De perogrullo, sólo prospera la inflación mientras haya poder de compra en manos de los demandantes, y aunque la capacidad de financiamiento de la inflación estaría limitada para el consumidor final, no así para los intermediarios ni para los fabricantes de mercancías finales ni de los que se ocupan de las mercancías intermedias, como materias primas, herramientas, maquinaria, energéticos, lubricantes, envases, empaques, ni tampoco tendría límites la capacidad financiera de los fabricantes de mercancías intermedias o semitarminadas[1], etc.
Por el contrario, para la banca, toda inflación amplifica el mercado financiero, y obviamente esto deriva en mayores ganancias para sus accionistas. El fabricante aumentará sus solicitudes de crédito bancario y otro tanto harán los empresarios intermediarios a fin de poder financiar los costes crecientes en presencia de movimientos alcistas de preciosa que representan su coste de fabricación o de comercialización. Algunos bancos menores también ampliarían sus líneas de crédito ante otros bancos de mayor giro económico.
Como eso es así, estamos en presencia de una perversa, aunque justificada, alternativa capitalista financiera sobrevenida y causada en última instancia por un empresariado parasitario o rentista que jamás ha fungido como tal y que ahora, en ausencia de esa fuente de enriquecimiento fácil que le brindaba la apropiación indebida de la renta petrolera, sus evasivas al correcto pago de impuestos, su escamoteado pago de las cuotas al Seguro Social y la mínima paga de la mano de obra que usaba como mampara para la consecución de créditos blandos y condonables con alta frecuencia, otorgados y recibidos del Estado paternalista, manirroto, malversador y cómplice de semejante saqueo del Erario Público, entonces, ese seudoempresario ahora opta por amplia de súbito sus mercados mediante una inflación o elevación de precios que van de la fábrica a los intermediarios quienes de consuno se limitan a solicitar reiterados, crecientes y complementarios créditos, a capitalizarse a crédito, ante las oficinas de una gozosa banca que se halla sobreenriqueciéndose a cada segundo con cada fracción de incrementos de precios.
Corolario: Si en algún escenario debe combatirse y regularse esta guerra económica es precisamente en el bancario privado, porque esa elevación de precios termina favoreciendo a esa banca por cuanto para que cada uno de aquellos empresarios parasitarios y carentes de capital propio puedan costear o financiar la inflación del caso deben necesariamente ampliar sus líneas de crédito ante una banca lista para ello y que muy posiblemente también podrían tener acciones en algunas de esas empresas nominales ex saqueadoras del Erario Público .
Los movimientos de precios inflacionistas responden, pues, a la misma inercial quietud e indiferencia productiva que obviamente han demostrado los empresarios adversos al actual gobierno, a la ausencia crasa de incrementos en la producción ni en el aparataje productivo de un empresariado poco amistoso con el actual gobierno y de la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
01/02/2014 07:47 p.m.
[1] No perdamos de vista que, por ejemplo, cualquier materia prima representa para su fabricante una mercancía final para los empresarios que la usarían como tal, porque para aquel fabricante de esa materia prima tiene a los otros como consumidores finales, a quienes la usarían para la elaboración de otras materias primas o de otras mercancías semitermnadas o terminadas.