La intermediación de hortalizas, frutas y verduras, además de especulación sirve de mecanismo a la guerra económica

Indudablemente que la comercialización de las frutas, verduras y hortalizas, sigue estando en manos de los intermediarios que son los que le ponen el precio final a nivel de los mercados mayoristas y minoristas, con  márgenes de ganancias bastantes elevados, que en la mayoría de las veces superan el cien por ciento (100%). En periodos normales, la especulación que se presenta con los mencionados rubros es asombrosa, pero ahora en los últimos meses se viene observando que también los precios de las diferentes verduras, frutas y hortalizas forman parte de la guerra económica, solo por decir un ejemplo del Mercado Soto Rosa de Mérida, que funciona solo los fines de semana en el estacionamiento del Estadio que lleva el mismo nombre, donde  un kilogramo (1kg) de auyama, en dos meses pasó de costar 7, 8 o 10 Bs el kilo a 35 Bs por Kg, supuestamente en  este mercado se compra más barato en comparación con los otros mercados fijos de la zona. Lamentablemente sigue estando el productor al margen del precio final de su producción, esto nunca ha sido un secreto, el intermediario tiene un negocio redondo, no arriesga nada, solo pone  el capital a diferencia del productor que es el que se sacrifica una o dos veces al año, dependiendo de la producción si es anual o bianual, su proceso de producción además del suelo, semilla, maquinaria, mano de obra, control de plagas y enfermedades y  cosecha, tiene que pasar finalmente por el filtro de los intermediarios que son los que controlan el negocio de la comercialización, muchas veces desde antes de la siembra, son los dueños de grandes capitales, en mercados como el de Coche, Quinta Crespo en la ciudad de Caracas, Mercabar en Barquisimeto y así en otras partes de Venezuela, se les conoce de acuerdo al rubro, como por ejemplo   Don Cebolla, que es el que controla el ingreso de toda la cebolla a determinado mercado, es el que fija el precio, pero además decide si el producto hay que escasearlo para que suba de precio, si hay mucha cosecha. No todo lo que se produce va al mercado, al respecto hay  testimonios de  productores que en determinado momento  lo  obligan a botarla, o en otros caso el productor es víctima de precios tan bajos que prefiera que se pierda la producción en el campo, sin haber sido cosechada, pero esta conducta es manejada por ese intermediario que en la mayoría de los casos, ni siquiera es productor.

La comercialización de hortalizas, frutas, verduras, pollo, pescado y carne, sigue estando su control en  manos de los intermediarios, que son los que deciden regularmente qué vender, cómo vender y a que precio debe pagar el consumidor final. No es nada nuevo que el estado sigue estando ausente de la forma como opera la  comercialización en los grandes y pequeños mercados, bien sea el mercado de coche, Mercabar en Barquisimeto, o el de  Maracaibo. Allí funcionan mafias de mercadeo, las cuales,  han sido del conocimiento público y notorio, en una oportunidad el propio Presidente CHAVEZ en un programa de Televisión hizo alusión a tal situación y de hecho estableció una política de intervención a esos mercados mayoristas para buscar su saneamiento, a los fines de acabar con esos capitalistas que son controladores de los diferentes rubros que allí se mercadean, muchos de ellos bautizados como “Don Cebolla”, “Don Tomate” y así cada uno de acuerdo al rubro. Estos señores son los mismos que deciden la cantidad de producto que debe llegar al mercado y el precio que debe tener el mismo.

Por supuesto que este es un problema heredado de la cuarta república, al respecto, durante los años 70, 80 y 90, la Fundación para el Desarrollo de la Región Centro Occidental (FUDECO), que era el órgano asesor de la Corporación de  Mercadeo Agrícola y poseedora de un conjunto de instrumentos y tecnologías de comercialización, en la práctica muy poco se logró, por no decir que nada,  toda esa teoría de Mercados Mayoristas y Minoristas, Centros de Acopio, Frigo Conservación, Sistemas de Normas de Clasificación, Empaques y Almacenamiento en general, nada pudo lograr en el objetivo fundamental, como es el de lograr reducir al máximo la intermediación que tanto daño le hace al consumidor. Esto tiene una explicación, que se fundamenta en  la falta de política de estado que se tuvo para ese momento, como es el de controlar la comercialización para favorecer tanto al productor como al consumidor, esta mala herencia hay que corregirla, volver a retomar los lineamientos que dicto el Comandante CHAVEZ en su oportunidad, cuando ordenó la intervención del Mercado de Coche y que se demostró que esa era la estrategia a seguir, como Estado que debe ser  el verdadero contralor y vigilante de la comercialización, para evitar de esa forma la especulación y la falta de regulación del  precio final del producto por el cual paga el consumidor. Esto fue muy bien visto por los venezolanos, sin embargo, hoy día lamentablemente, esa política pareciera que no ha tenido continuidad y el intermediario sigue controlando el mercado, con el agravante que en estos momentos se puede afirmar que se ha convertido un elemento más a favor de la guerra económica, favoreciendo la inflación, especulando y haciendo del mercado esos intermediarios lo que les da la gana. Citemos a manera de ejemplo el caso de  El Mercado de Mérida ubicado en el estacionamiento del Estadio Guillermo Soto Rosa, que funciona sólo los fines de semana (jueves, viernes y sábado), y que fue establecido en un principio para que los productores vendieran directamente su producción a los consumidores y de esa forma estos últimos comprar a buen precio. Sin embargo hoy día se puede afirmar que son muy ´pocos los que son productores y venden directamente en el mismo, la mayoría son intermediarios que venden la producción a otros intermediarios que son los de los puestos  de venta ubicados en el mismo, donde algunos de estos (muy  pocos) son ocupados por verdaderos productores, que a su vez también terminan siendo manejados con el precio final que a su vez paga el consumidor, por esos intermediarios hacedores del  dinero rápido. Ahora bien, si estamos en Revolución,  algo  hay que hacer para tener un mejor mercado con un control verdadero y efectivo por parte del Estado que  favorezca tanto al productor como al consumidor.

Por supuesto, que esto último no es nada fácil, si se parte de la base, que quien domina el transporte y tiene el capital es el que maneja la comercialización, en la mayoría de las veces el pequeño  y hasta el mediano  productor son víctimas de esos capitalistas, comenzando por esos sitios lejanos de producción, donde estos pequeños productores no tienen capacidad de transporte y no les queda más remedio que ceder la producción a esos intermediarios o a esos productores que también son intermediarios y conformarse con el pago que estos señores  dueños del capital le asignen a sus cosechas. Indudablemente que el gran problema de la comercialización es la intermediación que hay que atacarse a nivel del transporte que requieren los pequeños y medianos productores y al control del mercado a través de una supervisión y fiscalización permanente en los mercados mayoristas. Pudiera ser que el problema del transporte fuese manejado por las comunas de producción agrícola, siempre y cuando se imponga un manejo eficaz y eficiente en el acarreo y transporte directo de la producción a los mercados. En esta guerra económica, que es parte del golpe continuado, la especulación y el encarecimiento de las frutas, verduras y hortalizas, para algunos pasa  inadvertido, pero la realidad política nos obliga a desnudar la verdadera intención que tienen, quienes son dueños del capital de la comercialización, porque de una u otra manera están conectados a los grandes intereses, y  que son precisamente los que forman parte de la burguesía parasitaria. Preguntémonos lo siguiente: ¿Por qué no hay escasez de las frutas, verduras y hortalizas?, sencillamente porque son rubros altamente perecederos, no hay bachaqueo, ¿Por qué, de que le sirve a un mayorista o intermediario, o simplemente a un ciudadano, guardar desde un kilo de hortalizas para vendérselo a un mismo vecino, o hasta una tonelada del producto mencionado?, sencillamente porque se le dañaría rápidamente,  a diferencia de lo que ocurre con el pescado que quienes dominan el negocio del mismo son poseedores de grandes almacenamientos en frio, que les permite guardar pescado desde el mes de Diciembre incluso, para obtener grandes ganancias durante la época de la semana santa.

También se ha observado, en el caso específico de Mérida, donde se cuenta con un Mercal de frutas, verduras y hortalizas, los precios fijados en este mercado, de algunos rubros, están ligeramente por encima a los exhibidos en el Mercado Soto Rosa, lo que quiere decir que hasta la misión Mercal en lo que respecta a este tipo de mercado también es víctima de la intermediación, porque la rosca que maneja este negocio es bastante fuerte.

Con todo lo anterior, se puede afirmar que el problema de la comercialización no es nada fácil, es un problema muy complejo que hay que afrontar con una política de estado, de manera progresiva, aplicando métodos eficaces y siendo eficientes en el control del mercadeo de los rubros perecederos. En esta guerra económica en lo que respecta  a la seguridad alimentaria, hay que enfrentarla estableciendo reglas claras en la producción y en la comercialización.



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Romel Alí Rodríguez


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