En esta oportunidad, voy a tratar un tema que aunque pareciera no tener vinculación con temas de gestión pública, por el contrario forma parte de uno de los grandes motivos por el cual el habitante de la Capital de nuestro país. El impacto es total en nuestros Altos Mirandinos, pues afecta el desplazamiento de gentes por las vías que nos comunican con el resto del país, fundamentalmente con Caracas. Son permanentes los comentarios de retrasos importantes que por la cuenta twitter @farith15 comparten los usuarios de la carretera Panamericana y principales vías de la Gran Caracas durante la transmisión de mi programa radial en La Cima 96.7fm de lunes a viernes. Ya forma parte del argot popular caraqueño, e incluso aquellos que viven en las zonas aledañas a la Capital, términos como “hora pico”, “cola”, “estrés”, “tráfico”, “radio vial”.
Según un interesante artículo publicado por el Universal el día 01 de junio, de la autoría de Javier Brassesco, los caraqueños pierden 1 mes al año en el tráfico diario, lo que equivale a 744 horas al año. Obviamente esa realidad impacta negativamente en la calidad de vida del capitalino.
Sobre el qué hacer para aliviar este problema, encontramos importantes aportes, dentro de los cuales resaltan las reflexiones y propuestas de Fruto Vivas, del que tomaré una de sus ideas para desarrollarla con más extensión en esta oportunidad: la regulación de los horarios.
¿Por qué se genera ese fenómeno de las horas picos? Creo que parte de la respuesta es: porque tanto empleados públicos como privados inician y culminan su jornada laboral a horas relativamente similares. Lo mismo sucede con las instituciones educativas. Si anteriormente la negociación de los horarios con los grandes sectores empresariales, y el ajuste de los públicos era una idea, hoy debe convertirse en una política pública.
En cuanto a los sistemas de transportes masivos, podemos caer en la tentación de reproducir irreflexivamente la matriz de opinión que responsabiliza a la gerencia del sistema el mal funcionamiento del Metro de Caracas. Pero si nos detenemos a reflexionar al respecto, podemos visualizar el exponencial crecimiento que han tenido de usuarios, y la proyección que se realizó al concebir el subeterráneo.
Brassesco, considera la realidad con la que ha lidiado la gerencia del Metro. Y es que el sistema, fue planificado para “transportar cincuenta mil personas por hora, 800 mil por día, pero en la práctica debe soportar hasta dos millones de viajeros por día. El colapso subterráneo incide en el colapso superficial”. Eso significa un aumento de usuarios estimados en 250%.
En otros términos; por más ajustes que hagan en la infraestructura, mejoras en la prestación del servicio, campañas comunicacionales para que se “cumplan las normas”, el actual Metro tiene un tope de servicio, el cual al ser rebosado impacta negativamente en la calidad de la prestación del mismo.
En los últimos meses, se pusieron en práctica una serie de acciones para mejorar el servicio; máxima capacidad de trenes para línea 1, un vagón adicional para trenes de línea 2, nuevos turnos de mantenimiento para atacar las fallas al momento, ya se anunció la pronta incorporación de otro tren a línea 3; sin ir muy lejos, la Rehabilitación del tramo Propatria – Palo Verde comprende la llegada de una nueva flota y cambios que de lo viejo al parecer solo dejarán los túneles. Sin embargo, en las llamadas horas picos sigue y seguirá existiendo congestión, cola de usuarios para abordar trenes. Ya no es retraso, es que se rebasó la capacidad del servicio.
En cuanto al transporte superficial, encontramos una situación similar, pero mucho más caótica. Sumado al incremento no controlado de nuevos vehículos al parque automotor caraqueño, las falencias en materia de gestión del tráfico, y el número y la planificación de las rutas de las cooperativas de camionetas por puesto, las líneas de taxi, los taxis “piratas”, sumando las motos, los mototaxistas, y los conductores regulares, la situación superficial, también tiene un tope.
Pero la gran pregunta que me formulo es: ¿Cuál es el problema que realmente está afectando el congestionamiento de los diversos medios de transportes públicos y privados? Definitivamente es la gestión de los horarios. El conocido Arquitecto Fruto Vivas ha propuesto en su libro “Ideas para una Caracas Posible”, en lo referente a la regulación de los horarios lo siguiente: 1. Que los bancos abran de 8a.m. a 12p.m.; 2. las oficinas públicas de 9a.m. a 6p.m.; 3. Los comercios en general de 3p.m. a 10p.m.; 4. Los colegios de 7a.m. a 1:30p.m.; 5. Las oficinas privadas de 10a.m. a 7p.m. Yo me sumo a esta idea, e incluso, considero que en municipios como Los Salias (Mir.), se pudieran llegar a acuerdos con áreas que generar importantes retrasos como lo es el sector educativo (para un ejemplo la via de la Gonzalera que se congestiona por la cantidad de planteles que hay por la zona), para estudiar la regulación de horarios y evitar las “horas picos”.
Se entiende que se une a este problema un conjunto de temas, donde por ejemplo resalta las condiciones de las vías, la necesidad de ampliación de las existentes y la construcción de nuevas soluciones viales. Pero una apuesta a la gestión del tiempo, podría dar resultados rápidos y sin altos costos.
Por otra parte, los desarrollo de soluciones que han pretendido emular a los exitosos proyectos en nuestro continente, han sido medianamente exitosos. En lo que se refiere a la experiencia del transmilenio S.A. de Bogotá, que se repite en Quito con el Trolebus, han sido medianamente exitosas en Venezuela, pues si bien tenemos la extraordinaria experiencia del Trolebus en Mérida, aun es una deuda la obra inconclusa del BusCaracas, obra que aún no ha sido culminada.
Algo similar sucede con el metro cable de San Agustín, aun cuando es un servicio altamente eficiente que ha significado la mejorar sustantiva de la calidad de vida para los beneficiarios, hay muchas otras zonas que pudiesen estar siendo beneficiadas con este servicio, por cierto dentro de las que se encuentra Filas de Mariche (Mir), el cual está actualmente en construcción.
Creo que mancomunadamente gobierno y sector privado pueden disminuir la presión vehicular, y el tráfico en la zona metropolitana. La fórmula debe pasar por el tamiz de nuestra Constitución, generando mecanismos participativos, que permitan la interacción y construcción de soluciones conjuntas. El objetivo debe ser el lograr acuerdos en materia de horarios laborales. Pero para ello, hacen faltan dos ingredientes estratégicos: voluntad y deseo de transformación positiva.
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