Nuestra soberanía plena y el dólar como marcador de los precios nacionales

Ninguna moneda fiduciaria tiene poder adquisitivo per se. Debemos revisar nuestra fórmula para determinar la paridad cambiaria Bs. /$.

Mucho se ha especulado sobre el poder adquisitivo de las monedas fiduciarias. Estas se refieren a la moneda de papel y a la elaborada con metal feble.

En el caso del Bs. que tiene como referencia cambiaria la de otra moneda no menos fiduciaria, como lo es dólar de EE UU, habría que ver cuál de ellas está más devaluada[1] y desde hace muchísimas décadas[2].

Esa moneda del Norte sigue prevaleciendo gracias a los tratados comerciales   que EE UU   logra  con muchos países sumisos, no soberanos y tolerantes de su política económica y de sus ventajas internacionales recibidas sin chistar por la clase burguesa local. Casos: Puerto Rico, Costa Rica, Colombia, Panamá, Chile, Perú y el resto de los países aburguesados de la rancia Europa Occidental.

Por cierto, la moneda venezolana es  hecha en casa bajo el control del Estado directamente; su ceca es CAVÍN, mientras que el dólar de USA supuestamente corre a cuenta de un ente privado y financista, quizás cuasicontrolado por el Estado.  Cuando los entes emisores son privados llegan tener más poder dinerario y mejor saldo de capital que el Estado.

Resulta que una moneda fiduciaria tendrá tanto valor como valor en precios tenga la cesta básica con inclusión de bienes suntuarios o de elevado costo. Son los comerciantes y su clientela los encargados de tasar y marcar el precio de esas monedas fiduciarias. Estas hasta podrían ser papelitos corrientes o vales de caja.

Los bienes perecederos suelen devaluarse con el simple paso del tiempo porque son mercancías que van perdiendo  calidad con la pérdida de su frescura. Cuando eso ocurre y con el mismo Bs. se puede adquirir una mayor cantidad de esos bienes, o cuando  la oferta de alguna mercancía sobrepuje su demanda, entonces la moneda del caso se revaloriza automáticamente.

 Si una economía logra una producción abundante y con excedentes, entonces estaría revaluando su moneda  fiduciaria; se compraría más con el mismo billete.  He aquí una razón de peso que subyace debajo de los préstamos de la banca internacional: estas buscan, además de fuertes intereses financieros,  que los países prestatarios mantengan una oferta siempre inferior a la demanda nacional, obviamente para mantener precios elevados que justifiquen la devaluación de la moneda nacional ante la divisa norteamericana. Así discurre la  mecánica macroeconómica internacional.

Por supuesto, si los precios del mercado nacional de la cesta básica se dejan expresar en monedas artificialmente sobrevaluadas, la moneda local achica su poder económico, se impone una nueva devaluación que permitiría nuevas revalorizaciones de la divisa marcadora de precios con lo cual se va creando  un peligroso y dañino círculo vicioso.

El problema de la paridad desventajosa se confronta cuando se importa bienes de otros países y estos exijan dólares para la venta de sus mercancías. Cuando eso ocurre y el importador lo tolera, está expresado sumisión y carencia de soberanía propia ya que ese país le está imponiendo precios a su oferta y a su moneda nacional.

Es que ningún país puede ponerle precios de mercado a unos precios derivados del valor intrínseco o estructural de los costes de fabricación nacional; sin embargo, como muchas mercancías reciben insumos importados, en estos costes importados se filtra el veneno de nuestra propia devaluación inducida por el respeto pendejo que se tenga de esas monedas internacionales que se muestran abiertamente irrespetuosas de nuestra propia soberanía[3].

La dependencia de una moneda o divisa única sólo fue razonable cuando el patrón oro regía ya que sólo de esa manera todas las monedas y las mercancías valen lo mismo bajo determinadas proporciones cuantitativas.

Sin embargo, en ese poder adquisitivo fiduciario priva además el poder económico del país emisor. Concretamente, por ejemplo, el dólar de EE UU es una moneda fiduciaria que se halla insondablemente  devaluada por carecer de respaldo en oro de caja, y modernamente carece de respaldo en producción nacional netamente norteamericana. Para nadie es un secreto que hoy por hoy una buena parte del Producto Territorial Bruto norteamericano está alimentado por mercancías importadas. Como estas reciben la influencia del dólar sobrevaluado, tal revalorización, que devalúa su propia moneda, se le está revirtiendo negativamente. Todo ello refuerza la invitación para reconsiderar  la fórmula determinativa de la paridad del Bs. /$.

19/10/2014


[2] La acomodaticia fórmula aritmética que permite medir la paridad cambiaria, Bs. /$, debe revisarse con urgencia ya que sólo se limita al aspecto cuantitativo y falsamente estacionario de la divisa norteamericana. EE UU confía que los demás países la sigan midiendo así, y ese país mantiene un falso poder adquisitivo de sobrevaluación permanente.

[3] Ya algunos economistas clásicos nos alertaban del peligro de las importaciones porque, además de las mercancías necesarias como valores de uso,  con ellas podían colarse algunos males ocultos,  malas costumbres y causas de efectos indeseables.



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Manuel C. Martínez


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