02 de junio 2009. - Para el analista político Vladimir Acosta la
falta de una línea política, la ausencia de una dirección colectiva y
la carencia de un partido revolucionario son problemas que persisten en
medio de los logros alcanzados durante los últimos 10 años en
Venezuela, pero de no actuarse en este sentido se corre el riesgo de
constituirse en obstáculos que frenen el avance del proceso de
transformación que se vive en el país.
Durante su participación
en el jornada de reflexión “Intelectuales del Socialismo”, Acosta
expresó que “en medio de esos logros y asociados a estos hay problemas,
que no se ven, se ocultan o se subestiman, y son problemas importantes
que en la medida en que se acumulan se convierten en amenazas contra el
avance y la profundización de este proceso”.
Haciendo una suerte
de auto evaluación, identificó tres problemas claves que han
persistidos en los últimos años, entre estos la falta de una línea
política o programa político claro. Sobre este particular aclaró que
pese a estar soportado en la ideología del Socialismo del siglo XXI, el
proceso que se vive en Venezuela está sustentado en una idea genérica,
en construcción.
“Este proceso ha llegado a través de una
secuencia de hechos, al principio lo que había era sensibilidad social,
luego se asumió una posición antiimperialista y finalmente se ha ido
asumiendo el Socialismo del siglo XXI”, refirió.
Por lo que
insiste en señalar que persisten una serie de aspectos que no están
claros, entre estos la línea política de este proceso, exceptuando lo
que el presidente Hugo Chávez va estableciendo como línea política, lo
cual a juicio de Acosta genera un problema.
Acosta señaló que al
anterior problema se le suma la falta de una dirección colectiva, que
refuerce la actuación del Presidente y por consiguiente los vínculos
entre éste y la población.
Con lo cual –aclaró- no se pretende
hacer un cuestionamiento del liderazgo de Chávez, que goza de una
sólida aceptación en la población, lo que se persigue es llamar la
atención sobre la necesidad de una dirección política que sirva de
soporte y respaldo, en virtud de que el Presidente no puede hacer todo
ni estar en todas partes.
Al manifestar que se está lejos de
contar con una dirección colectiva, el historiador indicó que “la
relación sigue siendo del Presidente con el pueblo, pero los dirigentes
y los cuadros políticos son desconocidos, ignorados o hasta rechazados
por la propia población”.
Como tercer problema, Acosta
identificó la ausencia de un partido revolucionario, al asegurar la
inexistencia de un partido revolucionario, “el PSUV no es un partido,
hasta ahora ha sido un instrumento administrativo y electoral para
aplicar la línea política que el presidente Chávez va estableciendo, no
es un partido político todavía”.
En este particular, alertó
sobre el peligro que se corre cuando las organizaciones políticas se
constituyen desde arriba, ya que suelen plegarse personas que no están
identificadas con la ideología que la sustentan. “En el PSUV hay mucho
revolucionarios, pero también hay quienes anda buscando obtener algún
beneficio”.
A la par de este señalamiento, hizo énfasis en la
necesidad de que existan diversas organizaciones políticas que
contribuyan en generar una riqueza en las discusiones. “No tendría
porque haber un sólo partido, (…) porque un partido más grande y más
poderoso, genera arrogancia, prepotencia y malas relaciones con los
propios aliados”.
Acosta consideró que en un proceso como el que
se vive en Venezuela tiene que abrirse espacio para la crítica y la
perdida del temor ante la crítica, desterrando así cualquier vestigio
de temor por la descalificación en respuesta a dicha acción.