Los tres términos terminan en “TE”, pero oficialmente no son sinónimos. Un delincuente es quien comete un delito. Un Traficante es quien comete el delito específico de traficar mercancías prohibida o no autorizadas de un lugar a otro, violando los controles establecidos por el Estado.
Un Comerciante es quien adquiere mercancías al mayoreo para venderlas al detal directamente al público consumidor. El dueño de un abasto, supermercado, tienda etc. que vive de ese tipo de comercio, ese es un comerciante. Los empleados que ayudan al comerciante, como empleados, no son comerciantes.
Todas las aclaraciones anteriores para entrarle al problema ético del comerciante venezolano, que está ayudando a la derecha apátrida y al imperialismo, que con todos los hierros, quiere acabar con este ensayo revolucionario del socialismo del siglo XXl en Venezuela.
Antes de Chávez tuve la oportunidad de trabajar como vendedor de una gran multinacional distribuidora de alimentos y mi labor consistía de ir semanalmente a cada puesto de venta en los mercados libres y a los abastos de la zona asignada, recogiendo las ordenes de pedidos que nos hacían los dueños de esos puestos y luego de hacerles el pedido, ellos esperaban que les llegara la mercancía . Mi trabajo consistía en hacer que ellos pidieran el mayor volumen de mercancías y la empresa les daba incentivos. . Eso era todo el trabajo. Recuerdo que los márgenes de ganancias no eran superiores al 20% y había productos que por su masiva venta sólo les dejaban un 5% de utilidad, ese era el caso de la leche en polvo marca “Reina del Campo”.
En mis tiempos el comerciante era como un servidor público,(ojo: no funcionario público que es otra cosa) amable, diligente, preocupado por atender a su clientela quien religiosamente les hacia las compras. Él vivía de eso. Si no atendía a sus clientes, éstos se les iban con otro. Él vivía, mantenía a su familia y cubría sus gastos personales y vicios, gracias a que los clientes entraran a su negocio a comprarle. Había una doble dependencia, el cliente lo necesitaba a él y él necesitaba al cliente. Recuerdo que le daban a probar a uno los alimentos , como el queso por ejemplo y había chicas muy bellas en los grandes supermercados haciendo promoción a los nuevos productos que salían al mercado. Todo ese idílico paraíso se acabó con la llegada de Maduro al gobierno, pues hasta Chávez no estaba disuelto totalmente este concubinato comercial, tal como ahora lo sufrimos los de la tercera edad que vivimos aferrados al “pasado glorioso de la IV República”.
Ahora uno llega a cualquier negocio, sin excepción, y el dueño no nos saluda, nos pone cara de amargura y sin que le preguntemos si hay algo, nos espeta en la cara: “No hay”. Si llegamos a la mercancía buscada y le preguntamos el precio, pone cara de arrechera y nos lanza cifras de tres dígitos a las cuales nos cuesta acostumbrarnos y si le pedimos algo que sea más barato, para poder adquirirlas, de acuerdo a nuestras posibilidades económicas, nos envía para Mercal.
Hoy por ejemplo, día sábado, salí con mi compañera al Mercado Periférico de Mérida para comprar un Kg. de costilla de res para la sopa de mañana domingo y cuando el carnicero me dijo que costaba Bs. 120.oo el kilogramo, sentí la misma sensación de que me estaban colocando un cuchillo en el estómago y me exigían entregar la cartera o me apuñaleaban.
Hoy descubrí la diferencia entre un Traficante y un Comerciante, el primero suministra la mercancía ilegal al comerciante y le despoja de la dignidad de su trabajo al convertirlo en delincuente; a el segundo lo buscamos nosotros, para que nos despoje de lo que hemos ganado con nuestro trabajo para convertirnos en pobres Ayúdeme amigo lector a decidir cuál de los dos es más dañino.