Informa la prensa seria del país, como los diarios Correo del Orinoco y Vea, que, en una docena de días (del 26 de julio al 7 de agosto) hay 53 personas imputadas por el delito de corrupción.
La lucha contra el flagelo que es característico de las sociedades divididas en clases, y en particular de la capitalista, ha sido arreciada en los últimos tiempos por el gobierno bolivariano y chavista que encabeza el camarada Nicolás Maduro.
Los detalles sobre las acciones policiales y judiciales fueron ofrecidos por Luisa Ortega Díaz, quien es la fiscal general de la República, en declaraciones para el periodista José Vicente Rangel, en su programa dominical de entrevistas para la televisión.
Cuando se observa el interés por detener e impedir que se siga desarrollando la corrupción desatada durante todos los gobiernos del puntofijismo, el optimismo del pueblo revolucionario crece de esperanza. Sin embargo, es importante tener claro que solamente las acciones sancionatorias, temporales o persistentes, no son suficientes para ganar la batalla a una práctica que es concomitante con la existencia de la explotación como práctica de clase que hace hasta a las personas, objetos o mercancías para el intercambio y el enriquecimiento de unos pocos.
La única manera de derrotar los delitos de corrupción es profundizando la revolución, proponiendo y luchando por conseguir formas de producir los bienes materiales con propiedad colectiva de los medios y en verdadera equidad de condiciones. La única manera de vencer la corrupción es profundizar en la conquista de espacios de hegemonía para los valores y la manera de concebir el mundo y sus relaciones. La única manera de obtener la victoria definitiva sobre la corrupción y tantos otros males de nuestra sociedad, es -como lo indica claramente nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez en el legado que nos dejara- construyendo la Patria alternativa, la Patria de las y los iguales, la Patria socialista.
Y esta tarea de hacer la revolución, de vencer el capitalismo, de construir el socialismo, no es tarea de un solo día, ni de un gobierno, o de unos cuerpos sancionatorios. Es responsabilidad de todas y de todos quienes hemos optado por hacer nuestra Patria libre, independiente y soberana, como nos lo prefiguraron nuestros libertadores y en particular Simón Bolívar y hoy, bajo ese mismo espíritu bolivariano, el Comandante Supremo Hugo Chávez y las y los seguidores de su legado.