio, ante el desafío planteado por nueve presidentes integrantes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), que ese mismo día habían acordado en Venezuela vetar la declaración final de Puerto España.
Aparentemente la iniciativa encabezada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inquietó a Obama, a tal grado que se tomó unos momentos de su tiempo de estadía en México para revisar con Lula algunas medidas para evitar una crisis en ese encuentro de alto nivel.
A juzgar por lo que se dijo durante la conferencia de prensa conjunta entre el jefe de la Casa Blanca y el presidente de México, Felipe Calderón, este problema no fue discutido entre ellos.
En el hotel Marriot, donde se hospedó el equipo de prensa que habitualmente viaja con el presidente estadunidense, Davidow desestimó la opinión de Chávez sobre el borrador de la declaración de Puerto España. Ésta, dijo, "fue objeto de una laboriosa negociación, incluso con Caracas, y varios de los puntos de vista de Venezuela fueron incorporados".
Para Obama, el encuentro en esa isla de las Antillas Menores representa su primer contacto con Latinoamérica. Incluso en el mismo encuentro el vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, comentó que creía que el presidente estadunidense nunca antes había estado en un país latinoamericano.
Entre las dificultades de Estados Unidos para emprender un tipo de relación distinta, no hegemónica, con la región, figura en primer lugar la cuestión cubana, pero la restauración de un trato muy lastimado con Venezuela y Bolivia no es un desafío menor.
En cuanto a la presión por levantar el embargo a Cuba, una postura que por cierto no sólo viene de los países que suscriben la Alba sino de muchos otros frentes, entre ellos Brasilia, Buenos Aires, Santiago de Chile y la propia Organización de Estados Americanos, Obama dejó claro en México que por el momento no dará un paso más en ese sentido.
Sin embargo, el tema no parece estar totalmente fuera de los asuntos contemplados por el presidente de Estados Unidos.
Precisamente durante el trayecto entre México y Trinidad y Tobago en el avión presidencial del mandatario estadunidense, el Air Force One, ayer por la mañana, el vocero Robert Gibbs comentó, respecto a si el embargo contra Cuba ha sido efectivo, que a Obama no le preocupa tanto debatir sobre el pasado, sino "sobre la forma de avanzar en esta relación".