Si nos vamos al inicio del Control de Cambio (CC) implementado por la presente Administración Pública, recordaremos que tuvo como causa principal frenar las aceleradas fugas de divisas que la burguesía nacional siempre ha practicado, habida cuenta que, hasta donde se sabe, no tenemos una burguesía nacionalista, jamás la hemos tenido, máxime frente a un gobierno que no se ha sometido al arbitrio de esa burguesía tradicionalmente adueñada de la Renta Petrolera (RP).
Tenemos muchos empresarios extranjeros que mandan dólares a familiares que todavía viven en el exterior, y también tenemos muchas familias que piensan que sus hijos recibirían mejor educación en liceos y universidades extranjeras. Suelen ser personas y familias cargadas de ideología burguesa en su mayoría.
Es un hecho que todo CC supone un tiempo burocrático atípico del mercado porque de no ser así, dejaría de ser cambio controlado de divisas. Lo más fácil y rápido es ir a un banco privado y decir: véndame tanto dólares, y con sólo pagar su valor en bolívares enseguida se los entregan y hasta billete sobre billete.
Pero atípico también es el CC en un Estado de transición revolucionaria, de tránsito al socialismo, hacia una nueva distribución del Ingreso Petrolero (IP) en una sociedad donde su burguesía ha vivido y se ha enriquecido más por la RP que por su industriosidad, como ente empleador de mano de obra asalariada. Nuestra clase burguesa más se ha enriquecido por esa RP que por plusvalía.
No se trata, pues, de regular la fuga de dólares porque otros países ofrezcan mejores oportunidades económicas a los dueños de dinero nacional; tampoco se trata de una economía deprimida ni de un Estado que esté pechando en exceso a las ganancias capitalistas obtenidas en el país[1].
De lo que se trata es que tenemos una burguesía que viene usando la divisa norteamericana como arma contrarrevolucionaria. Efectivamente, el mecanismo usado por la burguesía de baja industriosidad, ese del llamado dólar paralelo, ha tenido como objetivo presionar la devaluación sostenida del bolívar como mecanismo alterno a las alzas del precio del petróleo.
Es lo que se llama obtener dólares de retorno hacia los países o hacia el país que mantiene una importante cuota de compra de petróleo y paga en dólares como los demás clientes de Venezuela. Con una moneda nacional devaluada, una menor cantidad de dólares bastaría para la cobertura de nuestras necesidades domésticas pagadas en moneda nacional; no se podría costear muchos planes sociales, ni incrementar los sueldos ni siquiera para hacer frente a la pérdida del poder adquisitivo derivado de tal devaluación monetaria. El encarecimiento del dólar paralelo les permite obtener bolívares en abundancia con los cuales comprara dólares baratos regulados, y así, todo un un círculo vicioso e inflacionario inducido.
Con el Sicad II simplemente se estaría reduciendo el precio del dólar paralelo ya que el Estado decidió hacerle la competencia con su oferta a un precio menor, con una paridad muy inferior a la que se forma en ese libre e irregular mercado muy contrario a los intereses nacionales. Es más, no me extrañaría que el Estado implemente un Sicad III y hasta un S. IV y V o más[2] porque la idea es quebrar ese mecanismo perverso y antirrevolucionario.
Es que, si a ver vamos, el Estado cuando aplica un control de cambio lo hace en su condición de monopolista de oferta, y nada extraño ni ajeno al capitalismo que, como tal, Estado monopolista pueda usar perfectamente ventas de dólares mediante la diferenciación monopólica de precios para su oferta, con lo cual el Estado sale robustecido con la venta de dólares a mayor precio en bolívares, máxime cuando 80% de la demanda de divisas siga cotizada al precio regulado oficial de Bs. 6,30/$ lo que garantiza un mínimo de entorpecimiento económico para el país..
26/03/2014 06:17 p.m.
[1] La flamante ley de Precios Justos representa una prueba irrefutable de que el Estado venezolano no está gravando exageradamente la riqueza comercial ya que de otra manera no regularía el margen de ganancia a 30%.
[2] La estrategia de los precios diferenciales es usada con frecuencia y por muchos empresarios capitalistas, principalmente en la industria cigarrera y licorera. Se basa en que mientras haya demandantes con suficiente poder adquisitivo, la oferta de una mercancía puede perfectamente fraccionarse en dos o más segmentos, cada uno de los cuales ofrezca una elasticidad particular.