Pildoritas 09 (año VII)

¿Son las bodegas, establecimientos de la cadena alimentaria, incontroladas e incontrolables? , lo que les cuento lo confirma

Para cualquier cristiano o no, que viva en un barrio, en alguna ciudad de este país, salir a hacer mercado a los supermercados aceptando como una realidad que muy pocos de quienes habitan en sectores llamados erróneamente marginales, que aun existen y seguirán existiendo, por muchas décadas, poseer vehículo es cuesta arriba, lo cual les obliga a pasar por lo engorroso de esperar una buseta, pagar un taxi o irse a pie y esto les lleva a tener que morir en manos de los bodegueros, que abundan mucho en esos sectores y que abusan de manera descarada e incontrolada de los precios.

Vivo en una urbanización que bien se puede ubicar dentro de las de clase media pero que está en medio de dos barrios, quienes allí vivimos, con frecuencia tenemos que comprar algún articulo de necesidad inmediata en esos establecimientos, olvidados por todas las instituciones de control, llámense SENIAT, INDEPABIS, SUNDECOP, GN, Etc., he tenido que acudir a adquirir algún producto que, cosa rara, por lo general no se consigue en abastos y supermercados y en estos sitios se encuentra pero a precios abusivos, por ejemplo, una lata, la más pequeña, de atún de cualquier marca 35 bolívares, un huevo; 4 bolívares, un pote de Nestun de los grandes 140 bolívares, leche previo 100 bolívares, un cartón de leche de larga duración 30 bolívares, una bolsa de pasta 60 bolívares, artículos éstos que tuve que adquirir obligado por las circunstancias en una bodega que me queda apenas a 100 metros.

Cuento esto para demostrar que los bodegueros, a sabiendas de que nunca son visitados por los organismos obligados por las leyes a poner orden para frenar la especulación, hacen lo que les viene en gana con los precios, contribuyendo de manera decisiva a la inflación.

Como las bodegas en la mayoría de las ciudades son muchas en número, me atrevo a decir que la suma de varias de ellas, bien puede compararse a cualquier abasto o supermercado, por lo que es apenas lógico pensar que en cada ciudad son incluso más los consumidores que a ellas acuden, entre otras cosas porque están acostumbrados a las compras día a día, o porque acudir a los supermercados alejados de sus viviendas, les significa tiempo y dificultades de transporte, o por pereza.

Es por ello que se hace imperioso que se establezcan operativos permanentes de supervisión a estos establecimientos, que en muchos casos no cumplen con las normas, no expiden factura, no llevan libros, no pagan IVA, ni siquiera impuestos municipales y que en muchos casos se aprovechan para endilgarle la culpa de los precios a los que venden, al gobierno nacional.

Comenté eso con algunos amigos y vecinos que alguna vez han pasado por le experiencia de tener que comprar en una bodega, y la opinión generalizada es que en la mayoría de ellas opera el “martilleo”, que yo llamaría matraca, por parte de funcionarios para hacerse la vista gorda y dejar que los ilícitos se sigan cometiendo con los perjuicios para la economía nacional.


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Saúl Molina


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