Afortunadamente estamos en el marco de una Revolución, ello supone la puesta en práctica, en todo momento y circunstancia, del pensamiento crítico. De hecho, una Revolución está sustentada, entre otras tantas cosas, por una actitud crítica constante; hecho que además se corresponde perfectamente con una máxima que a mi modo de ver es cardinal dentro de la nueva gramática revolucionaria: la contraloría social. Soy pueblo, y como pueblo, tengo el soberano derecho de hacer visible mis inquietudes y mis disconformidades con el sistema, sobre todo cuando éstas atentan contra una lógica que se intenta instaurar. La noción de justicia social no puede ser sólo un enunciado animoso, debe ser una praxis total no sólo en las acciones del pueblo sino sobre todo en las acciones llevadas a cabo por los organismos públicos. Hace casi dos meses apareció por este importante medio alternativo un artículo de mi autoría donde denunciaba algunas de las inconsistencias del Sistema de Administración de Divisas http://www.aporrea.org/actualidad/a113162.html; allí dejo en claro mi visión al respecto de algunas situaciones relacionadas con la Comisión Nacional de Administración de Divisas de Venezuela (CADIVI). No voy a referir, una vez más, qué se lesiona cuándo las contra-lógicas se instalan en el marco de un proceso popular–constituyente como el que se intenta construir en el país.
No voy a referir puntualmente las muchas formas cómo el poder constituido “asesina” al poder constituyente, cómo los legalismos “matan” la justicia (social). Una advertencia a los lectores de esta carta pública: no estoy tratando un asunto particular en ella, muy lejos estoy de eso. Denuncio, eso sí, las grandes inconsistencias del Sistema que administra las divisas de TODOS y TODAS los (las) venezolanos (as). Un lector un tanto desprevenido pudiera confundir esto y pensar que se trata de un asunto personalísimo (que lo es, no lo dudo), pero que no deja de evidenciar ciertas prácticas que van contracorriente de lo que es un proceso popular-constituyente y que afectan, en menor o mayor cuantía, a todo un pueblo. Iniciemos pues.
En mi presentación inicial hago énfasis en una categoría importante para entender el espíritu de este escrito: Sistema. No necesito hacer uso de Niklas Luhmann para explicar lo que es un sistema y las partes que lo conforman, sobra decir, de manera muy “elementalista”, que un sistema está compuesto por un conjunto de partes (“piezas”) que trabajan de forma coordinada para lograr unas metas comunes. Partes que además están muy bien engranadas y están en condición de interdependencia. De tal manera que si una de esas partes no funciona, el sistema sufre, se “indigestiona”, puede colapsar. No hay tal nivel de “autonomía” respecto del conjunto del Sistema, toda vez que se trata de un cuerpo orgánico “vivo”. Si una de las piezas está “desajustada”, entonces el sistema no opera de forma eficiente, lo que posteriormente puede contribuir al colapso progresivo del conjunto del sistema. Un parangón simple para ilustrar: Si Lio Messi, el mejor jugador de fútbol del mundo, no hace los goles para el Barcelona FC y el equipo pierde, la pérdida no es imputable a Messi como individualidad, sino al conjunto del “sistema”. Mañana ningún titular de prensa dirá: “Messi perdió contra el Real Madrid”; definitivamente no.
Sirva esa breve explicación para referir lo siguiente, eso sí, querido lector, no deje de lado la brevísima definición que hice de Sistema para cuando esté leyendo lo que a continuación refiero. En este momento estoy en Venezuela por motivos personales, actualmente estoy haciendo un Doctorado en Comunicación en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Debo decir que desde mi llegada al sur, a principios de agosto de 2010, estoy haciendo trámites conducentes a adquirir por medios legales mis divisas para proseguir con mi formación y regresarme a trabajar por mi país. Fueron meses de papeleos y trámites, tanto en Argentina (yo) y mi madre acá en el país, para reunir todo documento que certifique inobjetablemente mi condición de estudiante en el extranjero y así el Sistema de Administración de Divisas pudiera liberarme las divisas y yo poderlas adquirir a la tasa preferencial de esa época (2,6 Bs.). El 21 de diciembre de 2010 el Sistema me informa que mi solicitud identificada con el número 13679497 tenía como estatus lo siguiente: Incluido en el sistema. Para el 4 de enero de 2011 el Sistema me envía otra información donde decía de forma taxativa: “El nuevo status en que se encuentra es: Aprobado por el coordinador de estudiantes”, en ese mismo correo, ambos enviados a mi cuenta de correo personal (el que coloqué cuando me inscribí en el Sistema), se especifica de manera detallada el monto aprobado y los mecanismos que debo realizar para que se haga efectiva la transferencia de mis divisas en mi cuenta en el exterior. Dos días después, el Sistema me envía una información aún más detallada de mi solicitud, en la misma coloca:
“Tipo de solicitud: REGISTRO Y AUTORIZACIÓN ESTUDIANTE
Número de solicitud: Res013679497
Status actual: APRBADA POR CADIVI
Datos de la autorización
Número ADD: 03813399
Número ALD: 02156511
Fecha ALD: 05/01/2011
Fecha de autorización: 05/01/2011
Fecha de vencimiento: 04/07/2011
Notificación al Banco: 05/01/2011
Monto: 7,800.00 USD
Tasa de cambio: 2,60”.
Como se observa, y de acuerdo a las fechas de emisión de los documentos, el Sistema estaba actuando conforme a una coordinación. Yo, usuario como cualquier otro, hago que mi madre (mi apoderada), realice todos y cada uno de los movimientos para que se haga finalmente efectivo el depósito en mi cuenta en el exterior. Ya el “vía crucis” para mis primeras remesas había, ¡PRO FIN!, culminado satisfactoriamente, tanto mi madre como yo descansaríamos de tan tortuosos trámites, de la búsqueda de cada “papelito”, de las pestaña bien puestas en las carpetas, de las “o” minúsculas, de la “precisión cartesiana” con la que se debe armar la carpeta para que no sea “rebotada” (devuelta), por alguna coma demás o por una “o” minúscula entrometida, allí donde debe ir una “O” mayúscula (¡Santa Real Academia!); en suma, ya podía dormir tranquilo en la Argentina, toda vez que mi manutención estaba cubierta y ya todos los pasos que el Sistema me había establecido los había cumplido uno por uno.
Pero no, el asunto se complicó. El Sistema falló; el usuario se indignó, se arre…se puso triste, pero se animó a ejercer el valor social de la crítica, hizo uso legítimo de la CONTRALORÍA SOCIAL. Actualmente estoy en Caracas haciendo varias diligencias para buscar financiamiento para proseguir mis estudios en el exterior (no tengo becas de ningún organismo público o privado), además de aprovechar de ir a la UBV y la UCV a buscar información para mi tesis doctoral y realizar uno que otro trámite pendiente. El viernes 21 de enero mi madre me llama para decirme que el Banco de Venezuela, sucursal Cumaná, le había devuelto todos los papeles que ella había consignado porque estaban revisando una resolución emitida por el BCV, lo que supondría que yo no cancelaría mis divisas al tipo de dólar preferencial anterior a la paridad cambiaria (2,6 Bs.), sino que, y según esta difusa información del Banco de Venezuela, mis divisas debían ser canceladas de acuerdo a la tasa unificada de 4,3 Bs. El asunto está en que el Sistema cumplió con toda una serie de pasos secuencialmente establecidos y ya mi madre y yo sólo estábamos esperando la liquidación de nuestras divisas en el exterior, toda vez que eso fue lo que nos indicó el Sistema. El día de ayer, martes 25, voy hasta la sede de CADIVI en Los Chaguaramos a resolver este asunto. La funcionaria que me atendió me dijo que eso es un problema del Banco de Venezuela y no del organismo administrador de divisas. Fue infructuoso el trámite con ella. Exijo hablar con alguien con mayor capacidad resolutiva, éste me dice más o menos lo mismo. Les explico que yo ya había hecho, conjuntamente con mi madre, todo cuanto me dijo el Sistema. Le hago la explicación al joven de lo que es un Sistema y que el Banco de Venezuela no puede actuar de forma “autónoma” en materia cambiaria sobre todo porque para ellos está CADIVI y el BCV. Que si el Banco de Venezuela emitió una información del tipo de tasa cambiaria por la cual me habían aprobado las divisas (2,6 Bs.), era porque debía tener la anuencia del Sistema; que ese nivel de “autonomía” no era supra-Sistema, que las informaciones que emitiera el operador cambiario debían estar en íntima correspondencia con lo establecido por el conjunto del Sistema, y que ellos (el Banco de Venezuela), no podían estar fijando tasas de cambio de forma independiente del Sistema. Que yo como usuario hice al pie de la letra lo que el Sistema me demandó apara la liquidación de mis divisas y que si lo hice fue porque era lo que procedía, ya que JAMÁS el Sistema me dijo lo contrario. Todo cuanto envió el Sistema estaba ajustado a un orden de cosas, a un nivel de organización y coordinación, eso pensé yo; no fue así.
El sentido común “dromedario” me dicta que el Sistema me falló, no necesito ser experto en leyes para entender tales dislates, tales inconsistencias y nivel de disfuncionalidad. A una camarada que también está en el exterior y que ayer me acompañaba, el funcionario le dijo sin mayor rubor que le tocaría pasar hambre ya que el Sistema no podía resolver ese caso; ni una coma más ni una coma menos, amigos lectores. No quiero hacer uso puntual de la Ley de Procedimiento Administrativos y su correlatoría en la Ley de Simplificación de Trámites Administrativos, de seguro el Sistema incumpliría olímpicamente con sendos instrumentos legales.
El asunto acá es más simple: demando JUSTICIA, sólo eso, nada más. No sólo se nos hace un daño patrimonial, sino emocional-psicológico; es complicado, por decir lo menos, formarse en el exterior para trabajar por tu país en estas condiciones de orfandad institucional (CADIVI). Sé que es un desatino total, pero pareciera que el Sistema se ensañara contra ti, como si fuese una suerte de venganza personal, eso sin dejar de escuchar y leer, incluso por este medio tan importante, las diferentes críticas y denuncias en contra del Sistema de Administración de Divisas y de los vicios que SUPUESTAMENTE allí se dan. Quiero contribuir a edificar la nueva discursvidad/praxis social emancipada, por ello he trabajado desde diferentes ámbitos, pero este tipo de (contra) lógicas hacen que uno se indigne ante tanta inoperancia. Pero aún así hay que seguir, no queda de otra, habrá que rezar a todos los santos a ver qué pasa. Exijo respuestas ante esta situación anómala en muchos sentidos, exijo como pueblo una respuesta en este sentido. No creo que deba cancelar las divisas a 4,3 Bs. Ya que en mis manos reposan varios documentos del Sistema que dicen que la tasa de cambo de mi liquidación es a 2,6 Bs. También exijo un mejor trato a quienes de forma legítima vamos a exigir se nos atienda en un organismo público como lo es CADIVI, que las respuestas de un funcionario público no sean tan “risibles” como la que le dio a mi amiga (que le tocaría pasar hambre en Argentina). Finalmente deseo que esto llegue a feliz término, que se pueda rectificar no sólo en mi caso, sino en TODOS los casos que sé que existen. Es muy doloroso ver a jovencitas llorar a las puertas de una embajada porque el organismo cambiario la “rebotó” porque no colocó bien la pestaña en la carpeta, ver a jovencitas hacer “lo que sea” para adquirir divisas en el exterior, dije “lo que sea”, léase bien; tienen que terminar sus estudios. Acá esta mi dirección de correo por si algún ente competente puede ayudarme a resolver este asunto, que como dije evidencia una cierta lógica draconiana que no entiendo, mucho menos en un contexto de revolución.
Concluyo con José Gervasio Artigas: “Con la verdad ni ofendo ni temo”.
¡Hasta la victoria siempre!
*Estudiante del Doctorado en Comunicación de la UNLP-Argentina/Docente (Ordinario/Asistente)-Fundador de la UBV-Bolívar.