Obligar al cliente comercial a formar colas que de hecho son innecesarias o injustificadas, resultado del acaparamiento, de reducción en la capacidad operativa de las fábricas y expendios, tiene un elevado costo político, un elevado costo vital, un elevado costo en materia de intranquilidad popular.
Tres (3) medidas les permitieron a Gómez su larga permanencia en el poder del que salió sólo como cadáver; estas fueron su entrega del petróleo a transnacionales imperialistas, el abaratamiento del costo de la vida, mediante la baratura de la cesta básica, y la seguridad pública.
Efectivamente, la gente podía quedarse dormida en la calle producto de una pea comeestiércol, la faltriquera abierta y exhibidas sus morocotas, que aun así se despertaba a las muchas horas sin que nadie se atreviera a robarlo.
En Valencia se dio el presente caso: Un comerciante tenía sus ahorros y capital en un banco de la Plaza Bolívar; surgió el rumor que de hecho vendrían pagos en billetes, en moneda de papel. Este comerciante se presentó a las oficinas del banco y exigió la devolución de esos ahorros en la misma moneda que él les había depositado, o sea en moneda contante y sonante. Mucha gente lo vio a lo largo de la Avenida Constitución cuando se dirigía a su casa de la calle López c/c esa misma c. Constitución con una carretilla abierta full de morocotas y plata sin que nadie osara asaltarlo. 1,2 Km aprox. de recorrido lleno de seguridad.
Se podía hacer un pequeño mercado con Bs. 2,50, con unas monedas de plata que podían amarrarse en una de las puntas de su pañuelo. Con un centavo “negro”-cobre oxidado-se compraba algunas mercancías y se podía recibir vuelto de 1/4 de centavo.
Esas 3 variables o estrategias cumplidas y aplicadas por Gómez tenían como resultado la paz social, con la sola exclusión de los revolucionarios de marras opuestos al entreguismo petrolero, pero no a las otras dos medidas.
Hemos visto que con elevado costo de la vida e inseguridad propios de la 4ta. República y heredada por la presente Administración Pública, cómo aun así los gobernantes duran en el poder siempre que sigan entregando nuestros recursos energéticos y afines.
Ahora bien, si dejamos de ser entreguistas de nuestros recursos básicos, si mantenemos un elevado costo de la vida y la inseguridad no se reduce a cero y sin mayores costos presupuestarios, es difícil mantenerse el poder sin una constante oposición que busca sólo salir de esta revolución.
La actual guerra económica o golpe comercial emprendido estructuralmente por esa oposición económica, no puede ni siquiera frenarse con multas cuando estas ni siquiera alcancen el costo del malestar social ocasionado por este golpe de Estado comercial.
El principal aliado de la alta burguesía, agente principal de la oposición beligerante, es esa diseminada soldadesca del comercio al detal, y de los intermediarios cercanos al consumidor final.
El monto del costo de ese malestar es imponderable en sí mismo, y si pensamos que ese malestar pueda traducirse en la pérdida de la revolución, si lo que se busca es darle un fin a dicho golpe, las multas de cada caso deben ser una sanción pecuniaria cuyo monto supere con creces los límites hasta ahora contemplados en la Ley correspondiente.
Ajustar precios hoy aquí para que mañana surjan otros comercios allá se traduce en que para la oposición, por elevadas que aparentan ser las multas-hasta ahora-mientras el infractor siga operando, será el bajo costo que le habrá costado el derrumbamiento de la revolución.