Es fuerte la expresión, pero no encontré otra como calificar las instalaciones del aeropuerto Mayor Buena Ventura Vivas, ubicado en Santo Domingo del Táchira. En efecto, debe reconocerse que en los años recientes, gracias a las buenas políticas socio-económicas del gobierno nacional, ha habido una demanda acelerada de los servicios aéreos en el país. De ello no escapa el Edo. Táchira. A tales fines, fueron “reacondicionadas” las viejas instalaciones del aeropuerto antes mencionado. Pero que lástima y vergüenza dan.
El trabajo de remodelación se ejecutó hace apenas unos pocos años atrás. Sin embargo, aunque tarde la crítica, los trabajos de remodelación fueron llevados a cabo utilizando muy poca creatividad, pero lo más grave aún, utilizando los materiales de peor calidad, por no decir los más baratos del mercado. Esto se ve reflejado en unas instalaciones marginales y en las paupérrimas condiciones actuales, que motivaron estos comentarios.
Se hizo una ampliación de la antigua sede. Mejor dicho se construyó un alero, al mejor estilo de las casas de campo. En la remodelación, para que tengan una idea, se utilizaron láminas de zinc o un material similar. Olvídense de esos nuevos y modernos materiales para construcción de techos, olvídense de platabandas de concretos. Esta suerte de palomar, con vigas de hierro y cabillas de las más delgadas, que conforman las partes externas del edificio, no posee aire acondicionado. Allí es donde estás ubicadas todas las sillas de espera, antes de pasar a la sala de embarque, que es otro gallinero más. La gente pudiera decir que no hay problema, por estar en los Andes. La ubicación del aeropuerto nos da una idea de las condiciones climáticas: está en el piedemonte andino llanero, a pocos metros sobre el nivel del mar. La temperatura y humedad relativa son bien elevadas, lo cual se traduce en un ambiente poco confortable.
Los baños fueron construidos bajo no se sabe qué criterios, sin tomar en cuenta, para nada, la cantidad de usuarios que transitan diariamente por allí, donde hacen vida cuatro aerolíneas, con más de siete vuelos diarios. Por ejemplo, los urinarios para los caballeros, son los más pequeños que se puedan conseguir en el mercado. Sin separación alguna entre ellos. Hay un muy estrecho pasillo para acceder a los baños tanto de damas como de caballeros, tan estrecho que dos personas no pueden circular al mismo tiempo. La puerta del baño de los caballeros, es más pequeña que una puerta de tamaño regular de esas que se utilizan para las habitaciones en las casas. La puerta, a pesar de ser tan pequeña, no puede abrir completamente, pues el espacio no lo permite. Demás está decir, que dichas puertas son de las mismas que venden ya fabricadas, de las más baratas. Ya muestran, por cierto, signos de deterioro. Éstas fueron colocadas tal como vienen, sin el más mínimo detalle o acabado. Con las manillas más simples y baratas del mercado.
La poca cerámica que se utilizó, debe haber sido de las de tercera o cuarta clase. No apta para alto tráfico. Están partidas y deterioradas. Las paredes, además de lucir más bajas que lo normal, tienen un simple friso. Nada de acabados dignos de un espacio como este, puerta de entrada al Táchira. Los servicios de restaurantes se presentan sin el más mínimo atractivo. Sillas y mesas de miseria, donde lo que predomina es la incomodidad. Igual mención para los sitios donde se ofrecen otros servicios al pasajero, los despachos de las aerolíneas, refresquerías, entre otros. Como un cuchitril pudiera calificarse por donde se reciben los vuelos. Con una correa transportadora de equipajes muy vieja y en avanzado estado de deterioro. Era la misma que existía antes de acometerse la pretendida remodelación.
Hemos tenido la oportunidad de visitar aeropuertos como el de Maturín o Puerto Ordaz, de relativa reciente remodelación. En ambos casos se ve que se destinaron buenos recursos, se utilizó buena arquitectura y buenos materiales. Grandes ventanales, varias pisos, excelentes instalaciones de embarque y desembarque. Igual las áreas de servicios.
En el aeropuerto de Santo Domingo, quién sabe quién sería el arquitecto que diseñó este bodrio. Igual el ingeniero que participó en la construcción del mismo. Cuál fue la constructora que lo ejecutó. Quién fue el ingeniero, por parte del gobierno, que la inspeccionó y aprobó los trabajos. Menos se sabe cuánto serían los millones que se malgastaron allí, para construir este adefesio, ofensa del pueblo tachirense.
Las sugerencias serían básicamente dos. Una, abrir una averiguación para determinar responsabilidades y poner en la cárcel a quien corresponda, dos, demoler todo esa horrible estructura y construir unas verdaderas instalaciones aeroportuarias para el Táchira, pues capacidades y terrenos hay de sobra. De lo contrario, sería reconocer que en revolución hacemos las vainas, pero a veces muy mal hechas como es en este caso en particular; pues la remodelación se hizo en tiempos de revolución. Pero peor, que entonces no somos capaces de rectificar, de corregir, de enmendar. Las críticas entre los usuarios, sean camaradas o no, son permanentes y no es para menos.
Finalmente uno se pregunta, además, qué pasó con los militares que hacen vida allí en el aeropuerto, que no estuvieron pendientes y permitieron que se llevara a cabo tan mala remodelación, pues el aeropuerto es al mismo tiempo una base aérea. Por cierto, en una base aérea tan estratégica para el país, al estar casi en los límites con Colombia, vemos personal de confianza trabajando en dicho aeropuerto que por su acento se pudiera pensar que tal vez sean colombianos; pero ése es otro tema.