De una manera insistente y como una acción imperativa del denominado “Gobierno de Calle”, liderado por el actual Presidente Nicolás Maduro se ha iniciado una lucha contra la corrupción; palabra que no es nueva para los venezolanos.
Además, si nos remontamos a épocas no muy lejanas, la palabra corrupción ha sido trajinada, por ejemplo, desde la IV República cuando se hacían denuncias y se anunciaban listas como la de los “12 apóstoles, como pasos legales para destituir un Presidente (CAP) o como cuando el sonado caso del “Sierra Nevada”. Igualmente, con los coletazos del famoso “chinito de Recadi” (Lusinchi); por citar sólo algunos ejemplos.
En aquella época, no necesariamente todas las cosas fueron un simple show; porque algunas tomaron el camino tortuoso de las Leyes y otras quedaron dormidas, como siempre, en el papel de los recuerdos.
Los tiempos cambian y con la llegada del “Comandante Supremo” Hugo Rafael Chávez Frías; de quien sólo ahora comenzamos a comprender el alcance su obra, se sembró una estructura legal y jurídica; verdaderos cimientos de la Revolución Bolivariana (Constitución de 1999).
No es extraño para nadie que el olfato del Comandante Chávez, a quien sólo sus enemigos osaron de endilgarle visos de corrupción; más por odio y envidia que por tener pruebas para calificar su acción y liderazgo, porque fue caracterizado por su impecable ejemplo y honestidad ante la historia.
Ahora que se inicia esta cruzada contra la corrupción y el Presidente Nicolás Maduro sale con su espada a cortar el nudo gordiano, de este flagelo en la administración pública y privada del país; sería bueno que nos paseáramos por instrumentos legales ya creados y que no han sido aplicados, los cuales podrían complementar los poderes que actualmente solicita el Primer Mandatario a la Asamblea Nacional, para combatir la corrupción.
Sólo basta traer a colación, por citar sólo un ejemplo, la Ley Orgánica de Contraloría Social cuyos artículos de manera explícita, califican la actuación del Poder Popular “como medio de participación y de corresponsabilidad de los ciudadanos, las ciudadanas y sus organizaciones sociales, mediante el ejercicio compartido, entre el Poder Público y el Poder Popular, de la función de prevención, vigilancia, supervisión y control de la gestión pública y comunitaria, como de las actividades del sector privado que incidan en los intereses colectivos y sociales”.
Si bien las leyes como en el caso de la Ley Orgánica de Contraloría Social, son lo suficiente explícitas, estás van más allá al definir su propósito, su aplicación y su finalidad. Igualmente, no dejan por fuera los principios y valores y reglamenta en su Título II, lo que es el ejercicio y los deberes y enfatiza en el hecho de que: “La contraloría social se ejerce, de manera individual y colectiva, en todas las actividades de la vida social, y se integra de manera libre y voluntaria bajo la forma organizativa que sus miembros decidan. En todo caso, cuando su conformación sea de manera colectiva, todos y todas sus integrantes tendrán las mismas potestades”.
En resumen, para la lucha contra la corrupción las bases están dadas. Muchos ya han sido sorprendidos infraganti y en las primeras de cambio la pelea y la batalla pareciera quedarse en el plano político. Hoy, sirios y troyanos reflejan iguales signos de corrupción.
Pero para acompañar al Presidente Nicolás Maduro en esta titánica cruzada, pensamos que ahora también el pueblo debe ejercer su derecho y participar activamente en la Contraloría de Calle; porque esta guerra apenas comienza, dentro de la Revolución Bolivariana y como lo ha reiterado el Primer Mandatario, será implacable, “caiga quien caiga”..¡Venceremos!