Bendito sea el Señor

Desde hace aproximadamente 1 año, días más, días menos, he notado como en Venezuela se ha presentado una constante en la búsqueda de alimentos de todo tipo, que van desde una sencilla margarina, hasta la muy imprescindible harina de maíz (llámese PAN), y lo que causa mayor extrañeza es cómo este período de tiempo se ha caracterizado por tener 3 elecciones de cargos de elección popular (2 presidenciales y 1 de gobernadores). Entonces esto me hace pensar como es una coincidencia que en cada período electoral, desde hace 14 años, se ha caracterizado por este tipo de fenómeno.

Pero, y hago aquí un paréntesis, porque considero que resulta aún más extraño, como se ha profundizado la escasez luego de la victoria obtenida por Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 14 de Abril de este año; y es que, aunado a los procesos electorales se le suma ahora el hecho de que el dólar haya sufrido un incremento en su tipo de cambio oficial (de 4,30 a 6,30 bs/US$), que supone para algunos analistas un aumento de un 43,7% (31,75% para los economistas serios) al valor de todos los productos que se importan en este país, pero que a su vez, envuelve a todos los productos que se comercializan, ya que el venezolano está acostumbrado a que cuando se suscita un aumento en los alimentos, éste lo traslada a los productos o los servicios que presta.

Ahora bien a esto le sumamos, el aumento de sueldos y salarios (20%) decretado por el Ejecutivo Nacional a partir del 1º de Mayo, entonces tenemos como los empresarios aplicando misteriosas fórmulas matemáticas llevan los productos y servicios a valer el doble de lo que costaban por ejemplo en diciembre de 2012.

Hasta aquí vamos bien, pero sucede que, al producirse tales aumentos tan exorbitantes en todo lo que se consume, cualquier persona común en medida de protesta, acude al organismo encargado de mantener la especulación controlada (Indepabis) y éste actúa en consecuencia; produciéndose de esta forma la muy mencionada “escasez”, debido a que los fabricantes, distribuidores y vendedores en general, optan por no sacar a la venta los productos hasta tanto el gobierno no les deje imponer los precios que ellos consideran “justos”, obligando a los organismos a activarse y a que se produzcan decomisos cuantiosos que al ser colocados en los mercados, siempre se cuela algún “vivo criollo” que compra cantidades por “bajo cuerda” para luego revenderlo hasta al triple de su valor en las calles, bodegas y mercados populares (buhoneros).

De allí que se genere un descontento y un sabor amargo, en los ciudadanos de a pie, que ven cómo el gobierno parece no actuar ante tal situación. Que trasciende de ser una escasez momentánea o circunstancial, a dar la sensación de mal manejo e ineptitud del gobierno para resolver el problema alimentario.

Pero, como por obra del mismísimo Jesús de Nazaret, cuando el gobierno anuncia la adquisición de 760 toneladas de alimentos y productos de la cesta básica para venderlos al pueblo a los precios de mercado real, entonces cuales pescados, salen de todos los lados los productos escaseados, y el pueblo como fiel creyente expresa “Bendito sea el Señor”.

@juanacarigua


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Juan Luis Quero


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