La nacionalización de Agroisleña, mas no expropiación, por cuanto el gobierno va a negociar con los propietarios el valor de los activos, es parte importante en la solución del gravísimo problema del uso de pesticidas. Más que uso, abuso.
Del estricto control que hace 50 o 60 años existía en la venta de pesticidas, se pasó, en los últimos diez, a la libre apertura de almacenes para dicho expendio sin medida ni control: anarquía, libertinaje
Hace 60 años la única venta de pesticidas que había en el país, era “El Servicio Shell para el Agricultor”, con sede en Cagua y cada dos o tres meses una pequeña camioneta hacía el recorrido por zonas del país, con algún desarrollo agrícola, para ofrecer dos o tres productos fabricados por Shell (aldrex, shelltox), como insecticidas, y el “Cupravit” (carbonato de cobre), como fungicida. Se utilizaba el “caldo bordelés” (mezcla de sulfato de cobre, cal y agua). La trasnacional alemana, Bayer, también ofertaba sus productos, que no pasaban de dos o tres insecticidas (a base de fosforados), y un fungicida, el Manzate (bisditio-carbonato-etileno de manganeso). Como insecticida universal había el DDT en polvo (dicloro-difenil-tricloroetano), insecticida potencial, hasta que vino su total y definitiva prohibición a escala mundial.
HORTICULTURA ANDINA.
Hace cincuenta años no existía la actual producción de hortalizas de los pequeños valles andinos y faldas de las cordilleras, por cierto, no aptas para tal uso. Durante cuatrocientos años, la economía del trigo había erosionado las faldas de la cordillera y sedimentado los pequeños valles. El pobrísimo rendimiento en el cultivo de trigo, unido a la competencia de lo que se conocía como “harina del Norte”, importada de EE.UU y Canadá (1940), condujo a la desaparición de dicha actividad agrícola.
En 1958 comienza en Bailadores la gran revolución agrícola que va a remplazar el cultivo de trigo, alverjas y maíz chiquito, por el cultivo de papa y hortalizas. Este modelo de desarrollo agrícola de creación nativa, con iniciativa y capitales propios, al cabo de algún tiempo fue extendiéndose a Mu cuchíes, Timotes, La Grita y zonas frías de Los Andes. La transformación de la agricultura en Bailadores va a estar seguida por la introducción de la ganadería de altura de óptimos rendimientos en la producción de leche. (León Moraria. “La Revolución Villorra”. Inédito).
LA NACIONALIZACIÓN DE AGROISLEÑA
Lo más plausible en la nacionalización de Agroisleña, es el control que a partir del Decreto Ley del presidente Chávez, ejercerá el gobierno (la Revolución Bolivariana), en el uso de pesticidas. Nacionalización que ha de extenderse a toda empresa dedicada a la venta de pesticidas. El Estado, por medio del Ministerio de Sanidad debe realizar el control estricto sobre el uso de pesticidas. Dicha actividad ha de ser restringida y debe estar sometida a experimentación e investigación científica permanente.
Debe crearse un organismo interdisciplinario de: químicos, farmaceutas, bioquímicos, botánicos, agrónomos, veterinarios, que asuman la investigación: estudio de suelos, cultivo de plantas y cría de animales para alcanzar el correcto uso de pesticidas, fertilizantes, regadío, etc. No puede continuar la improvisación en este campo de la ciencia y tecnología agrícola y pecuaria: actividades esencialmente científicas.
Es muy común oír a personas que viven en la ciudad (Caracas, Valencia, Maracaibo, Barquisimeto), expresar su deseo de viajar, en días feriados o en vacaciones, a Los Andes, “a respirar aire puro”. No hay algo más alejado de la verdad que “el nostálgico aire puro de los valles andinos”.
Hoy por hoy, el olor a pesticidas está por todas partes. Viajar por la carretera de La Puerta (Trujillo); continuar por Timotes, Chachopo, Apartaderos, Mucuchíes, Mucurubá; cruzar el Valle del Mocotíes desde La Playa a Bailadores y el Paramo La Negra; es como entrar en un túnel de olores concentrados (cloruros, fosforados, fenoles, etilenos, etc.,).
Qué decir de hoteles o posadas, cuyas edificaciones están en medio de barbechos, de terrenos cultivados de papas, hortalizas o flores. El aire que se respira en las habitaciones está impregnado del olor a pesticidas.
PROMOCIÓN DE PESTICIDAS
El abuso en el uso de pesticidas es una amenaza permanente contra personas, animales, plantas, suelos, aguas y medio ambiente. No existen controles en el uso de pesticidas. El asesoramiento proviene de vendedores o representantes de las transnacionales que los fabrican. No se necesita ser suspicaz para determinar cuál es el interés que priva bajo estas circunstancias. Para el vendedor y expendedor lo importante es la ganancia. Cuanto más pesticida se utilice en una aplicación, mayor venta, mayor ganancia.
En 1984 realizamos un intento de encontrar nuevos mercados para las hortalizas de Bailadores, diferentes a los mercados tradicionales existentes en el país (necesidad vital para la agricultura andina cuando comience a funcionar el proyecto Yacambú que - desde incomparable posición geográfica - inundará el mercado nacional de hortalizas y verduras). Se enviaron muestras a Miami y Alemania. La respuesta fue categórica, “Producto no apto para el consumo humano por excesiva contaminación con pesticidas.” Sin embargo, en los mercados nacionales las hortalizas de Bailadores como de otras regiones de Los Andes o del resto del país, se venden y el público las consume apetitosamente sin que ello despierte la menor preocupación en los organismos oficiales encargados de velar por la salud de la población. Las apetitosas fresas de Bailadores son “compotas” de pesticidas químicos. Idéntica reflexión vale para los productos de origen animal: leche, carne, huevos.
En efecto, las cosechas se salvan de hongos, plagas, enfermedades virosas, nematodos, bacilos, gérmenes, pero ¿A qué precio? No hablamos de precio en dinero, sino, en salud. La mastitis en la vaca, el higadón, moquillo, coccidiosis en las aves de corral, se controlan, pero ¿A qué costo? El costo lo referimos a la salud y bienestar de la población que toma “leche-mastítico-penicílica”, o consume, “pollos-moquillo-emicínicos-coicidiósicos-sulfamídicos” ¿Y qué decir de las hormonas y estrógenos que se le inyectan al ganado vacuno para estimular el crecimiento muscular? ¿Y que decir del gravísimo problema que a escala mundial va en aumento por la disminución de la fertilización de las flores realizada por insectos y aves (el colibrí), víctimas de los pesticidas?
LA ASISTENCIA TECNICA,
La información acumulada en años de trajinar las cuestiones agropecuarias, nos dice que desde el punto de vista de los organismos oficiales, de los técnicos y vendedores de insumos, en nuestro país, existe asistencia técnica. Pero, desde nuestro punto de vista y desde el punto de vista experimental y científico, en nuestro país no hay asistencia técnica.
En Venezuela la asistencia técnica no está dirigida a servir al productor ni a mejorar la producción. Está dirigida a servir el negocio de los insumos (pesticidas, fertilizantes, maquinaria agrícola). Durante décadas, la asistencia técnica constituye la gran estafa cometida contra el sector agropecuario y la población venezolana que consume la producción del agro.
La agricultura venezolana es empírica en alto grado a pesar de utilizar los adelantos más novedosos o los insumos más recientemente inventados por las transnacionales. Es una agricultura que da apariencia de modernidad y en el caso de los empresarios ricos ¡es un lujo!
En otros países de América Latina no existe la situación que estamos describiendo o, posiblemente existe, pero, minimizada, por una razón, no han vivido del petróleo. Han vivido de la producción cafetera, bananera, granos, caña de azúcar, ganadería. Esas economías agrícolas han estado más supeditadas a la experimentación científica para alcanzar mayores rendimientos y mejor control de costos. Es muy cierta la frase del doctor Juan Pablo Pérez Alfonso, “el petróleo no se puede sembrar”. ¿Por qué? Porque todo lo que se riega con petróleo se seca, todo lo que el petróleo toca, se contamina, fundamentalmente la conciencia del individuo.
Las divisas del petróleo permitieron inundar el país con diversidad de pesticidas, fertilizantes, técnicas culturales que por el empirismo del productor y la osadía del vendedor o expendedor de insumos llevaron a la agricultura al difícil trance en que se encuentra: suelos contaminados, proliferación de endemias en animales y plantas, todo ello, conduce a la espiral o a un círculo creciente: a más plagas, enfermedades y bajos rendimientos, mayor abuso en el uso de pesticidas, fertilizantes, riego, como fórmula desesperada para salvar la cosecha sin medir las consecuencias en el consumo, lo cual configura una producción de altos costos –altísimos- sin posibilidad de competir con lo importado, además de la mala calidad del producto por el uso indiscriminado de sustancias tóxicas o contaminantes.
En nuestro itinerar de más de cincuenta años por distintas regiones agrícolas del país, hemos tenido oportunidad de conocer esta situación. El problema se observa con idénticas características en los horticultores de los estados andinos; en los cafeteros o maiceros de Centro-Occidente; en los plataneros del Sur del Lago; en la intensiva ganadería de altura, como, en la extensiva de las zonas llanas.
Angustia, incertidumbre, inquietud, afloran en el rostro del horticultor, ganadero, cafetero, platanero, cuando se le demuestra que su actividad a pesar de utilizar pesticidas, fertilizantes, tractores, helicópteros o avionetas de fumigación, no responde a planificación o experimentación científica, sino, a la recomendación interesada del vendedor de técnicas, al expendedor de venenos, al colocador de créditos, así lo haga en nombre de un organismo oficial o una transnacional. Todos por igual sirven los mismos intereses y persiguen el mismo objetivo: venta de insumos. Ni la investigación científica del agro, en las universidades nacionales, escapa a esta circunstancia.
En los diez años de la Revolución Bolivariana, el cuadro descrito es el mismo. Lo más realista es decir que durante estos años se han profundizado las características antes dichas. Se han profundizado las contradicciones.
CONCEPTO DE DEMOCRACIA
Para el campesino venezolano, “democracia” es la libertad para hacer todo aquello que no permitían las dictaduras: talar, quemar. Durante los diez años de la Revolución Bolivariana, por ejemplo, se agudizó la destrucción de la vertiente que da nacimiento al río Uribante y alimenta la presa del mismo nombre. Ya no es sólo agua, sino, toneladas de sedimentos, lo que alimentan la represa. En estos últimos diez años se permitió también la destrucción de la zona de frailejones en los páramos de Tuñame. En los paramos andinos están los humedales que dan nacimiento a la red hídrica del país. Y así podemos enunciar también gravísimos daños ambientales en el pie de monte de las cordilleras (erosión); y daños en las zonas planas y vaguadas (sedimentación, relleno del cauce de ríos y quebradas).
En los últimos diez años, ante la mirada indiferente de los organismos oficiales, la contaminación del ambiente por pesticidas en Pueblo Llano, Bailadores, Chachopo y otras zonas andinas, amenaza muy seriamente la salud de sus habitantes: enfermedades de la piel, cáncer, cirrosis, malformaciones genéticas, enfermedades respiratorias y digestivas. Es un cuadro clínico creciente por el uso de pesticidas.
En Bailadores, la lucha contra la explotación de la mina (1965- 1995), marchó a la par de la lucha contra la contaminación por el uso de pesticidas. Los efectos de una y otra forma de contaminación, son idénticos o muy similares.
LA REVOLUCION BOLIVARIANA.
Esperamos que la Revolución Bolivariana, por fin, tome por los cuernos el toro de la contaminación ambiental por el uso y abuso de pesticidas. El mayor beneficio que puede aportar la nacionalización de Agroisleña, así como de Bayer, Hoechst Remedia y de toda otra empresa que realice la actividad de venta de pesticidas, es la salud del pueblo venezolano. Alimentos sanos tanto de origen animal como vegetal.
El problema de la contaminación por pesticidas trasciende a Agroisleña.
Es un problema que le atañe al Estado nacional.
¡Ojalá! la intención de la Revolución Bolivariana, manifestada con la nacionalización de Agroisleña, alcance no sólo los objetivos propuestos de bajar el costo de los insumos agrícolas, sino, el más trascendental, salvaguardar la salud del pueblo venezolano por el control efectivo del uso de pesticidas, semillas transgénicas y fertilizantes.
Mientras no se golpeé el capital, se profundice la lucha de clases, y se enaltezca el trabajo, no hay Revolución ni mucho menos socialismo.
leonmoraria@gmail.com
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